La Columna: Espacios sin distingo
Que hay algunos “influyentes” que suelen meter en problemas a los “amigos” que tienen un cargo público, claro que existen y muchas veces es más la imprudencia de querer sacar ventaja de la amistad, que la necesidad de corregir una situación que tiene otras soluciones.
Un detalle tan sencillo puede poner en aprietos al más pintado y los “influyentes” deben entender que, entre menos tengan que presumir de la amistad, más duradero será el nexo con quien hoy puede ocupar algún cargo y que no necesariamente son puestos tan relevantes, pero en la actualidad se vale exhibir a quien sea con cualquier motivo.
Es como si alguien, con un coche de lujo, va y ocupa un espacio destinado para discapacitados en un espacio público, un parque por ejemplo, y cuando el encargado de vigilar se le acerca para mencionarle que, si no tiene alguna discapacidad, no puede ocupar ese espacio, que de inmediato se justifique con que es amigo del director del parque y que puede hacerlo, ya habla de dos situaciones.
La primera, que si existe una discapacidad y no necesariamente es física, es cognitiva y afecta de manera directa la percepción de las necesidades que tiene la sociedad. Imaginen un coche de lujo, bonito, sin placas y con un conductor que no puede distinguir una discapacidad, que lo diferencía entre ocupar el sitio que decidió por la amistad que tiene con quien dirige el parque.
La segunda, que malas amistades debe tener el director del parque, que cualquiera puede exhibirle como una persona que no le da relevancia a las dispociones de viabilidad en un parque en el que está para poner orden, pero algún amigo suyo “influyente” decidió que no es relevante.
Se suele señalar mucho a las ciudades que no se han modernizado para adaptarlas a la funcionalidad y la inclusión, pero poco nos detenemos a pensar en si los ciudadanos estamos listos, porque si un parque tiene espacios destinados a discapacitados, que alguien sin discapacidad decida ocuparlos, a pesar de existir espacios para estacionarse, habla en que no es un tema de urbanización, primero habría que trabajar en los habitantes.
Pasa con frecuencia, es cómún encontrar casos como el que se narra, pero si sucede en un estacionamiento privado, de alguna plaza o de algún sitio que tiene sus propias reglas, no hay mucho qué hacer; sin embargo, es un parque público, es necesario que quien los dirige haga valer las disposiciones y no permitir influyentismo. ¿A usted le ha tocado ver alguna situación de este tipo?
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