La Columna: Ni tanto que queme al santo…

Ni tanto que no lo alumbre. El pasado fin de semana se dio un fenómeno que puede interpretarse cuando te quitan el espejo de enfrente y te topas con una realidad… lo primero que te viene a la mente es un “no lo creo”, pero si te vuelven a poner el espejo de frente, caes en la cuenta que sin el espejo ves lo mismo, solo que de manera distorsionada. El espejo a veces miente.
Dicen en Tapachula que su equipo metió 12 mil aficionados al Olímpico, para el encuentro entre Tapachula FC vs. Jaguares FC; de inmediato, desde el seno felino esbozaron una sonrisa cómplice, para aceptar que no era cierto; sin embargo, en la retrospectiva, lejos de “desmentir” en radio pasillo, era una gran oportunidad, se pudo responder con un “por nada”, pues se supone que Jaguares está causando furor con sus entradas en los juegos de local, era una buena oportunidad para decir que también fuera de su cancha, en Chiapas, tienen afición.
Pero eso de comparar, argumentar que sus entradas están respaldadas y que es evidente, también siembra dudas, porque señala que reconocen a detalle lo que va sucediendo al interior, saben cómo se manejan los números en ese sentido y que, siempre, deben operar a favor, aunque exista otra vía que señale otra cosa.
En fin, todo se trasladó a este tema, los aficionados festejan el triunfo, y está bien porque representan tres puntos para un objetivo inmediato al que este equipo está obligado, pero en ese proceso exacerban a ese sector que puede llegar a ser más analítico, aquellos que dicen que sí, Jaguares sumó tres puntos, pero en la cancha exhibió que está muy lejos de representar superioridad futbolística, hay gente que sigue diciendo que el plantel, a pesar de que se anunció con bombo y platillo, está corto y carece de suplentes de calidad, porque el fin de semana no sólo careció de referencia ofensiva, sino que también tuvo a su portero como figura. A veces uno espera que el aficionado de verdad sea consciente, porque así puede encarar de mejor forma el fracaso. Pero hay otro gran sector que saca los pompones y se pone a echar porras a diestra y siniestra; después, ante el fracaso, terminan en una profunda decepción.
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