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  • Annete Lewis

La Columna: Pequeña gran diferencia


He escuchado infinidad de ocasiones mencionar en alguna mesa de debate en el futbol, que algún ex entrenador o entrenador desempleado, afirma que en México se le da prioridad a los entrenadores extranjeros, por encima de los nacionales y es que es estadísticas son muy precisos, es normal que se busque un estratega que no esté tan mal influenciado y los del “carrusel” ya se la conocen de la a a la z y eso no siempre les juega a favor, se conocen todo lo bueno, pero también se conocen todo lo malo.

A Paunovic le está tocando conocer lo malo en Chivas y el estratega parece que va sorteando los primeros “grandes conflictos” que puede pagar un entrenador. Para fortuna que la dirigencia del Guadalajara lo arropó, curiosamente con un director deportivo que también es extranjero.

Pero hay otros casos en los que el estratega nacional deja en evidencia que tiende a someter su ideología, con tal de mantener el trabajo, de estar en la palestra, de tomar un poco de experiencia, hacer currículum y estar listo para subirse a los mejores caballitos del carrusel, como es el caso del entrenador de la Selección Nacional, que tras la medalla de bronce en los pasados Juegos Olímpicos, resurgió tras pasos complicados en al menos un par de equipos de la Liga MX.

Que por qué lo señalamos, es sencillo. El primer gran pecado de Jaime Lozano es la de someter su ideología a las imposiciones de quien lo contrató. No es posible, ni justificable, que Francisco Guillermo Ochoa siga de titular, a menos que desde arriba haya alguien con interés de mantenerlo ahí, ya ni en su equipo es titular; después, están las otras convocatorias como la de Héctor Herrera (que en para la última convocatoria ya no estuvo) y Raúl Jiménez; en el caso del atacante, Ángel Sepúlveda es el mejor mexicano entre los goleadores actuales y Henry Martin junto a Santi Giménez deberían ser los nueves, pero a Jiménez le respetan un lugar que ya no tiene.

Observen a la Selección de Uruguay y lo que recién hizo Marcelo Bielsa, el estratega argentino que dirige a la garra charrúa, se dio el lujo de prescindir de Luis Suárez y Edison Cavani, los dos delanteros más en forma de aquel país, aunque los más veteranos también, y como los resultados le acompañaron en sus primeros dos juegos, la crítica ha sido medida, pero existente por los intereses de ver a unas vacas sagradas que, hasta ahora, no han podido con una ideología futbolística muy arraigada en un entrenador. Eso debería prevalecer siempre.

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