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La Columna: Por esa regla de tres…

  • Annete Lewis
  • 30 jul
  • 2 Min. de lectura
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Ojalá Carlos Macías fuera futbolista y no cantante.

Sí, seguramente el tema se hubiera fortalecido de mayor forma y entendemos que Macías no va a alcanzar la trascendencia que representa atacar a Cuauhtémoc Blanco, por ejemplo, pero es el ejemplo perfecto para evidenciar lo “doblemoralinos” que somos en demasiadas ocasiones y no hay necesidad de andar de “aliadines” por la vida. La presión para que bajaran a Blanco Bravo de la lista de Leyendas del América, para el juego en el mes de septiembre, tuvo que venir de los poseedores del comodato del estadio, que no quieren ver enredado su proyecto con este asunto, porque los organizadores reconocen que el “Cuau” es un imán de taquilla y la gente quería verlo en la cancha.

El futbol es el opio de las masas, dicen por ahí, y la gente añora aquellas tardes de bohemia futbolera que Cuahtémoc Blanco ejecutaba en las canchas del futbol mexicano y ya retirado, el ex jugador del América, Necaxa, Valladolid de España, Veracruz, Santos, Puebla y Dorados, cometió el error de inmiscuirse en la política, misma que, en nuestro país, polariza ya más al pueblo que la misma religión y miren que antes competían.

Pero quizá el mundo que recuerda, por ejemplo, la “cuauhteminha” en Francia 1998, o aquel gol a Bélgica que emocionó al mundo, en penal contra Francia en Sudáfrica o todos aquellos momentos de picardía que regaló el del “Barrio Bravo de Tepito”, sea mucho menos que los que pueden embelesarse con las interpretaciones del canta autor chiapacorceño. Cierto es que vi más reacción ante la visita del “Temo” a Chiapas, que lo que se han pronunciado por la irrisoria sentencia que recibió pues el jilguerillo “culo pinto”.

Esta comparación deja en evidencia quizá, que al tener Cuauhtémoc Blanco colores políticos, es más conveniente atacarlo y sin justificar sus actos, debería ser la ley quien juzgue y castigue; sin embargo, cuando sucedió pues lo del cuasi tenor, ¿por qué no salió tanta banda a reclamar?

Macías ya ostentó un cargo público también, pero bastó una foto en redes sociales para que el mensaje fuera preciso y me acordé del caso de un comunicador de deportes, que cuando un ex gobernador lo vio en problemas, lo tuvo encerrado un ratito, pero le sirvió para limpiar unos “pecadillos” que debía con la ley. Esa fotografía, retirada minutos después, dejó también un mensaje, aunque cada uno lo interpretó como quiso.

Pero ya en serio, para que la justicia social fuera pareja en este caso, como me encantaría que Carlos Macías fuera futbolista.

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