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  • ALEJANDRA OROZCO

Las guardianas de nuestros bosques

Tuxtla.- Entre 2015 y 2020, hemos perdido 10 millones de hectáreas de bosques, es decir, el 40 por ciento del total. El tráfico de fauna, degradación de ecosistemas y cambio climático son responsables de ello, y dicho sea de paso, generan pandemias, por lo que hoy es más importante que nunca su conservación.



Así lo dijo a través de un webinar Adrián Méndez Barrera, director regional de la Conanp, destacando que cada vez más mujeres participan en la conservación, aunque los hombres todavía son quienes llevan el sustento, ellas son más activas y apasionadas.


La monitora de La Sepultura

Entre ellas está Ofelia Ramos Hernández, originaria del ejidoAdolfo López Mateos,Arriaga; desde chiquita le ha tocado convivir con las especies locales de flora y fauna, a sus 56 años se dedica al monitoreo de mejores prácticas en La Sepultura.

“En el 2005 empezamos a aprender con la reserva, tuvimos muchos cursos, empezamos a aprender cómo sembrar, como limpiar, como sembrar el zacate mejorado que es el cubano para posteriormente nosotros sacar de las montañas el ganado”.

Para Maria Ofelia, la importancia de la mujer en acciones de conservación de las Áreas Naturales Protegidas, se traduce en la oportunidad de hacer muchas cosas, empezar por aprender a conservar, posterior a ello, ver resultados inimaginables.

A ella le gusta realizar la conservación de las áreas naturales protegidas pues esto le permite ver avistamientos de puma, jaguar, tapir; está convencida de que la mujer puede, cree firmemente en ella y sus capacidades de hacer y porque para ella es un gusto personal.

“Lamujer tiene la capacidad igual que el hombre de participar de la conservación, con las ganas de hacerlo y la diferencia en hacerlo con amor, ganas, y a partir de una mezcla de instinto maternal y de instinto de organización”.

Refiere en una anécdota que durante la colocación y revisión de unas cámaras trampa en su ejido, pudo ver cómo un jaguarse comía a untapir, hecho que la dejó sorprendida porque sabe que son animales en peligro de extinción.

“¿Cómo es posible? uno está en peligro de extinción y se come al otro, pero es la cadena alimenticia, y el ciclo natural de la vida de un ecosistema. Tenemos todo en ese lugar, diversidad de aves, reptiles, mamíferos, una reserva maravillosa y desde chiquita hemos convivido con todos esos animales, entre más le buscas a la montaña más encuentras”.

La guardiana del volcán

Gloria Ivonne Miguel Rodríguez es asesora de la Reserva del Volcán Tacaná. Originaria del ejido La Trinidad, municipio de Unión Juárez, a sus 68 años piensa que no se puede concebir la idea de un equilibrio de la naturaleza y el Ser Humano, sin la mujer.

“Las mujeres han tenido que sortear muchas cosas dentro de las comunidades, en las selvas y en la montaña y realmente la vida de la mujer es precaria, pero por otro lado sustanciosa por vivir en la naturaleza, esto las hace fértiles al igual que la tierra”.

A decir de Gloria, las mujeres a partir de los conocimientos ancestrales de las abuelas y tatarabuelas, han seguido la conservación, el cuidado y el manejo de las áreas naturales y con ello del bosque; considera importante la necesidad de revalorar el papel de la mujer rural en la conservación de sus saberes tradicionales ancestrales, su usos y costumbres, su lengua, sus vestimentas tradicionales.

“Levantarme a las tres de la mañana con ellas, y ver cómo ellas están tan conectadas con la madre tierra, con la Pacha Mama como bien lo decimos, esa parte de la fertilidad que ellas tienen porque también tienen hasta 14, 18 hijos, así como es la fertilidad de la montaña, hay una conexión tan directa en ese sentido”, relata.

Considera que la mujer rural está ganando la oportunidad en la conservación del medio ambiente a partir de una conexión mutua de “alcagutería”pues en su fertilidad y a pesar de tener una gran familia, tienen también ese equilibrio entre sus usos y costumbres y sus actividades diarias para con el medio ambiente.

“Ellas se levantan temprano a recoger leña, la comida, sus manos son mágicas y esto evoluciona el desarrollo de la comunidad, nadie vive con filosofía sustentable como ellas, desde la milpa aprovechan todo, para darle de comer a sus animales, la leña, es una cadena de ser sustentable”.

En su opinión, hace falta políticas públicas que revaloren el papel de la mujer en la conservación de las áreas naturales protegidas, y en su calidad de vida y de impulso a su contribución para con el medioambiente.

“He llegado a caminar la montaña y decir, voy a buscar mujeres caminando sola hasta hasta por 45 minutos de una comunidad a otra, encontrando a 80 mujeres trabajando sus huertos en la siembra de hortalizas, de pino y la siembra de truchas y darme cuenta del gran modelo de trabajo implementado en conjunto con el hombre”.

Siempre le gustó la belleza de ese lugar, ha sido una mujer rural, empezó recogiendo basura en la comunidad y se fue insertando en grupos de mujeres, fue ejidataria y quiso fusionarse con otras mujeres para seguir trabajando, con mujeres de comunidades que al calor del fogón tejen sus historias. “Nunca nos queremos ir de ahí, hay una deuda muy grande para que la situación cambie, pero hay que tener carácter para hacerse escuchar”.


Investigación al servicio de la naturaleza

Una de las mujeres más jóvenes en este ramo es Karla Leal Aguilar, aunque tiene trayectoria: desde hace 13 años es investigadora en la Reserva El Ocote, es originaria de Puebla pero vino para quedarse, se encarga de generar información de la reserva y monitorear mamíferos, su amor por la conservación surgió desde niña y piensa que las mujeres juegan un papel fundamental en esta labor.

“Ellas saben cómo trabajar la tierra, los animales, necesitamos valorar ese tipo de actividades, actividades que son de conservación y tenemos que hacer que no se pierda, que continúe, y tenemos que hacer las acciones de manejo de forma coordinada”.

Karla relata que cuando llegan a la comunidad ni las voltean a ver a veces, tiene que llegar un hombre para que se tomen los acuerdos, además de que están expuestas en las comunidades, algunas compañeras hasta han perdido la vida por su trabajo.

Cada una tiene su historia, su legado y su forma de trabajar, desde distintas trincheras ponen todo su esfuerzo y talento para un fin común: la conservación de su entorno, que a la vez es el nuestro y que como mujeres, forman parte esencial de un todo.

 


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