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  • ALEJANDRA OROZCO

Las vírgenes de Copoya, tradición muy chiapaneca

Una de las tradiciones más arraigadas en la cultura zoque de Chiapas, es la de la virgencitas de Copoya, que ha sido preservada gracias a la mayordomía zoque y combina elementos católicos con tradicionales, dando y rescatando la identidad de nuestro pueblo.


Las tres vírgenes, que son la Virgen Santísima de Candelaria, Copoyita del Rosario, y la Virgen Santísima de Olachea o Santa Teresita de Jesús, estas imágenes fueron escondidas en diferentes casas durante la Persecución Religiosa de 1935-1936.

Una vez pasado este movimiento, los historiadores comentan que las vírgenes fueron rescatadas y se les construyó una ermita, y más tarde un templo donde actualmente permanecen y de donde son sacadas o “bajadas” en el mes de enero para permanecer de casa en casa, este fin de semana vuelven a subir a Copoya, como cada 23 de octubre, con eso concluye la fiesta, con la “subida”.

La celebración tiene referencia con el inicio del Calendario agrícola prehispánico de 260 días, con ligeras variantes, son 20 kilómetros los que recorren los integrantes de la mayordomía zoque y habitantes de este poblado, de la capital a este ejido y viceversa.

Los festejos de la Virgen de la Candelaria inician desde los últimos días de enero con rezos y enrames, mientras que en la fecha principal, el 2 de febrero, se presentan las ofrendas, y se realizan danzas zoques y el Carnaval, así como la gran comida tradicional donde la población degusta platillos típicos de la región.


En la actualidad también forma parte de la fiesta la emblemática danza de los parachicos, que acompañan a los devotos en su recorrido a la iglesia, es al ritmo de flautas de carrizo y tambores que tiene lugar una celebración marcada por el sincretismo cultural que reúne a toda una comunidad que año con año se entrega con fervor religioso y porta con orgullo la indumentaria de la tradición.

En la cultura zoque, solamente los hombres tienen el honor de arreglar a las tres vírgenes, mientras las mujeres usan una especie de velo para rezar el Rosario, mientras otras permanecen elaborando la comida que se otorga a todos los visitantes, ya sea Nigüijuti, que es puerco con molito, Guacasiscaldú o res con garbanzo, cocido de res, o lo que la familia prioste ofrezca, también se brinda pozol a todos los visitantes, para mitigar el calor y la sed.

Otro aspecto muy importante son los joyonaqués o ramilletes de flores, una técnica ancestral que aún llevan a cabo los maestros ramilleteros más longevos, así como las nuevas generaciones están aprendiendo este arte de la flor ensartada en el hilo y la aguja, que conforman la ofrenda hacia las imágenes.


Las Madres Santísimas son resguardadas en cajones mientras son trasladadas, estos se adornan con palmas y flores, estas últimas se regalan a los peregrinos, son las llamadas reliquias, estas figuras no se pueden fotografiar, aún cuando están ya en el altar, según dictan las tradiciones.

Es así como este fin de semana termina la celebración más larga del año, el domingo subirán de Terán a Copoya acompañadas de la música tradicional zoque, las danzas, las flores, ofrendas y permanecerán guardadas hasta enero, cuando vuelvan a bajar para dar inicio a un nuevo año de festejos.

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