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  • AGENCIAS

Pujols y su gran deseo

La caminata de 11 metros que va del círculo de espera a la caja de bateo del Busch Stadium se ha convertido en algo habitual para Albert Pujols. L0 ha hecho más de 2.000 veces durante su carrera (4.000, si toman en cuenta el antiguo estadio). Sin embargo, algo se sintió distinto en la jornada del 2 de septiembre, cuando fue anunciado como bateador emergente en la séptima entrada de un partido contra los Chicago Cubs que habría caído en la irrelevancia.

El aire era un poco más fresco; el ambiente, cada vez más tenso. Se acercaba octubre, pero parecía que toda la ciudad ya estaba presente en espíritu, anticipando lo que estaba en el horizonte. Habían pasado once años desde que Pujols experimentó por última vez el atractivo del béisbol de postemporada en San Luis, pero de repente todo le volvía a ser familiar. En ese momento, casi parecía que nunca se hubiera ido."Esa noche me afectó", dijo Pujols. "Me afectó. El ruido... era distinto".

El final de la carrera de Pujols, que abarca 22 años en el béisbol y le hace merecedor del Salón de la Fama, muchas veces se ha sentido como si fuera un sueño fastuoso. Volvió al lugar donde se convirtió en un símbolo, alcanzó el más distinguido de los hitos y con 42 años, se convirtió en importante colaborador de un equipo campeón de división, jugando a niveles que ya no parecían alcanzables.

Mientras Pujols padeció dificultades durante la mayor parte de la última década con Los Angeles Angels, a menudo parecía que toda una generación crecería sin experimentar realmente la grandeza de Pujols. Y entonces allí estaba, un último indicio de ella al final. "Una bendición", así lo denominó Pujols. Pero el verdadero premio le espera.

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