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  • Mario Aquino

San Valentín, entre la religión, el amor y el consumo

Tuxtla.- En algunos momentos de la vida vamos pensando en aquella persona que consideramos especial, un sentimiento que en ocasiones se convierte en la acción de llevarle un presente, no importando el tamaño ni precio, simplemente la sensación de darlo con el corazón; pero, actualmente hay una fecha que esta sobre estigmatizada, comprometiendo en ocasiones a una “presión social” sobre algo que no estamos dispuestos hacer, olvidando el verdadero significado del inicio de esta “costumbre”, por esta razón recordaremos a San Valentín, un religioso muy devoto el cual ignorando toda las restricciones habidas, veía la importancia de unir dos entes enamorados



Dentro de la historia oral e investigaciones correspondientes hay una particularidad que se resalta en cada escrito, pue se menciona haber tres “San Valentín”, en distinto espacio tiempo así como una versión diferente, el más popular y por el cual se atribuye esta celebración fue un sacerdote de nombre Valentín; viviendo en roma durante el gobierno del emperador Claudio II (es aquí donde se da sentido al porque lo apodaban el beatífico de los enamorados) durante su ascenso al poder en el siglo I, inicia un expansionismo romano, grandes extensiones eran anexadas al imperio, guerras que habían comenzado con gobernantes anteriores culminaban de una manera victoriosa durante su mandato, pero uno de sus decretos fue prohibir a su ejército tener alguna especie de relación afectuosa o familiar, aludiendo esta acción como un mejor rendimiento de sus tropas, pues al no estar ligados de manera sentimental serían más feroces en las batallas, de lo contrario al comprometerse, tendrían miedo de dejar desolada a su esposa e hijos. Para el feligrés era ponderado como la más grande de las injusticias, conjeturando que los votos de amor se consideraban sagrados, a escondidas celebraba el matrimonio para jóvenes enamorados, desafiando a las autoridades, pero sabiendo que Claudio no podría hacer nada debido al prestigio que llego a obtener este patrón de los enamorados.

Al poco tiempo, Valentín fue encarcelado y ridiculizado por parte del mismo ejercito quienes no apoyaban sus ideales, uno de los sucesos más inauditos fue cuando milagrosamente curo de ceguera a la hija de un oficial que lo custodiaba, dejando anonadada a la familia, posterior a eso, se ordena su ejecución un 14 de febrero; y aquella joven quien había sanado, en agradecimiento siembra un almendro de flores rosadas junto a su tumba, los cuales hoy en día son frutos considerados símbolos de amor y amistad.


Uno de los otros individuos respetados como el apóstol del amor, fue el obispo de una provincia italiana llamada Pignataro Interamna, conocido principalmente por las evangelizaciones, milagros y curaciones que realizaba, subsistiendo durante el siglo II bajo el mandato del emperador Marco Aurelio, quien lo manda a matar en la madrugada para evitar la reacción del pueblo que le tenía gran admiración, esto debido a no poseer los mismo ideales, viéndolo como una “amenaza”. Del último prójimo su información escasea, solo se sabe que fue martirizado en África con algunos de sus compañeros.


Posterior a estos acontecimientos, fue en el siglo V cuando la iglesia católica se apropia de la tradición, creando la conmemoración del 14 de febrero para llevarse a cabo un culto al santo; esto conllevaba varios objetivos, uno de ellos, cristianizar la celebración pagana de las lupercales (fiestas sexuales) que se llevaba a cabo durante las mismas fechas. A pesar de la falta de veracidad en la leyenda del día de los enamorados, estos ideales se fueron haciendo cada vez más fuertes de una manera tergiversada, pues los obsequios pasaron de ser cartas expresando el sentir amoroso hasta apropiarse de un consumismo repetitivo y posiblemente obligado; en una sociedad regida de estereotipos donde lo único que importa es seguir tendencias, sin la necesidad de ver el origen de las cosas, en su momento el papa Gelasio I afirmo: San Valentín era uno de aquellos santos cuyo nombre son venerados por los hombres, pero sus actos solo Dios los conoce.

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