Servirá el protocolo

Annete Lewis

Mario Balotelli tomó la pelota con las manos y la lanzó a la tribuna, desesperado, después de escuchar cánticos racistas en Italia, en el Verona vs Brescia; no es la primera ocasión en la que el jugador de nacionalidad italiana, pero de ascendencia africana, es señalado de esa manera en ese futbol.

Pero el delantero estalló de nueva cuenta y la decisión fue aplicar un protocolo en el que, se detiene el juego por unos minutos, se habla por el sonido local y se trata de evitar ese tipo de acciones. Que cuáles son las palabras con las que se dirigen al jugador, es complejo hasta tratar de repetirlas en este espacio.

En México, en Chiapas por ejemplo, estamos demasiado familiarizados con la palabra negro, que evidentemente se aplica a las personas de tez morena, aunque no necesariamente negras. Pero a veces, basta con tener el cabello negro en una familia con el cabello claro, para ser llamado de esa manera y se ha manejado de forma tan común, que muchas veces, los morenos ya no sienten ningún tipo de ofensa; es más, hasta entre los morenos suelen bromear con ese tema y aceptan sin problema que se les llame así.

Evidentemente, lo que puede provocar que sea una agresión o no, es la intención con la que se usa la palabra. Si uno lo hace contra un jugador rival (tratando de llevarlo de nuevo al deporte), evidentemente no es en un tono amistoso, de cariño ni mucho menos. Se trata de una forma despectiva en la que, el cariño que pudiera despertar algún lazo de amistad, termina convertido en un insulto, una palabra que busca denigrar.

Claro que se ha llegado a sobrepasar algunos límites y es por eso que, buscar crear protocolos para erradicar la homofobia de los estadios, debe extenderse al racismo. Han existido algunos episodios de ese tipo que se han quedado en una charla en CONAPRED, pero que requiere de poner más atención.

En fin, vaya que si hay que ir colocando las cosas en su sitio, poner atención en los detalles y que se vayan dando cuenta de lo fundamental que es el respeto y aumentar los valores en los estadios del futbol mexicano; mientras, Balotelli no pudo más en un país que cada vez da más muestras de intolerancia.

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