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  • ALEJANDRA OROZCO

Suchiapa, tierra donde se cosecha la pitahaya

La pitahaya o fruta del dragón se está poniendo de moda, es una fruta atractiva por su color, forma y textura, que incluso cadenas de alimentos y bebidas están utilizando en algunas de sus preparaciones, aunque no es originaria de nuestro estado, hay cada vez más productores interesados en su cultivo y comercialización.


Uno de ellos es José Manuel Cárcamo Domínguez, agricultor y productor, dueño del Rancho la Pit’yaya, que se ubica a unos kilómetros de Suchiapa, tierra idónea para cultivar y cosechar este fruto por su clima y altitud, esta fruta se ha convertido en su hobbie, su terapia y su vida.

Don Manuel es profesor jubilado, en cuanto dejó de trabajar quiso irse al campo, compró esta tierra y desde hace 11 años comenzó a sembrar la fruta, aunque la idea surgió antes, desde hace 12 años.

La pitahaya es una planta americana muy noble, que se puede transportar sin restricciones, para que crezca, se requieren tutores vivos o muertos, desde que se siembra, si se cuida bien, al año o dos años ya produce, es una planta perenne, es decir, mientras no caiga el tutor, puede vivir hasta 50 años, según nos platica.


La temporada de esta fruta es de junio a octubre, con las primeras lluvias de mayo y algunas desde abril permiten la floración y se dan cinco cosechas, una por mes, las primeras dan de 800 kilos a una tonelada, pero pueden dar mucho más en las 10 hectáreas que tiene sembradas.

"Las producciones más fuertes son las producciones de agosto, como ustedes verán ahorita todas las plantas tienen flores, se imagina usted aquí 10 mil plantas con cinco, seis frutas cada una, por eso auguramos una buena cosecha y esperamos que ya haya botones para la cosecha de septiembre”, señaló.

La pitahaya es una fruta exótica, se compone de 80 por ciento agua, contiene vitamina C, B, B12, tiamina, minerales como calcio, fósforo, hierro, es de las frutas más

completas, por eso es cara, se da desde los 0 a mil 800 metros sobre el nivel del mar, incluso puede dar flores a un nivel más alto, pero no da frutos, cada una pesa desde 400 gramos hasta un kilo, y actualmente acaba de terminar el proceso de floración.

"Desde que sale un botón en la planta lleva 18 días para que aparezca esta flor hermosa, luego tienen que pasar 25 días para que se marchita la flor y salga la fruta, que sale detrás de la flor, aunque si llueve mucho se puede atrasar y si está muy seco se puede adelantar uno o dos días”, nos explicó.

Hay tres variedades, la de pulpa blanca, roja e incluso la amarilla, nos explica que la fruta se mide en grados Brix por sus azúcares, la pulpa blanca está entre 10 y 12 grados Brix, la roja está entre 15 y 17 grados Brix y la amarilla está entre 20 y 22 grados Brix, es decir, es más dulce la amarilla.


Don Manuel y su esposa se convirtieron en gente de campo. Les gusta dedicarse a su cultivo, que también es una fuente de empleos pues también se requiere gente para cortar, despulpar y transformar, tienen su propia micro empresa que ha registrado más de 100 subproductos de esta fruta transformada, como salsas, aguas, panes, mermeladas y vinos.

“Es muy satisfactorio, en lo personal, nos da mucho gusto que a más de una década haya más de 25 sembradores y otros más

interesados, tuvimos la oportunidad de ir abriendo mercado, porque esta fruta se puede transformar, además estamos vinculación con las universidades para que las nuevas generaciones también se involucren en este gran campo de oportunidad”, señaló.


Recuerda que cuando decidieron jubilarse e irse al campo, quisieron sembrar algo diferente en Chiapas, hubo otros proyectos rentables pero se decidieron por la pitahaya, incluso, pensaron que sería fácil pero no tenían ni idea en lo que se estaban metiendo… tuvieron que buscar dónde había producción, en ese entonces sólo se daba en Puebla, Campeche y Yucatán, y así iniciaron, convirtiéndose en pioneros en la materia.

De acuerdo con la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca (Sagyp), Chiapas ocupa el sexto lugar en producción de pitahaya, con unas 50 hectáreas diseminadas en 15 municipios, don Manuel vende los esquejes y obtiene de 70 a 80 toneladas de cosecha.


“En la vida no hay nada difícil, sólo hay que tener voluntad de hacer las cosas, yo no sabía casi nada del campo, después de 10 años sigo siendo aprendiz, no hay más que deseos, el problema son los procesos de comercialización, pues muchos producen y no saben qué hacer, además no tenemos industria, es ir emprendiendo poco a poco y transformar la fruta en otros subproductos”, finalizó.

A don Manuel y su familia les encanta recibir gente, su rancho es una gran opción de ecoturismo o turismo de experiencia para poder involucrarse en el proceso, disfrutar de una preciosa vista y apoyar así el comercio local, todo el que quiera aprender sobre este proceso es bienvenido en el Rancho La Pit’yaya.

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