Tuxtla honra sus raíces con la elaboración tradicional de ramilletes y guirnaldas zoques
- NOÉ JUAN FARRERA
- 1 may
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Tuxtla.- Este jueves 1 de mayo, en la comunidad zoque de Tuxtla Gutiérrez, se llevó a cabo la elaboración tradicional de los ramilletes o Joyonaqué y la ensarta de flor de mayo, ofrendas que serán presentadas mañana en la ermita del Señor del Cerrito como parte de las festividades de la Santísima Cruz, celebración católica de profunda raíz indígena.

Diego Alberto Chávez Miranda, Prioste del Primer Ramillete de la priostería zoque de la Ermita del Señor del Cerrito, Manuel Niño Salvador, encabezó esta significativa actividad que reafirma el vínculo entre fe, identidad y cultura en la capital chiapaneca.
La ensarta de flor de mayo es una ceremonia comunitaria en la que participan socios e invitados que, con aguja, hilo y flores en mano, elaboran collares florales que serán ofrecidos como símbolos de devoción. Estas guirnaldas se confeccionan principalmente con la tradicional flor de mayo, conocida por su fragancia y valor simbólico, tanto en los collares como en los ramilletes, aunque, en éste último, en años recientes, se ha comenzado a utilizar también flor de bugambilia y otras flores comerciales, debido a la escasez de la especie original causada por la urbanización.

Por su parte, los ramilleteros —personas también invitadas— crean bellas ofrendas florales decoradas con imágenes que representan la identidad de la etnia zoque, manteniendo viva una costumbre que, además de religiosa, es una manifestación de pertenencia cultural.
Esta tradición no se limita al 3 de mayo, Día de la Santa Cruz, sino que también se realiza durante la Semana Santa y el Día de San Marcos (25 de abril), patrón de Tuxtla Gutiérrez. A lo largo de estas fechas, se adornan altares y se fortalecen lazos comunitarios a través del arte floral y la espiritualidad.

Durante la jornada de elaboración, las mujeres zoques lucen sus trajes típicos: blusas bordadas a mano y faldas largas que reflejan la riqueza estética y simbólica de su cultura. La música de marimba, las danzas tradicionales y los relatos orales sobre el origen de estas prácticas enriquecen la experiencia colectiva.

Más allá de su carácter religioso, la ensarta de flor de mayo se ha convertido en un acto de resistencia cultural. Su continuidad representa un esfuerzo por preservar la memoria ancestral y transmitirla a las nuevas generaciones, reforzando la identidad del pueblo zoque en medio de un entorno urbano en constante transformación.
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