Un pedazo de La Patagonia en la ciudad
- ALEJANDRA OROZCO
- 27 ago 2023
- 5 Min. de lectura
Tuxtla.- Gabriel Alfredo Quiñones tiene 41 años, de los cuales lleva sie7e viviendo en Tuxtla, conoció a su esposa chiapaneca y decidieron vivir aquí, a pesar de que en ese entonces Argentina estaba bien decidió venir, él era docente de Química y Biología, acá intentó ingresar al sistema educativo pero no se pudo, pues es muy difícil; sin embargo, en el norte argentino la mayoría cocina, es un hobbie, un placer juntarse con los muchachos y ver quién hace el mejor asado, pizza o empanadas, ahí la gastronomía es muy diferente a la del centro y sur de Argentina, pero hay una constante que son las empanadas, choripanes o el asado, aunque hay distintas formas de hacerlo.

“Yo fui mesero, cocinero, después socio de un buffet de carnes, pero me despertó el deseo de cocinar, quise entregar algo más genuino a lo que estamos acostumbrados, porque cuando venimos tenemos que tropicalizarlo, para alguien que cocina regionalizarlo cuesta, el cambio siempre cuesta, tratar de hacer algo más fiel; entonces decidimos poner un lugar, tenía un chef muy bueno pero se fue a Estados Unidos y ahora cocino yo, al ser emprendedores dependemos del comensal, tiene que venir, disfrutar, se tiene que ir y regresar, queremos que esté cómodo, y si encuentra buena comida, que encuentre una buena charla y un amigo”, señaló.
Una de las cosas que más lo impactaron al venir, es que aquí no hay siesta, en cambio allá se duerme después de almorzar; además la manera impresionante de trabajar, la fuerza de trabajo, que hay mucha rotación de personal, él es un emprendedor pequeño, tiene una persona que meserea y él en cocina, o en fin de semana tiene dos, no puede pagar más de lo que ingresa al negocio, quisiera trabajar lo justo y pagar lo justo, pero desafortunadamente no hay un ingreso tan fuerte.

“Lo que sí encontré fue una estabilidad económica que hace tiempo no se sentía, cuando vine se mantenían los precios, cuando en Argentina mes con mes aumentan, varían, hay manifestaciones, cuando era chico me iba al parque, compraba el algodón de azúcar, veía al heladero, son cosas que ya no se ven allá, la comida callejera acá es impresionante, es como Argentina en los 80s, 90s, aquí mantienen las tradiciones y eso es muy bueno, yo me siento chiapaneco, cuando voy a Argentina estoy una semana y ya me quiero regresar, uno echa raíces, a pesar de que uno nunca se adapta totalmente”, señaló.
Su negocio, La Patagonia, originalmente se iba a llamar El Litoral o El Chaqueño, algo propio de su región, pero su esposa influyó en que aquí conocen La Patagonia, así quedó y se registró como La Patagonia Tuxtla; su objetivo principal es vender cortes, pastas, empanadas pero decidieron para la noche dar algo más normal, que son las pizzas, empezó a descubrir cómo diseñarlas, si bien no tiene una formación culinaria, ahí le fue buscando, la comida argentina por lo regular está asociada a algo caro, costoso, y aunque comer carne buena sale caro, hablando con su esposa quisieron hacer algo más accesible, consiguieron proveedores de buena carne, queso y pudieron dar un buen precio también.
“Nuestros precios son muy competitivos con otras pizzerías locales, el fuerte son las pizzas, hay clientes que piden pizza para los chicos y una tabla de carnes para la pareja, es a su gusto si quieren ensalada o papas, solas o con lemon pepper, a veces hasta picante, aunque no nos gusta porque adormece las papilas gustativas, mi carne solo lleva sal y pimienta para que sientas el sabor, no lo disfrazo marinando con chimichurri, aceite con ajo o salsa inglesa porque lo inunda, mi objetivo es que lo pruebes y ya luego le añadas cosas”, señaló.

Después se vende el choripán, empanadas, la pasta Alfredo de camarón, un sándwich argentino que allá se llama lomito y se hace con sirloin o picaña, como lo quiere introducir lo tiene a un precio muy bajo, va metiendo variedades porque el menú se tiene que renovar; aquí puedes encontrar abierta la cocina de 6 a 11, si los clientes se quieren quedar a la sobremesa no les apagan la luz, no les mueven las sillas, quieren que estén cómodos, a los meseros les dicen que no estén ahí encima, a menos que los llamen.
“Aquí en Chiapas, turísticamente me encanta San Cristóbal, me encanta comer allá, un buen chocolate, café, masas francesas; de El Chaco me traje el burrito, una hierba para tomar mate, extraño ir al río, hacer un asado, ir a pescar, estar con el viejo y la vieja, o sea papá y mamá, a veces aquí los clientes me dicen si estoy enojado pero no, estoy concentrado en dar lo mejor y parezco enojado pero no lo estoy, para el argentino es una obligación que si alguien va a tu casa se sienta bien, llevamos ya dos años y medio con el negocio”, señaló.
En cinco años, dice que le gustaría tener un lugar más lujoso, no tan rústico, al principio fue una prueba, salió bien pero le encantaría un buen lugar con aire acondicionado, buenas mesas, buena vajilla, tratando de que no porque sea así sea caro, sino accesible y que se conozca la gastronomía como es, por ejemplo no tiene catsup, no quiere que a su pizza o a las papas le echen toneladas de catsup y no sientan el sabor pero no lo entienden, él recomienda tratar de probar una porción sin salsa y que le digan la verdad, ya luego si quieren le pongan salsa, y si no les gusta, tratar de que les guste, como es un negocio chico, todavía puede personalizar la atención, le gusta estar muy pendiente de qué le guste a su cliente.

“Yo iba a abrir, cuando se viene la pandemia, me paralizo, sigo pagando renta, se cerraron instituciones, como venimos de una sociedad donde hay ciertas reglas por cumplir no podía abrir así nada más, me sentía inseguro, y qué bueno porque me visitaba el gobierno y me pedían papeles, me decían qué me faltaba y trataba de ir solucionando las cosas, tardé tiempo hasta que se abrió una ventana para registrar el negocio, darme de alta en Hacienda, tener mi RFC, pagar mi contador para estar en regla y no me clausuren, cuestiones primordiales para no estar en la ilegalidad”, dijo.
Si pudiera pedir tres deseos, sería salud, que es bien importante en un país que no es el tuyo, acá dice que la salud es muy cara, también pediría que su familia esté bien, acá y en Argentina, después crecer, poquito o mucho pero nunca quedarse estancado, a veces uno mentalmente tiene que prepararse para la abundancia, dice que si tienes más se te van los pájaros, quieres cambiar, comprar cosas de mayor valor, hay que estar mesurado, mantener tu esencia porque el dinero te pierde.

“Siendo más grande quiero regresarme a Argentina pero bien, si pudiera enviarle un mensaje a mi gente sería que los quiero un montón, mi esposa está en Cancún con mi hija trabajando y las extraño, extraño a mi familia en Argentina, les deseo lo mejor”, finalizó. Puedes conocerlos en la cuarta norte y 22 oriente, frente al Oxxo en la calle que divide El Vergel y El Brasilito, hay una Mafalda afuera, así que no hay pierde; en Instagram y Facebook los encuentras como La Patagonia Tuxtla, por teléfono al 9612141528 a partir de las 6 de la tarde, o a su personal, 9611678364.
There’s something magical about places that bring a whole region’s soul into the city—this one really captures that Patagonian essence. It made me crave those rustic, smoky flavors that go so well with the vibe. I recently cooked chorizo using a step-by-step guide I found, and it completely changed the way I grill. The texture came out just right, the flavor was bold but balanced, and honestly, it brought that outdoor, earthy feel straight to my table. Totally worth it.