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  • ALEJANDRA OROZCO

Vírgenes de Copoya están de fiesta

Tuxtla.-  Desde el 30 de enero, las vírgenes Olochea, Candelaria y del Rosario bajaron de su recinto en Copoya, entre cuetes, danzas, tambor y carrizo, dando inicio a la celebración más grande de la cultura zoque, chiapaneca y de todo México: su fiesta tarda 48 días, durante los cuales son trasladadas de casa en casa, en cada vivienda las esperan con devoción y fe para celebrarlas como merecen.

El primer día, llegaron a la casa de Alejandro Toledo Nangüelú, primer madre de espera, que fue quien recibió el primer día de festividades, son los primeros cuatro días los que les toca a los cargos grandes recibir a las imágenes, siempre acompañadas de la mayordomía y priostería, de ahí se hace la velada para continuar a la casa del segundo madre espera, primer y segundo mayordomo, todo esto en el marco del Día de la Candelaria.


"Se mezcla mucho misticidad, espiritualidad y sobre todo amor, creo que la herencia que nos han dejado nuestros abuelos se ve reflejada ahorita en poderlas recibir y tenerlas aquí en la casa, nos sentimos muy contentos por esta oportunidad y que Dios bendice nuestra casa”, explicó, y es que las imágenes se mantienen al interior de la casa, donde no se pueden grabar, mientras que hay rituales a lo largo del día.

"En el caso de las mujeres, son las únicas que toman chocolate, que es como un presente, como parte de mujeres, y de hombres, como vienen acompañando a la madre santísima cuando llegan aquí se les ofrenda su pozolito y más tarde su comidita... el caldo de res o guacasiscaldú que le llamamos, es el que es repollo, garbanzo y res", señaló, durante estos días se prevé que visiten 40 casas en la ciudad, entre varias colonias, así hasta el 17 de marzo, cuando vuelven a subir.


La gastronomía es parte importante, tanto de la cultura zoque como de esta festividad, cada familia que alberga durante 24 horas a las vírgenes, reciben a todos los visitantes con la comidas y bebidas típicas, por ejemplo, Óscar de la Cruz, albacea de la mayordomía zoque, explica que la comida principal del día fue el putzatzé, que es la menudencia de las vísceras de res y el guacasiscaldú, que es el caldo de res con garbanzo y repollo.

“El putzatzé se sirve a las 12 del día y el guacasiscaldú se sirve a partir de las 2:30 o 3 de la tarde, para que todos estén comidos antes que salga la madre santísima a su nuevo domicilio, en tanto la bebida del día es pozol blanco, pero también se da el pozol de cacao, que es maíz con cacao”, señaló.


Si bien no se tiene un número concreto de cuánta gente asiste, porque llegan incluso de fuera, sean invitados o no invitados, ellos asisten a dejar su veladora, su flor, su limosna a la madre santísima, todos son bienvenidos y todos demuestran la gran fe que le proyectan a estas advocaciones de la Virgen María.

Parte fundamental en esta celebración son las comideras zoques, que han heredado las recetas de sus ancestras de generación en generación, esa es su manera de rendir veneración a las virgencitas, a través de sus manos preparar los alimentos que saciarán el hambre de todos los visitantes, conservando el sabor zoque y haciendo de esta, la fiesta más mística y larga de México.

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