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  • EFE

Yehualtepazolli, escapar de la violencia con juego de la pelota mesoamericano

Tlacotepec.- Un pequeño grupo de jóvenes busca resucitar el prehispánico juego de pelota mesoamericano en un municipio situado en el llamado triángulo huachicolero, una región del central estado mexicano de Puebla donde imperan a sangre y fuego bandas delictivas dedicadas al robo de hidrocarburo.



El sonido que emerge de un caracol reúne a los integrantes del equipo Yehualtepazolli, que significa "nidos de aves que rodean los cerros", según la lengua madre, el náhuatl.

Este equipo rescata y difunde este juego y a través de él buscan cambiar la imagen de la violenta región y arrebatar de las garras del delito a las nuevas generaciones.


Con taparrabos y protectores en antebrazos y cadera, mujeres y hombres de dos escuelas públicas de los municipios de Tlacotepec de Benito Juárez y Yehualtepec, golpean la pelota de caucho de esta práctica deportiva prehispánica desde el 1.400 a.C.


Mientras un huéhuetl, un tambor de cuero, resuena a toda intensidad.


RESILIENCIA ENTRE CRIMINALES


Antes de la pandemia por covid-19, hasta 40 jóvenes lograban reunirse para sentir una adrenalina surgida del interior del alma.


Hoy suman cerca de 16 quienes retoman el juego en el conocido como Triángulo Rojo, una zona en la que colindan los estados de Puebla, Veracruz y Tlaxcala donde la delincuencia tiene el control territorial y no han dudado en atacar a militares, policías federales y estatales.


"Una de las motivaciones es el espíritu resiliente que debemos tener, florecer en la adversidad y creo que es un gran reto el que florezcamos en medio de esta crisis de inseguridad y de desesperanza. Creo que los jóvenes están siendo parte de un semillero extraordinario para las nuevas generaciones", afirma a Efe el profesor Sebastián Domínguez Sánchez, impulsor del proyecto.


A diferencia de otras agrupaciones en el país donde los equipos surgen de grupos de danza, aquí se conformó por una iniciativa de autoridades educativas para crear proyectos interdisciplinarios y la propuesta que se lanzó fue la integración de un equipo que logró romper estigmas.


Rodeado por vestigios arqueológicos en el municipio de Yehualtepec y desde la comunidad rural de Tepazolco, del ayuntamiento Tlacotepec de Benito Juárez, el maestro afirma que el rescate del juego de la pelota es un objetivo que se desdobla: su difusión con exhibiciones y torneos, influir para que pueda incluirse al sistema educativo mexicano y encauzar a las nuevas generaciones.


FORTALEZA FÍSICA Y ESPIRITURAL


Ataviada con un taparrabos, María Isabel Sánchez Carrera, una estudiante universitaria de 22 años, aprendió que el deporte mesoamericano aportaba fuerza, equilibrio, inteligencia y fortaleza espiritual.



"Se siente una adrenalina y cuando estás en zonas arqueológicas se despierta algo dentro de ti que te identifica. Es algo como si ya lo tuvieras dentro y sale a relucir esa cultura que llevamos como mexicanos", describe la integrante del equipo Yehualtepazolli.


En una región donde son constantes las escaramuzas de autoridades federales y estatales por tratar de capturar delincuentes, al principio este juego fue para ella una experiencia muy ruda y brusca.


Algo que no esperaba pese a que la pelota de caucho pesa tres kilos y requiero un gran esfuerzo físico.


Pero a la distancia, explica, es algo que la llena de adrenalina.


Junto con otros estudiantes de la región ha participado en exhibiciones locales y nacionales.


Además, lograron el primer lugar en un cuadrangular celebrado en Teotihuacan, un amplio complejo arqueológico mexicano cerca de la Ciudad de México.


Y obtuvieron el segundo lugar en el Torneo Internacional del Juego de la Pelota Olmeca celebrado en el sureño estado de Tabasco.

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