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  • ALEJANDRA OROZCO

El cuerpo posparto, una nueva piel


Han pasado ya más de dos meses desde que me convertí en mamá, los cambios en mi rutina, en mi vida y en mi cuerpo son muchísimos, y es verdad eso que dicen, que cuando nace un hijo, muere la mujer que eras para dar paso a una nueva.

Desde que pisé el hospital ese 4 de marzo, estaba consciente de que mi vida jamás sería la misma, que en el momento en que Elisa viniera al mundo, dejaría de ser Alejandra, la mujer de 27 años que iba a conciertos, amaba viajar y jugaba póker todos los fines de semana.

Espero no se me mal entienda, no lo digo como reproche ni dando a entender que nunca mas podré ir a un concierto, viajar o jugar póker, sino que todo eso quedó relegado a un segundo plano, porque en ese momento nació Alejandra, la mamá de Elisa.

Mi vida ha girado en torno a ella desde entonces, por elección y convicción, no por obligación, pues la prefiero a ella por sobre todas las cosas y nos hemos dedicado a conocernos, entendernos y amarnos de una manera que antes no conocía.

Si bien el bebé demanda toda la atención de una nueva mamá, también es sano y necesario darse el tiempo para una misma, para no enloquecer; como cuando aprovecho que ella está dormida para jugar en el celular, para leer o ver una serie, o cuando aprovecho a que está en brazos de mamá o algún familiar para platicar con amigos o ver una película, incluso para darme un baño, pintarme las uñas o arreglar mis cosas.

Ser mamá es un trabajo de tiempo completo, sí, pero no tiene por qué ser una carga, más cuando tengo la bendición de contar con la ayuda y el apoyo de mi familia, sobre todo de mi mamá, que aparte ama estar con Elisa.

El otro día, fui a mi consulta con el ginecólogo después de los 40 días, fue la primera vez en estos dos meses que me separé de Elisa (aunque solo fue un par de horas), la primera oportunidad que tuvimos de estar solos en pareja, aunque solo fuera para ir al doctor.

Les digo que también el cuerpo cambia, pero no como me esperaba: ya perdí el peso que había ganado, incluso peso un kilo menos de lo que pesaba cuando me enteré que estaba embarazada, sin seguir dieta o ejercicio, pues el cuerpo también es muy sabio y regresa todo a su lugar.

La lactancia ha sido un gran aliado para perder peso, sin contar los beneficios que le trae a Elisa, además de que mi periodo no ha regresado; lo que sí es que, aunque sigo tomando vitaminas, se me está cayendo todo el pelo que gané en el embarazo, aunque sigue brillante.

En este proceso no me salió ninguna estría, quizá tengo un poco de celulitis en las piernas, pero cuando ya pueda hacer ejercicio estoy segura podré tonificar, pero en general, debo confesar que me gusta aún más mi cuerpo que antes del embarazo, dicen que “me sentó bien”, y eso me ha ayudado a no caer en la temida depresión posparto ni a bajonearme.

Sin embargo, cada mujer es única y a cada una le va diferente en este periodo, lo importante es saber que todo vuelve eventualmente a la normalidad, que nuestro cuerpo es muy sabio y hay que escucharlo, consentirlo y cuidarlo, porque aparte sigue sirviendo de soporte a nuestro bebé al producir su alimento.

El doctor me dijo que todo va bien, solo hace falta regenerar algo de tejido interno, algo lógico considerando que apenas tiene dos meses que me operaron, es muy importante darnos ese seguimiento, pues aunque el bebé es ahora el foco de atención, no hay que dejarnos de lado ni restarnos importancia, pues nosotras fuimos las responsables del milagro de dar vida.

Esta semana regresé a labores, aunque desde casa porque soy vulnerable al Covid 19 por estar lactando, y les juro que creció mi admiración a las mamás que trabajan; hay que dividir el día entre dar de comer, apapachar, cambiar pañales, hacer dormir y cumplir con el trabajo, diario hacemos malabares por ser mamás y también profesionistas... y eso que aún no regreso de manera presencial, pero ya les contaré.

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