top of page
  • ALEJANDRA OROZCO

Los niños... qué rápido crecen


Muchas personas en muchos momentos me han dicho una frase trillada: “los niños crecen muy rápido”, “el tiempo pasa volando”, y no había creído tanto en sus palabras como ahora. ¿Pueden creer que ya pasaron casi tres meses desde que Elisa está con nosotros?

El embarazo fue una experiencia aparte, por momentos pasaba muy rápido, al final lo sentía demasiado lento, como si llevara un año embarazada y esperando con ansias verle el rostro a mi bebé, tanto así, que cuando lo hice, no supe cómo reaccionar, cada noche lo recuerdo como el mejor día de mi vida y me embarga de nuevo la emoción que sentí en aquel quirófano, entre la anestesia y los nervios.

Hace poco celebré mi primer día de las madres, y me pongo a pensar si realmente un par de meses con mi bebé entre mis brazos son suficientes para poder llamarme madre, si las pocas experiencias que hemos vivido juntas bastan para establecer el vínculo.

La verdad es que sí: no saben lo que siento cuando me ve a los ojos, cuando deja de comer y sonríe o los abre, grandes y brillosos; cuando se ríe mientras le hablo de formas que jamás creí hacerlo, cuando la veo dormir tan tranquila y me acerco a comprobar si está respirando, cuando veo cómo reconoce a su papá y le sonríe al verlo, esos pequeños detalles llenan mis días, llenan mi corazón y mi alma.

Aunque trato de vivir el día a día, no puedo evitar todas las noches pasar horas despierta pensando en cómo va a ser cuando crezca, en qué escuela estudiará, cómo vamos a decorar su cuarto, si tendrá un hermanito o hermanita, otra frase de mi madre que ahora comprendo, es esa de que “a partir de ahora, ya no volverás a dormir bien por el resto de tu vida”.

Creo que parte de ser padre o madre es eso, vivir preocupado porque tu hija o hijo esté bien, los primeros meses no duermes por darles de comer y acomodarlos, ya que crecen, no duermes por checar que no se caigan de la cama, después, esperándolos a que regresen de la fiesta, y así sucesivamente.

Incluso, vi en un documental que desde que nace un hijo, en el cerebro del cuidador principal -que en la mayoría de los casos es la madre, pero en algunos casos es el papá-, se enciende una alerta permanente, los estudios demuestran actividad en un área que nos mantiene alertas ante sus necesidades.

Volviendo al título de esta columna, los niños crecen muy rápido. Elisa usó su ropa de recién nacida apenas una o dos semanas, pasó a etapa 1 de pañales en menos de un mes -por lo que ya no le compro cajas de pañales, sino paquetes semanales, no vaya a ser que crezca de un momento a otro-, cada día está más grande, más pesada, más hermosa.

Por ahí he escuchado que si los niños lloran y quieren brazos, “se malacostumbran”, pero la experiencia de otras mamás me dice otra cosa. Estoy empezando esa etapa en la que Elisa llora cuando no me ve y se tranquiliza en mis brazos, y me siento dichosa de que me necesite y de que pueda reconfortarla.

La verdad, no me importa que “se acostumbre” a estar en mis brazos; ¿dónde va a estar mejor que en los brazos de sí madre? Además, el tiempo que duran “malacostumbrados” a los brazos es muy poco, en unos meses va a ser una niña que gatee, camine y explore el mundo por su cuenta, y no va a querer estar cargada, sino valerse por ella misma.

Sí, los niños crecen rapidísimo. Sí, en sus primeros meses sólo quieren estar en brazos, solo se duermen abrazados, y por eso todos los días aspiro su olor a bebé, le beso los cachetes, memorizo el brillo de sus ojos y sueño con su timbre de voz, porque en menos de lo que me imagine, va a estar corriendo y caminando siguiendo su propio sendero.

32 visualizaciones

Entradas Recientes

Ver todo
Banner GOB.jpg
Banner 950x125.jpg
bottom of page