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  • VANESSA TRACONIS QUEVEDO

Comprender el impacto social del cáncer facilita las alianzas para combatir la enfermedad


Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), se prevé que para el 2030, la carga de cáncer en América Latina aumente en un 32%, llegando a la cifra de 5 millones de personas diagnosticadas cada año; es por ello, que esta enfermedad es una prioridad y urgencia en la agenda 2030, que se engloba en el tercer objetivo, que busca que los países lleven a cabo estrategias desde sus agendas locales, a través de alianzas entre actores políticos y sociedad civil con el fin de tomar acciones permanentes en la lucha contra el cáncer y permear la conciencia de los tomadores de decisiones a fin que esta enfermedad sea considerada como un tema de atención permanente para garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos y todas las edades; por ello, sus objetivos principales son la generación de conciencia y comunicación entre la sociedad –de todos los sectores y a todos niveles– para el diseño de las políticas públicas de salud, el desarrollo de investigación e innovación, proveer foros, generar mayor inversión en la prevención, detección y tratamientos, además de crear programas en los que se compartan las mejores prácticas médicas y especializadas para el tratamiento del cáncer, considerado como una epidemia global y un flagelo para la sociedad; asegurando con esto una respuesta sustentable y sostenible. 

El cáncer, en sus diferentes localizaciones y variantes, es un problema de salud pública a nivel mundial. De acuerdo con la OPS/OMS, se estima que hubo en el 2021, 20 millones de nuevos casos, y se atribuyeron a esta enfermedad casi 10 millones de defunciones; el pronóstico global es alarmante, ya que se espera que se duplique el total de casos nuevos para el año 2035 (GLOBOCAN), y para el año 2050, se proyecta que los nuevos casos de esta enfermedad aumenten en un 77%; lo que afectará aún más a los sistemas de salud, a las personas y a las comunidades; tan solo en Latinoamérica, dicho padecimiento, ocupa el tercer lugar como causa de muerte, siendo los más comunes el de mama, pulmón, colon, recto y próstata. Es lamentable, solo en México, en 2021, se registraron 1,122,249 defunciones, de las cuales 8% fue por tumores malignos (90,123). La tasa de defunciones por esta causa aumentó de forma constante, al pasar de 6.09 defunciones por cada 10 mil personas en 2010, a 7.06 en 2021 teniendo 46 por ciento de pacientes que fallecen por esta causa (INEGI, INCAN); un elevado número de fatalidades para un padecimiento que se puede tratar en todos sus tipos y que, en muchos casos es prevenible y curable; es por ello, que la OMS (Organización Mundial de la Salud) y la OIEA (Organismos Internacional de Energía Atómica) estiman que para 2040 más del 70% de los fallecimientos ocurrirán en naciones en transición epidemiológica como lo está presentando nuestro país.


El cáncer se ha convertido en un flagelo de la sociedad, aumentando su incidencia día tras día y en su atención se ha hecho evidente el acceso diferenciado de los servicios de salud a la población, reflejando la desigualdad y la falta de capacidad que tienen las instituciones públicas para el diagnóstico y la atención oportuna, correcta y asequible, lo que empuja a las familias a un espiral de pobreza multidimensional.

Estamos comenzando a darnos cuenta que trabajar juntos es importante, necesitamos continuar la inercia que se ha comenzado y colaborar para cambiar el curso de la historia para las generaciones futuras; de poco sirve la detección, si una vez diagnosticado el paciente, no se encuentra respuesta a la pregunta ¿y ahora qué?, ¿qué es lo que sigue?… porque cuando hablamos de una población sumergida en pobreza farmacéutica y exclusión sanitaria, el cáncer si es una sentencia de muerte –porque aunque la innovación médica ya ha realizado un progreso importante contra el cáncer, y en la actualidad, el índice de supervivencia relativa de cinco años para todos los cánceres ha llegado al 68%, desde el 49% de los años 70, y aunque se espera que a lo largo de la siguiente década, la cantidad de personas que hayan sobrevivido a cinco o más años tras un diagnóstico de cáncer, sigue aumentando; la realidad es que para la supervivencia se requiere acceso a servicios sanitarios correctos, oportunos y accesibles –el tratamiento del cáncer de mama puede ser eficaz, especialmente cuando se detecta a tiempo y por lo general, implica cirugía con o sin radiación y medicamentos; la efectividad del tratamiento depende de someterse al curso completo del tratamiento–, en la actualidad en México, estamos viendo a personas que reciben un tratamiento esporádico o nulo y que viven año tras año con una enfermedad avanzada, con cánceres que se han extendido y a pesar de los avances, los casos y las muertes siguen aumentado a nivel global.

Entonces, ¿Es realista pensar que tendremos un mundo sin el impacto del cáncer?, la Iniciativa Mundial contra el Cáncer de Mama de la OPS/OMS tiene como objetivo reducir la mortalidad mundial por cáncer en un 2,5% por año, evitando así 2,5 millones de muertes prematuras por cáncer de mama entre 2020 y 2040 en mujeres menores de 70 años, esta iniciativa global se basa en el compromiso de largo plazo de los defensores de las personas con cáncer, y ahora está involucrando a socios globales para coordinar esfuerzos para avanzar en el control de este padecimiento en todo el mundo. Hay que comprender que el grado de desarrollo social y económico que presenta la población, dará paso a más cambios, los cuales influirán en los resultados, demandando nuevas necesidades en salud, educación y sociales, entre otras –específicas para cada grupo poblacional–; pero cuando el paciente no cubra estos indicadores y sobre todo, cuando esté en la incapacidad de asumir el costo de un diagnóstico o tratamiento prescrito, entrará en una espiral que lo hunda en el círculo vicioso de la pobreza farmacéutica y exclusión social, sacándolo del mercado laboral, agravando la enfermedad y la adherencia al tratamiento y viceversa, además de la nueva aparición de otras patologías  que los va colocando, a ellos y a sus familias, en un nivel de pobreza extrema, sin olvidarnos además que en estos últimos años siguen haciendo frente a una triple problemática: cáncer, enfermedades infectocontagiosas y pobreza., tornándoles aun mas vulnerables.

Las voces de la sociedad civil y pacientes en la lucha contra el cáncer exponen una realidad conocida por muchos y callada por otros, y es que la pérdida de empleo, la incapacidad para hacer frente a los gastos corrientes o las nuevas necesidades que provoca el cáncer en la familia, son claros ejemplos de cómo vive un paciente con dicha enfermedad desde la vulnerabilidad en todos sentidos, provocando una pobreza y desigualdad, no solo agravando la situación de fragilidad y exclusión social en colectivos previamente vulnerables, sino empobreciendo a pacientes y familias que antes no estaban en esa situación, demandando aún más una ayuda a un sistema de salud público que hoy en día no está pudiendo hacer frente a esta problemática social.

​Es por ello, que en RedSalud Internacional asumimos un compromiso a través de nuestro programa “VALOR”, porque creemos en un mundo sin cáncer, y continuaremos en la lucha por conseguirlo sumando esfuerzos e invitando a organizaciones de la sociedad civil e instituciones que se sumen a este programa que es una propuesta de valor; así, de manera conjunta y colaborativa seguiremos apoyando a pacientes para sus tratamientos; haciendo sostenible y permanente nuestras acciones no solo en la concientización, sino también en campañas de diagnóstico y seguimiento oportuno, correcto y asequible para cada paciente que los busque; porque nos hemos dado cuenta que trabajar juntos es importante.

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