Derechos, Igualdad y Empoderamiento desde la Salud Integral
- VANESSA TRACONIS QUEVEDO
- 4 mar
- 6 Min. de lectura
Cada 8 de marzo, el “Día Internacional de la Mujer” nos invita a reflexionar sobre los logros alcanzados, los desafíos que aún enfrentamos y las acciones imprescindibles para convertir en realidad los derechos de todas las mujeres, adolescentes y niñas. Bajo el lema “Para TODAS las mujeres y niñas: Derechos, Igualdad y Empoderamiento”, ésta conmemoración nos propone situar la salud integral en el centro del debate, reconociéndola como pilar fundamental para el desarrollo y la equidad.

Discutir derechos e igualdad sin considerar la salud de las mujeres es pasar por alto una dimensión esencial de su autonomía y calidad de vida. La salud va más allá de la mera ausencia de enfermedad: es un estado de bienestar físico, emocional y social que posibilita a las mujeres a ejercer su ciudadanía, participar activamente en el ámbito laboral y desarrollar todo su potencial. Sin acceso a servicios de salud adecuados, no se alcanza la verdadera igualdad ni el empoderamiento.
A pesar de los avances en políticas públicas y en el reconocimiento de los derechos de las mujeres, aún persisten brechas significativas en el acceso a la salud integral. La falta de atención médica de calidad, acceso a los medicamentos esenciales o terapias requeridas, junto con una inversión insuficiente en prevención y educación en salud sexual y reproductiva, evidencia que la salud sigue siendo para muchas un privilegio y no un derecho. Entre los desafíos más urgentes se destacan:
• La desigualdad en los servicios de salud: Las mujeres que viven en zonas rurales o en situación de pobreza enfrentan mayores dificultades para recibir atención oportuna y de calidad, pero sin descartar que actualmente gran parte de la población con empleo ya enfrenta las mismas dificultades. Según la OCDE las familias mexicanas gastan 48 de cada100 pesos del ingreso familiar en salud.
• El acceso oportuno, correcto y asequible en salud materna y reproductiva: La limitada disponibilidad de métodos anticonceptivos, atención prenatal adecuada y servicios de parto seguros sigue poniendo en riesgo la vida de muchas mujeres. En 2023, se registraron 23,541 muertes fetales en México, lo que corresponde a una tasa nacional de 67.5 por cada 100,000 mujeres en edad fértil. Del total de muertes fetales, el 81.7% ocurrió antes del parto y el 17.2% durante el parto.
• Enfermedades invisibilizadas: Condiciones propias de la salud femenina, continúan recibiendo escasa atención en los sistemas de salud. Estas enfermedades abarcan distintas etapas de la vida y suelen recibir poca atención médica, escasa investigación y baja prioridad en políticas de salud, tales como:
Infancia y adolescencia
1. Síndrome de ovario poliquístico (SOP): Puede manifestarse desde la adolescencia con irregularidades menstruales, resistencia a la insulina, acné severo y riesgo de infertilidad en la adultez.
2. Trastornos de la conducta alimentaria (TCA): Anorexia, bulimia y trastorno por atracón afectan mayormente a mujeres jóvenes y pueden tener consecuencias graves para la salud física y mental.
3. Endometriosis: Aunque suele diagnosticarse en la adultez, muchas niñas y adolescentes experimentan síntomas sin recibir una atención adecuada.
4. Disautonomía: Un trastorno del sistema nervioso autónomo que afecta principalmente a mujeres jóvenes y puede generar mareos, fatiga extrema y taquicardia.
Edad reproductiva
5. Endometriosis: Enfermedad crónica que causa dolor pélvico intenso e infertilidad, pero que suele ser diagnosticada con retraso de hasta 10 años en muchos casos.
6. Adenomiosis: Similar a la endometriosis, pero afecta el músculo del útero, generando menstruaciones abundantes y dolorosas.
7. Depresión postparto: Afecta a muchas mujeres tras el parto, pero sigue estando subdiagnosticada y estigmatizada.
8. Síndrome de fatiga crónica: Más común en mujeres, se caracteriza por agotamiento extremo sin causa aparente y dificultades cognitivas.
9. Fibromialgia: Enfermedad que provoca dolor crónico y fatiga, con poca investigación y un diagnóstico tardío.
10. Lupus: Enfermedad autoinmune que afecta mayormente a mujeres jóvenes, pero que suele diagnosticarse erróneamente como estrés o ansiedad.
Menopausia y adultez mayor
11. Osteoporosis temprana: Muchas mujeres no reciben diagnóstico ni tratamiento preventivo hasta que sufren una fractura.
12. Síndrome genitourinario de la menopausia: Causa sequedad vaginal, infecciones urinarias recurrentes e incontinencia, pero sigue siendo poco discutida.
13. Demencia en mujeres: El Alzheimer afecta más a mujeres que a hombres, pero la investigación aún es insuficiente sobre su impacto diferenciado.
14. Enfermedades cardiovasculares: Se cree erróneamente que afectan más a los hombres, por lo que las mujeres reciben menos diagnóstico y tratamiento oportuno.
A lo largo de todas las etapas de la vida
15. Dolor crónico no explicado: Muchas mujeres con migrañas, dolores musculares o abdominales son desestimadas y diagnosticadas con ansiedad o estrés.
16. Síndrome de intestino irritable: Más prevalente en mujeres, pero aún poco comprendido en su relación con factores hormonales.
17. Trastornos autoinmunes: Enfermedades como artritis reumatoide, tiroiditis de Hashimoto o esclerosis múltiple afectan desproporcionadamente a mujeres.
Muchas de estas enfermedades son subestimadas en los sistemas de salud, lo que genera diagnósticos tardíos y falta de tratamientos adecuados. Es fundamental aumentar la investigación y la sensibilización sobre estas condiciones para mejorar la calidad de vida de las mujeres en todas sus etapas.
• Salud mental: La sobrecarga de roles de género, la violencia doméstica y las condiciones laborales precarias impactan de manera desproporcionada en la salud mental de las mujeres.
En dicho orden de ideas resulta necesario destacar que hace casi 30 años, la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing (1995) marcó un hito en la agenda global de los derechos de las mujeres, estableciendo que la igualdad de género es un derecho humano fundamental y que la salud integral es esencial para el desarrollo sostenible. Desde entonces, este compromiso ha impulsado avances notables, como:
• Protección jurídica: En 1995, apenas 12 países contaban con sanciones contra la violencia doméstica. Hoy, 193 naciones han implementado más de 1,500 medidas legislativas, incluyendo leyes específicas para combatir la violencia en el hogar.
• Servicios para sobrevivientes de violencia: La exigencia de la Plataforma de Acción de Beijing de crear refugios, ofrecer asesoramiento legal y atención médica ha ampliado la red de apoyo para innumerables mujeres y niñas.
• Transformación social y participación juvenil: Inspiradas por Beijing, nuevas generaciones han surgido en el ámbito digital, impulsando movimientos y transformando normas sociales que perpetúan estereotipos nocivos.
• Participación en la paz y la seguridad: Mientras en 2010 solo 19 países contaban con planes nacionales sobre mujeres, paz y seguridad, hoy son 112, lo que ha permitido fortalecer la voz de las mujeres en la toma de decisiones y en la resolución de conflictos.
El acceso a la salud está intrínsecamente ligado a las condiciones laborales. Aunque las mujeres han logrado avances en el ámbito profesional, la desigualdad persiste en forma de salarios inferiores, doble jornada y escasa representación en puestos de liderazgo. Según estadísticas recientes, solo alrededor del 25% de las mujeres ocupa cargos directivos y cerca del 65% se enfrenta a la doble carga laboral, evidenciando la urgente necesidad de transformar las estructuras organizacionales. Barreras en la promoción y el liderazgo, como el ‘techo de cristal’, el ‘suelo pegajoso’, los sesgos y estereotipos de género, la maternidad y la falta de protección social, entre muchas otras, impiden que mujeres y hombres tengan las mismas oportunidades en el ámbito laboral.

Es imprescindible que empresas, instituciones y gobiernos implementen medidas que aseguren entornos laborales equitativos, incluyendo el acceso a servicios de salud, protocolos contra la violencia y programas de bienestar adaptados a las necesidades específicas de las mujeres. Un enfoque humanista implica reconocer a cada mujer y niña en su individualidad y promover políticas públicas con perspectiva de género, fortalecer la prevención y crear espacios seguros que respeten su integridad física y emocional, esto nos guiará hacia un futuro de salud, igualdad y justicia.
Según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), al ritmo actual de progreso, se necesitarían aproximadamente 300 años para alcanzar la plena igualdad de género a nivel mundial. Este cálculo se basa en las tendencias observadas en áreas clave como la protección legal, la representación en puestos de liderazgo y la eliminación de leyes discriminatorias. Estas proyecciones reflejan la necesidad urgente de acelerar los esfuerzos y adoptar medidas más efectivas para cerrar las brechas de género en diversos ámbitos.
Este llamado a la acción es urgente: no podemos permitir que las crisis actuales retrocedan décadas de lucha por la equidad. Cada avance en protección jurídica, en acceso a la salud, en la erradicación de la violencia y en la participación en la toma de decisiones es fruto de un esfuerzo colectivo que no debe ponerse en riesgo por la indiferencia.
Este 8 de marzo no se trata solo de conmemorar los logros alcanzados, sino de exigir y construir un futuro en el que todas las mujeres y niñas vivan con dignidad, tengan acceso a una salud integral, disfruten de igualdad de oportunidades y posean la libertad de decidir sobre sus propias vidas.
Porque sin salud, no hay igualdad. Sin igualdad, no hay justicia. Y sin justicia, no hay futuro. El momento de actuar es ahora. Únete a este trabajo colectivo: direccion@rsalud.com.mx


















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