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  • ALEJANDRA OROZCO

Entendiendo el comportamiento de los niños pequeños

Tuxtla.- Ahora que tenemos más tiempo para pasar con los niños pequeños en casa, podemos aprender mucho sobre su comportamiento, que muchas veces pensamos que es malo, cuando en realidad solo están creciendo.



Leticia Pérez, psicoterapeuta, señala que a veces, como adultos pensamos que se trata de mala conducta, cuando tiene que ver con comportamientos naturales, pero como no conocemos de desarrollo humano, ignoramos que muchas veces estos comportamientos son parte de su desarrollo, que están aprendiendo a regularse, a defenderse en el mundo.

“Un niño de dos años, edad que consideramos como horrible, tremenda, hace cosas como gritar, explorar, mostrar su comportamiento y por eso se enojan o hacen berrinches, en el kínder o en la casa muerden, esto se interpreta como mala conducta, pero más bien es una conducta específica de esa parte del desarrollo; ellos no saben que morder está mal, solo están expresando su enojo y le cuesta trabajo regular esa emoción”, dijo.

Una forma impulsiva del enojo es atacar, y como humanos, si nos sentimos en peligro lo hacemos, si de antemano le dices al niño que está mal, lo castigas y le haces lo mismo, empieza a confundirse; es decir, como adultos, nuestro comportamiento fomenta el mal comportamiento de los niños sin saberlo, sin ir de acuerdo a su edad.

“A veces no tomamos en cuenta las necesidades de los niños, por lo que elaboramos rutinas diarias en las que no los consideramos, por ejemplo, a veces solo está cansado o tiene sueño, no es que haga berrinche, como cuando llevas a un niño a una reunión a las 8, 9 de la noche y ya está irritado o cansado, solo quieren estar en casa con su mamá; al no comprender lo que necesitan, les gritamos y se desalientan, son formas tradicionales de castigo que no los ayudan a entender”.

Esto, comentó la terapeuta, se explica a través de cuatro metas de comportamiento equivocado, la primera es la atención, cuando los niños piensan que solo pertenecen cuando tienen nuestra atención porque somos su figura máxima de atención y cuidado.

“Eso genera una reacción como adultos, nos sentimos fastidiados, irritados, culpables; es importante que cuando el niño esté haciendo esto, no estarle rogando, sino que lo hagas sentir que pertenece, anticiparle que en ese momento no puedes atenderlo y así se van regulando”.

La segunda es la lucha de poder, cuando nosotros como adultos tenemos la responsabilidad de mejorar el ambiente, pero a veces les decimos que primero van a comer y luego el postre, y ellos quieren lo contrario, los dos quieren imponerse y se enfrascan en un conflicto que puede acabar mal, por lo que piensan que solo pertenecen cuando están al mando.



“Podemos seguir peleando hasta acabar mal, o ceder para que no empeore, esto puede intensificar su hostilidad, tenemos que entender que el adulto soy yo y la responsabilidad es mía, debemos retirarnos del conflicto y salir a respirar, regreso y pienso cómo cooperar de forma constructiva”, dijo.

La tercera meta de comportamiento equivocado es la revancha o venganza, no sólo es una lucha de poder sino que el niño está herido, y busca vengarse de lo que les hicimos, yo ya no pertenezco pero te puedo lastimar, ahí es importante tomar terapia, cuando vemos acciones como romper sus juguetes o algo tuyo, te insultan, te dicen te odio, me las vas a pagar, contestan de manera insolente, tienen reacciones fuera de lugar con nosotros, otros adultos u otros niños, pero yo tengo que ser más adulto y desengancharme, mostrar mi amor.

“La última meta es la insuficiencia, solo pertenezco si convenzo a los demás de que no sirvo para nada, que no esperen nada de mi, se derrotan antes de todo, como cuando dicen que no pueden con las matemáticas o alguna cosa y de ahí no lo sacas, eso nos desespera como adultos y tú se lo empiezas a resolver, lo que les reafirma que no son suficientes, lejos de hacerles un bien”.

En este caso, recomendó no censurar, pues en la desesperación les decimos que sí pueden y al final le dices ya ves, te dije, podemos estimular cualquier intento positivo que hagan, y no ceder ni demostrarles lástima .

“Estos comportamientos solo van a cambiar si nosotros cambiamos nuestra actitud, debemos concentrarnos en nosotros si queremos que ellos cambien”, finalizó la especialista, invitando a los padres de familia a aprovechar estos instantes en casa para conocer mejor a nuestros hijos y saber reaccionar ante su actitud sin herirlos.

 

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