top of page

Humanizar la Salud Integral: un imperativo para la equidad y el bienestar

  • VANESSA TRACONIS QUEVEDO
  • 19 mar
  • 7 Min. de lectura

​La crisis provocada por la COVID-19 evidenció las deficiencias y desafíos en la atención sanitaria, especialmente en su dimensión humana. El aislamiento de los pacientes, el sufrimiento, la incertidumbre y la soledad, subrayaron la necesidad de un enfoque integral en la salud. Nos recordaron que la salud no es solo una cuestión biológica, sino una experiencia que impacta en todas las dimensiones del ser humano. Esta crisis nos dejó una lección fundamental: la atención médica debe considerar no solo el cuerpo, sino también la mente, las emociones y el entorno del paciente.


​El término holístico puede generar dudas, pero lejos de ser un concepto ajeno a la ciencia, es un enfoque reconocido por la Real Academia Española. Proviene del griego holos (“todo”) y se refiere a la concepción de la realidad como un sistema interconectado, distinto de la simple suma de sus partes. Aplicado a la salud, implica tratar al paciente en todas sus dimensiones: física, emocional, social, intelectual, espiritual y económica. No es solo una idea abstracta, sino una herramienta esencial para mejorar la atención médica y el bienestar de la población.

​La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solo como la ausencia de enfermedad. Sin embargo, incluso esta definición deja fuera factores esenciales como la calidad del trato recibido, el ambiente hospitalario y la situación económica del paciente, elementos que influyen significativamente en su recuperación. Estudios han demostrado que la luz natural, los espacios abiertos y el acompañamiento emocional pueden acelerar la sanación y reducir el estrés.

​El modelo humanista de atención sanitaria no solo implica ver al paciente de manera integral, sino comprenderlo dentro de un sistema de relaciones, creencias y valores que impactan su salud. La vulnerabilidad del ser humano no es solo biológica, sino también emocional, social y económica. En los momentos más críticos, cuando el entorno familiar no puede estar presente, el personal de salud y los trabajadores sociales se convierten en el único apoyo tangible para el paciente.

​La carencia del humanismo en el sector salud es una crisis que afecta a todos, la pandemia de COVID-19 marcó un antes y un después en nuestra concepción de la salud. No solo puso a prueba a los sistemas sanitarios, sino que evidenció la angustia y desolación que sufren los pacientes, una realidad que persiste más allá de la emergencia. Cualquier persona con una enfermedad crónica, terminal o en situación de emergencia, sin acceso oportuno a la atención adecuada, enfrenta la misma vulnerabilidad. El impacto de esta crisis no se limita a los pacientes. El personal médico, en la primera línea de batalla, enfrentó la difícil tarea de salvar vidas sin contar siempre con los recursos adecuados, sufriendo el peso emocional de las pérdidas y las limitaciones del sistema; así como también las familias, que experimentaron crisis de estrés y ansiedad, no solo por ver a sus familiares debatirse entre la vida y la muerte, sino por la angustia de ver cómo sacar adelante los gastos familiares sin descuidar por ello la atención a la salud; lo que derivó en personas con un sistema inmunitaria afectado y más propensos a sufrir de esa enfermedad u otras. El bienestar integral es fundamental para garantizar una atención de calidad.

​De tal manera, que es urgente replantear el modelo de atención médica e integrar el bienestar emocional y social en los protocolos sanitarios. La salud no puede verse únicamente como un asunto clínico; debe abordarse con solidaridad, dignidad, respeto y empatía en todos los niveles, tanto en la medicina pública como en la privada, a nivel urbano y también rural, para aspirar a comunidades más sanas en todos los sentidos.

​Uno de los mayores desafíos actuales es la accesibilidad a los medicamentos. La globalización, la explotación económica de los servicios de salud y la creciente pobreza farmacéutica afectan a millones de mexicanos. Hoy, el 39.1% de la población carece de acceso a servicios de salud, y la crisis económica ha agravado la situación. Muchos pacientes no pueden pagar sus medicamentos, obligando a sus familias a elegir entre comer o medicarse. Ésta problemática se agrava ante el elevado costo de la atención en salud. Según datos de la OCDE, por cada 100 pesos de ingresos familiares, los mexicanos asignamos 48 pesos, lo que evidencia la presión financiera a la que se enfrentan muchas familias. Según datos de la UNAM, al menos 33 millones de personas en México caen en pobreza por los gastos médicos, mientras que 48 millones lo hacen por los costos indirectos de buscar atención (traslados, hospedaje, alimentación). Esta situación incrementa la demanda de recursos en las instancias gubernamentales, particularmente en el sector salud. Sin embargo, los recientes recortes presupuestarios (para 2025 al 2.4% del PIB, cuando la OMS recomienda al menos el 6%) – en el caso de la salud, una reducción de más del 50%, pasando de 30,800 millones de pesos a 15,200 millones y afectando a varios centros nacionales – han limitado la capacidad para satisfacer esta creciente demanda, dejando a muchas familias en una situación de desesperanza. Además, la combinación de estos recortes internos con la disminución de la ayuda internacional representa desafíos significativos para el sistema de salud mexicano, especialmente en aquellas áreas que dependían de dichos fondos para su operación y desarrollo.

​La pobreza farmacéutica no solo pone en riesgo la salud de millones de personas, sino que también perpetúa la desigualdad y la exclusión social. Esta situación se convierte en un obstáculo para la equidad y sumerge a millones de mexicanos en una pobreza multidimensional y multifactorial, ya que la falta de acceso a medicamentos y tratamientos adecuados crea un círculo vicioso: la enfermedad se agrava, surgen nuevas patologías y la persona se ve obligada a abandonar el mercado laboral. Esto aumenta la dependencia de un sistema sanitario que ya está sobrecargado y es incapaz de atender a más del 80% de la población que padece enfermedades crónicas y degenerativas. Esto agrava aún más la situación, al ser la salud un factor importante para el desarrollo social y la sostenibilidad de nuestra economía, todo esto se traduce en una fuerte complejidad para mantener el compromiso social y global de poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas disfruten de bienestar, paz y prosperidad.

​Enfermar y morir no deberían ser manifestaciones de la desigualdad social, pero en México lo son. La falta de acceso a servicios de salud genera disparidades en la esperanza de vida y en las tasas de morbilidad y mortalidad. Aunado a esto, la pérdida de principios éticos ha llevado a una deshumanización de la atención médica. Hoy, el trato digno al paciente se ha visto desplazado por la sobrecarga del sistema sanitario y la escasez de recursos, lo que ha generado un aumento del asistencialismo en salud y ha puesto en riesgo la sostenibilidad del sistema.

​Es urgente recuperar el humanismo en la salud. Los profesionales de la salud deben ser competentes, pero también guiados por valores como la excelencia, la eficiencia y la empatía, poniendo siempre los intereses del paciente por encima de todo.

​La salud es un derecho universal que debe garantizarse con equidad. Para lograrlo, es fundamental aplicar el humanismo social, un enfoque que pone a la persona en el centro de la atención médica, reconociendo su dignidad, derechos y contexto social. Este modelo se basa en principios como la accesibilidad, la equidad, la participación comunitaria y la ética; que traza el camino a seguir hacia la transformación de la salud.


​Lo anterior, se vuelve un llamado a la acción: la humanización de la salud no es solo un ideal, sino una necesidad urgente. No se trata solo de mejorar la disponibilidad de la atención médica, sino de garantizar que el acceso a los medicamentos sea equitativo y sostenible. La falta de acceso a fármacos no solo afecta la salud de los pacientes, sino que también genera un impacto financiero en el sistema de salud, obligándolo a realizar recortes en programas esenciales.

​Durante más de una década, el Observatorio de la Pobreza Farmacéutica, la Equidad Sanitaria y la Exclusión Social ha realizado un exhaustivo análisis del sistema de salud en México. Gracias a estos estudios, es posible diseñar estrategias efectivas para revertir la crisis y evitar el colapso del sistema. La Fundación RedSalud Internacional ha jugado un papel fundamental en este proceso, informando, alertando y promoviendo estrategias globales para combatir la pobreza farmacéutica. Su trabajo se basa en la investigación y la estadística, y también gestiona recursos a través del Fondo Solidario de Medicamentos para satisfacer la demanda de medicamentos que la población necesita. El objetivo es cerrar la brecha en el acceso a los servicios sanitarios, reducir la desigualdad y la exclusión social en México, y contribuir a 14 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. De esta manera, se garantiza el compromiso global de “Salud y Bienestar para Todos”, y se avanza hacia un modelo de salud humanista y social.

​Sin embargo, esto requiere un esfuerzo coordinado entre los sectores público y privado. Las asociaciones público-privadas (APP) y los equipos multidisciplinarios deben asumir un papel activo en la transformación del sistema de salud. La creciente demanda de atención, el aumento de enfermedades crónicas y la presencia de enfermedades transmisibles requieren inversiones estratégicas para brindar una atención integral, accesible y asequible. Es imprescindible impulsar políticas públicas que prioricen la salud como un derecho fundamental desde la visión humanista.

​En este contexto, la Fundación RedSalud Internacional, Good Deeds Day –Día de la Buenas Acciones–, Edrix Health Care, Fundación Right Care Foundation y Instituto Avanti Salud Mental y Desarrollo Social, han destinado recursos en 2025 para generar un programa de apoyo en la certificación de humanización de centros y profesionales de la salud, asi como de ONG´s, bajo el lema “Edificando Comunidades y Ciudades Saludables”. Este programa busca mejorar la salud, el bienestar y la equidad mediante acciones sociales, cooperativas y participativas, integrando el humanismo en toda la cadena de valor del sistema sanitario. La lucha contra la pobreza farmacéutica es clave para reducir la desigualdad y garantizar un acceso justo a la salud. Esto no solo beneficiará a los pacientes, sino que también fortalecerá la economía y la sostenibilidad del sistema sanitario, ademas de trazar un camino para la transformación medioambiental que en la siguiente columna hablaremos. A través de la solidaridad, la colaboración y el compromiso social, podemos construir un sistema de salud más justo, equitativo y humano.

Porque la salud no es un privilegio, sino un derecho y su humanización es la clave para garantizarlo.

Comments


Banner GOB.jpg
París2024 copy.jpg
Cambio climático 950x125 copy.png
Estar Consiente.jpg
¿TIENES ALGUNA DENUNCIA O ALGO QUE CONTARNOS

Gracias por tu mensaje

EL MEDIO DE TODAS LAS VOCES

El Sie7e de Chiapas es editado diariamente en instalaciones propias. Número de Certificado de Reserva otorgado por el Instituto Nacional de Derechos de Autor: 04-2008-052017585000-101. Número de Certificado de Licitud de Título y Certificado: 15128.

Calle 12 de Octubre, colonia Bienestar Social, entre México y Emiliano Zapata. C.P. 29077. Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Tel.: (961) 121 3721 direccion@sie7edechiapas.com.mx

Queda prohibida su reproducción parcial o total sin la autorización de esta casa editorial y/o editores.

NAVEGA

¡SÍGUENOS!

  • Facebook
  • Instagram
  • Twitter
  • YouTube
Imagen de identidad blanco.png

© 2025. DISEÑO WEB Y PRODUCCIÓN MULTIMEDIA   |  www.ideasdementes.com

bottom of page