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  • ALEJANDRA OROZCO

Juan Pedro López, el alfarero chiapaneco que conquistó Perú

Tuxtla.- Juan Pedro López López es originario de Amatenango del Valle, desde hace más de 20 años se dedica a la alfarería, elaborando piezas magistrales, sobre rodo jaguares; es de los pocos hombres en su comunidad que se dedican a esta actividad, su esfuerzo y pasión le valieron el pase a un encuentro de artesanos donde fue a demostrar de qué está hecho a nombre de todo el país.


“Yo comencé a hacer alfarería entre los ocho y 12 años, no tengo bien el dato, más que trabajar empecé jugando, regresando de la escuela veía a mis maestras, mi mamá Agustina y mi abuela Carmen trabajando el barro, mi papá se incluye en el pulido y algunos decorados, así empiezo, creando mis juguetes, en la ciudad veía una variedad de juguetes y solo me compraban uno, pero llegando a casa los empezaba a interpretar con el barro: un monito, una casita, un caballo según yo lo interpretaba, así comienzo a tener interés con el barro”, relató.

Esta actividad tradicional en su pueblo viene de generación en generación, sin embargo es más común hacer las pichanchas, ollas, platos, cosas utilitarias, así se viene transmitiendo este conocimiento ancestral, su familia se lo transmite y lo mismo hace ahora con los niños, realzando también su lengua materna que es el tzeltal, ahora da un taller de barro en ese idioma para preservar la cultura maya.

“Empecé recibiendo invitaciones de una radio de Argentina, quedaron enamorados de mi trabajo y luego me invitan al Encuentro Internacional de Ceramistas en Perú del 5 al 9 de julio, empiezo a mandar cartas, gestionando con diferentes instancias sin tener respuesta, fueron mis amigos, algunos empresarios de Chiapas y fundaciones independientes de artistas quienes me ayudaron a hacer rifas, a sacar mis boletos; mi inquietud era irme, cómo no representar a mi pueblo”, consideró.

A sus 29 años, ya fue merecedor del primer lugar en el concurso estatal de artesanías Fray Bartolomé de las Casas, obtuvo el segundo lugar en una competencia en Jalisco, expuso en el Museo Morelense de Arte Popular, y también fue Premio Estatal de la Juventud 2022 en su categoría, pero nunca había salido del país, por eso hizo lo posible por acudir a este llamado.



"Allá ya no me estaban llamando como de Amatenango del Valle, ya no me estaban llamando como de Chiapas, yo era el representante de México; me sentí muy emocionado, hasta me ganó las lágrimas por decirlo, de felicidad… me sentí cómodo, muy bien recibido, al siguiente día me toca dar una charla de los jaguares, que se representan en la alfarería porque en nuestra cultura es un animal sagrado, fueron como los nahuales para sacerdotes, guerreros, gente con autoridad suprema, y sigue conectado con nosotros, esta fusión de la cosmología maya”, señaló.

Entre su trabajo, ha elaborado jaguares de hasta 1.20 metros, la alfarería es la actividad principal de Amatenango y aprendió la técnica de sus ancestras: comienzan recolectando el material, que es barro y arena, en tiempos secos porque en lluvia la naturaleza no se los permite, dice que así se pone floja la tierra, se cierra, en lluvias es peligroso porque el barro es muy resbaloso, sacan barro y arena al mismo tiempo, con su familia sacan de 50 a 60 costales para todo el año, pues al siguiente se repite el ciclo.

“Luego se expone al sol para que se seque, para que al remojarlo chupe rápido el agua y se ponga muy suave para amasar con la arena, hemos hecho diferentes experimentos para mejorar la calidad de las piezas, porque después de años el barro empieza a desmoronarse a veces con el paso del tiempo, buscando la mejora continua de nuestras piezas de alfarería, usábamos una que contiene dolomita”, describió.


Después llevan las piezas al horno de leña sin humo, que entre ocho familias construyeron con el permiso de la escuela por la patente, interpretando los planos con sus propios recursos entre padres, hermanos y tíos, este horno alcanza los 950 grados, cuando a cielo abierto solo llegaban a 500-600, pues el viento roba el calor, con el horno se concentra más, dice que es un diseño japonés, a más temperatura, la pieza se compacta, ya que el barro es frágil y cambia totalmente.

"Yo hago lo que sea para irme a Perú, es la primera vez que salgo del país… mi pasaporte ya estaba listo y qué bueno que se dio esta oportunidad cuando tuve la invitación, hice rifas de mis piezas, y qué bueno también que entre lazos de amigos, las redes de amigos me dijeron yo te compro cinco boletos, yo te compro diez boletos… tuve esa mentalidad de atraerlo, yo quería ir a Perú, empecé a preparar las piezas sin tener el pasaje, es como se fue dando, sí o sí tenía que irme”, considera.

Ahora, le queda seguir preservando en sus diseños, para que luzca que salió de Amatenango, seguir llevando su arte a otros países, que a través de él poco a poco se dé a conocer el nombre del municipio, donde pocos hombres se dedican a esto, también le interesa hacer trueques con otros artesanos, ya lo invitaron a Bolivia, quiere llevar Amatenango más lejos de lo que se piensa, pues ahí viven de esto, sin embargo considera que el turismo es poco y no es suficiente para que el pueblo se solvente, sin embargo es una buena atracción y de hecho, ya preparan su primera feria para el mes de noviembre.

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