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  • ALEJANDRA OROZCO

La aventura de ser mamá: A un mes del primer cumpleaños

Hace exactamente un año, comenzaba mi cuenta regresiva para convertirme en mamá por segunda vez… estaba súper embarazada, con la emoción y los nervios a flor de piel, y aún asimilando el shock de que apenas hacía un par de meses que me había enterado de que Renata venía en camino.


Parece que hubiera sido ayer… un año ha pasado y ya estamos a escasos 30 días de que Reno cumpla un año, el tiempo se nos ha pasado rapidísimo, en este año de muchos cambios, acoplarnos, aprender y seguir sin explicarnos cómo una bebé puede ser tan increíble.

A sus 11 meses, Renata pesa nueve kilos, usa ropa talla un año -desde que tenía seis meses-, ya se para sola y a veces se suelta, eso le ha costado un par de golpes en el cachete cuando se da contra la reja del área de gateo, pero ahí va, aprendiendo y dando sus primeros pasos cuando la tomamos de la mano.

Es una niña súper risueña… todo el tiempo se le inflan los cachetes, se le hunden los ojitos y muestra gran parte de ese diente que ya se asoma de la encía superior, también le encanta aplaudir, empieza a saludar con la manita y también le gusta jugar a esconderse y volver a mostrarse, o golpearse la boca mientras balbucea.

También está en la etapa en que es súper apegada a mi… en cuanto me ve se pone como loca, me extiende los brazos y se aferra a mi con todo su ser, no me quiere soltar y no se va con nadie más, me pierde de vista y se pone a llorar; también en las noches no se despega del pecho, pero yo creo que es por la molestia de los dientes que le están saliendo.


Lo que más me gusta, lo que me hipnotiza, es verla con su hermana… simplemente se aman, como debe ser; se ven a los ojos y derrochan ternura, se buscan, les encanta jugar en ese lenguaje que solo ellas entienden, se hacen reír, inventan sus propios juegos… y eso que aún Renata no camina, lo que nos espera cuando lo haga.

Estamos en una etapa difícil, entre los berrinches marca diablo de Elisa y el apego de Renata todo el tiempo estoy agotada mentalmente, mi paciencia está al mínimo y todo el tiempo ando cansada, pero basta con verlas juntas para recargarme la pila… un abrazo de Renata, o que Elisa me diga que soy su mejor amiga, y se me reinicia la vida.

Por cierto, ayer las llevamos a vacunar contra la influenza y Elisa se portó muy valiente, no lloró ni una sola vez, cooperó y se dejó súper bien… estábamos con la boca abierta… Renata lloró tantito, pero también fue muy valiente… definitivamente mis hijas me sorprenden todos los días, cada vez estoy más agradecida por su existencia y sigo creyendo que no me las merezco por lo increíbles que son.

Y bueno, ahí vamos, llevándola un día a la vez, hay jornadas más difíciles que otras, pero siempre tratando de ser mejor mamá, mejor para ellas y mejor conmigo misma, pues aun en esos días en que quiero tirar la toalla en muchos aspectos, las veo y me inspiran a seguirle echando ganas.

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