La aventura de ser mamá: adiós, pañal
- ALEJANDRA OROZCO
- 3 jul 2022
- 3 Min. de lectura
La semana pasada les contaba que Renata ya se fue a la guardería (en teoría, porque su primera semana oficial solo fue un día y me la regresaron porque seguía con tos), y me quede pendiente de contarles nuestra travesía con Elisa, que está dejando el pañal.

Todo comenzó con su próximo ingreso a la guardería, ahí las maestras de Renata me comentaron que en la sala a la que va Elisa les piden el control de esfínteres, así como en el cendi que tenemos de segunda opción, además, como ya tiene dos años y cuatro meses y habla muy bien, pensamos que ya está en edad para dejarlo.
Debo confesar que yo no tenía -ni tengo- prisa en que Elisa deje el pañal, de hecho, lo que sé de crianza respetuosa dicta que el pañal no se quita, sino que el niño lo deja cuando se siente listo para hacerlo, pero lamentablemente en las escuelas públicas sí lo exigen como requisito, así que ni modo… mi mamá dice que mi hermana y yo lo dejamos a los dos años, y si no nos pasó nada a nosotras, no tiene por qué afectar tampoco a Elisa.
Desde las vacaciones de Semana Santa, mi mamá se había ofrecido a ayudarme en el proceso, ya que yo no tendría vacaciones, pero por una cosa u otra no se pudo, entonces decidí aprovechar mis vacaciones para quitarle el pañal, pero al final solo me quedaron tres días libres después de tantas vueltas para meter a Reno a la guardería.
Entonces así empezamos, un sábado, simplemente le quité el pañal, le puse un calzón y le dije que me avisara cuando quisiera hacer pipí o popó, ya de por sí tenía una nica, y en una ocasión hizo popó ahí, pero fue debut y despedida porque cuando lo intentábamos lloraba.
Entonces ahora sí decidí que no habría vuelta atrás, le compré sus calzones, le saqué la nica y se mostró contenta, porque ya no usaba pañal y se sentía niña grande, aunque el primer día, todas las veces se hizo en el calzón.
Los primeros días lloraba cada que la sentábamos, de hecho rechazó rotundamente la nica y mi mamá le tuvo que comprar un adaptador de asiento rosa de Minnie, en ese fue donde la empezamos a sentar pero gritaba, me decía “sácame por favor” y ni siquiera hacía del baño… yo estaba desesperada, pensando si había hecho bien, si no estaba solo haciéndola sufrir, que aún no estaba lista, que todavía es muy chiquita, solo una o dos veces hizo en la taza, pero entre muchos llantos y lágrimas.
El tercer día, todo empezó a mejorar, pues ya pedía ir al baño, la mayoría de las veces era falsa alarma, pero más vale… ganancia era que ya no lloraba, y eran menos las veces que se hacía en el calzón; muchos dicen que en este proceso no hay que felicitarlos o premiarlos, sino actuar normal, pero ¿cómo no felicitarla si es un gran logro para su corta edad?
Otra cosa que había leído, es que empiezan a dar algunas señales cuando están listos para dejarlo, y Eli ya presentaba algunas: identificar el pipí y popó, mojar menos los pañales al despertar, tener buen equilibrio, poder brincar con los dos pies y otras más, además de que es muy inteligente y necesita nuevos retos.

Les juro que nunca, nunca, una ida al baño me había dado tanta satisfacción… las primeras veces que avisó, se sentó y logró hacer sin llorar, hasta a mi me dieron ganas de llorar, me sentí muy orgullosa de mi chiquita, pues es un gran logro para ella.
Hubo un par de días que avisó y logró hacer en la taza todas las veces, dos días de récord perfecto sin mojar calzones, seguidos por otro en el que no avisó nunca, la sentábamos y no hacía, y se mojó tres veces el calzón… supongo que así es esto, por lapsos, y que en el proceso hay regresiones.
Al menos sabemos que ya está en ese camino, ya solo le ponemos el entrenador para dormir, y aún así no lo moja tanto… al segundo día quería renunciar y volver al pañal, pero una vez que se inicia, no hay vuelta atrás, el secreto es ser paciente y saber que eventualmente lo va a lograr, aunque al principio no lo parezca.
Así que ahí la llevamos… entre idas al baño que son falsa alarma, estar lavando calzones, aplaudiendo miadas y acarreando a Eli para ir al baño, una etapa más en su vida y en nuestra ma/paternidad, que tiene sus pros y contras pero que la estamos disfrutando con ella.









Comentarios