La aventura de ser mamá: El ultrasonido del segundo trimestre
- ALEJANDRA OROZCO
- 5 sept 2021
- 3 Min. de lectura
Tuxtla.- Esta semana les escribo con dos kilos más, 22 semanas de embarazo y una toddler que cada día está más inquieta y rebelde... así se siente la maternidad con una hija y media, todos los días están llenos de amor, emoción y oraciones para que Diosito me dé mucha paciencia.

En el tema de Elisa, tratamos de entender que la pobre está pasando cañón la etapa “chipil”, está resintiendo mi embarazo aunado a que acaba de cumplir año y medio, todos los días hace cosas nuevas, dice nuevas palabras, y también tiene nuevos berrinches, por lo que a veces perdemos la paciencia por más que tratemos de no hacerlo.
La lactancia continua durante 18 meses también está cobrando factura, a la actitud de Elisa sumémosle que le están saliendo un diente y una muela, y al parecer a esta edad hay una regresión de sueño, por lo que se está despertando demasiado por las noches, de tres a seis veces o más, a veces la acabo de poner en la cuna cuando se vuelve a despertar y no quiere nada más que chichi... así que me he sentido casi como al principio, hay noches en que me sorprendo sentada, semi dormida, dando pecho y queriendo llorar de ardor y sueño (recuerden que mis pechos están bien sensibles)... pero es el camino que elegí y espero que esta etapa pase pronto.
Pasando al tema de Renata, este fin de semana recién fuimos a hacernos el ultrasonido estructural de segundo trimestre, el primero ya no lo alcanzamos porque pues no sabía que estaba embarazada, así que ya tocaba revisar que todo siguiera en orden.
Fuimos con un especialista materno fetal que primero me preguntó mis antecedentes para poder generar un pronóstico, también me tomó la presión, peso y altura, revisó mis estudios previos y de ahí pasamos al ultrasonido.

Ya me había hecho dos cuando estaba embarazada de Elisa pero en otra clínica, esta vez me sorprendió que tardó más de una hora, pero también midió más parámetros, huesos, arterias y flujo sanguíneo, lo que también me gustó y me dio más tranquilidad.
En este estudio se pueden descartar malformaciones genéticas, enfermedades cromosomáticas, defectos congénitos y otros padecimientos, como labio y paladar hendido, síndrome de Down, cardiopatías, se pueden contar sus dedos y ver las principales características de su rostro.
Aunque de por sí todo pintaba bien, la verdad sí estábamos nerviosos o ansiosos por el estudio, que gracias a Dios arrojó que todo va muy bien, nos confirmó que es niña (por aquello de quienes todavía tenían esperanzas de que fuera niño) y nos descartó cualquier anomalía hasta el momento, es una maravilla que la tecnología te permita tener esa tranquilidad aún cuando faltan varios meses para tenerla con nosotros.
Después de este estudio, me siento todavía más emocionada, o quizá como ya estoy más tranquila, siento que puedo seguir esperándola con menos preocupaciones, ya nada opaca mi ilusión y el hecho de haber visto más definida su carita me hace soñar con ella.
Es increíble cómo tiene rasgos de los dos, aunque es menos cachetona que Elisa, Rodrigo dice que tiene la forma de mi cara pero que le ve su boca, y yo creo que ella sí va a sacar mi nariz, a diferencia de Elisa... muero por verla en vivo y a todo color, para ver qué tanto se parece a Elisa y qué tan única será Renata.
A diferencia de mi primer embarazo, estoy tratando de preocuparme menos y disfrutarlo más, saber qué me espera cada trimestre también ayuda a que así sea, cuando siento algo raro ya sé que no es malo, o ya puedo discernir cuándo es normal que se mueva y cuándo está reposando.
Por cierto, Renata se mueve muchísimo, creo que más que Elisa a esta edad, me encanta sentirla a cada rato e imaginármela acosadita, o hecha bolita, moviendo brazos y piernas para hacerme sentir su presencia... en lo que es igual a su hermana, es en que cuesta mucho verle la cara en los ultrasonidos, hasta se tapa con las manos.
Y así va la dulce espera... ilusionada, haciendo malabares entre tener a Elisa todo el día pegada a la chichi, tratar de no cargarla tanto pero querer abrazarla todo el tiempo, lidiando con la falta de sueño y estando al borde de perder la paciencia todos los días... así es mi divino torbellino y no lo cambiaría por nada.
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