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  • ALEJANDRA OROZCO

La aventura de ser mamá: La primera gripe

Tuxtla.- Algo de lo que he presumido con orgullo durante la vida de Elisa es que, gracias a la lactancia, no se me había enfermado... hasta ahora. Rodrigo comenzó la semana pasada, y a pesar de tomar las medidas necesarias, fue inevitable que todos termináramos contagiados, incluida la bebé. O tal vez fue ella el medio de contagio para todos.

Yo me fui a un compromiso de trabajo y ella estaba normal, a las dos horas me habló Rodrigo para decirme que la niña estaba moqueando y estornudando, pero nada fuera de eso, hasta ahora no le ha dado fiebre, solo un poco de malestar.


Al ser la primera vez que se nos enfermaba, de inmediato le hablé al pediatra para comentarle y pedirle su receta, entonces nos indicó un medicamento para el escurrimiento nasal, y otro en caso de que tuviera mucho malestar, optamos por el más fuerte porque tenía paracetamol, en caso de que presentara fiebre para tenerlo a la mano.


Sin embargo, el intento fracasó, porque al sentir el sabor amargo lo vomitó con todo y su cena... lo bueno es que eso le ayudó a sacar flemas, dejó de moquear y estuvo más tranquila, además descubrimos que le choca que le sonemos la nariz.


Entonces le tuvimos que comprar el otro medicamento y paracetamol para dárselos por separado, al parecer no estuvo tan amargo y no lo vomitó, por lo que durmió bastante bien y al día siguiente redujo el flujo nasal y los estornudos, aunque estaba un poco irritable y el paracetamol la hizo dormir a cada rato, además, me ha pedido más pecho y le hemos ofrecido más agua para mantenerla hidratada.


Dicen que la lactancia es el mejor aliado ante cualquier enfermedad, afortunadamente no la hemos visto mal, de hecho al tercer día ya estaba casi normal, sin estornudos ni escurrimiento nasal, y nunca ha dejado de sonreír y hacer ruido, lo que nos deja más tranquilos.


Es cierto: no hay nada peor que ver a tu hijo enfermo, y los pocos momentos que la hemos visto decaída o más tranquila de lo normal, nos parte el corazón.


Afortunadamente no le dio tan duro, ha sido algo leve y dentro de lo normal, lo que me hace pensar que es inevitable que todo niño se enferme y que la leche materna sí la protege bastante para que no se enferme tan fuerte.

No somos partidarios de los medicamentos a menos que sean muy necesarios, aunque si se trata de que ella se sienta mejor, ni lo pensamos para dárselos, su pediatra también es muy consciente y no receta salvo lo necesario, y lo más benigno para ella.


Aprovecho que estamos hablando de este tema para desahogarme y contarles que la semana pasada, estando en la misma cama sentadas mi mamá, mi suegra y yo, Elisa se cayó de la cama. Lo bueno fue que jaló su inseparable trapito, y más que caer, se fue deslizando por la orilla hasta llegar al piso, el trapo le amortiguó la caída y no resultó con golpes ni nada más que el susto y el llanto de todas.


Si lo peor del mundo es ver a tus hijos enfermo, lo que da más impotencia y coraje es verlos llorar por tu culpa, son accidentes que a todos nos pasan, pero no pude evitar sentirme tonta, culpable y enojada conmigo misma por el descuido, que no pasó a mayores pero nos hizo pasar un momento de tensión.


Así ha transcurrido esta semana, entre virus y descuidos, pero contentos de ver que cada día tiene una sílaba nueva que balbucear, un nuevo movimiento, una nueva maña, está creciendo rapidísimo y cada vez falta menos para el primer año, los primeros 12 meses de esta aventura de ser mamá.

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