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La aventura de ser mamá: La última sonaja

  • ALEJANDRA OROZCO
  • 22 oct 2023
  • 3 Min. de lectura

Tuxtla.- Estoy escribiendo esta columna con un dolor muy grande, no sé si me duele más la cintura, o el corazón… les cuento, este fin de semana aprovechamos a hacer tiradero de cosas viejas en casa, acomodar un poquito, hacer espacio y depurar, y me encontré con un par de cosas que tenía meses o años sin ver, y que me hicieron darme cuenta de que mis bebés ya crecieron.

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Entre todas las cosas, encontré zapatitos, algunos tan chiquitos, que ni Elisa ni Renata se los alcanzaron a poner, porque les creció muy rápido el pie, se los probé a Renata y le quedaban a la mitad, me dio mucha nostalgia que no los hayan alcanzado a lucir, había unas botitas monísimas, un par que Elisa nunca se quitaba, y que Reno ya no pudo utilizar, solo pude rescatar un par de chanclitas blancas, que fueron de Eli y ahora Renata no se quiere quitar.

De la ropa ya ni hablamos… hay pañaleros de invierno que le guardé a Reno la temporada pasada porque todavía le quedaban muy grandes, y ahora ya no se los va a poder poner porque sencillamente ya no usa pañal, y tendrán que irse en donación, sin darme cuenta ya no tengo pañaleros en la casa, ya solo ropita de niña, casi de la misma talla las dos, y ahí andan, con esos conjuntitos ya sea heredados o nuevos, que duran muy poco tiempo limpios y que seguramente al final del día tendré que dejar remojando.

Pero lo que más me dio nostalgia, fueron los juguetes, sobre todo las torrecitas apilables, los juguetes interactivos con los que les hacía sus primeras actividades de estimulación, los juegos de llaves, los cubos didácticos, los bloques de colores, y les juro que perdí la cuenta de cuántos juguetitos de huevito Kinder encontré, todo apilado hasta el fondo del bote de juguetes: piezas de rompecabezas, pedazos de otros juguetes, juegos de maquillaje rotos, páginas de libros, todo eso que ha marcado su corta infancia.

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Entre todos los juguetes, encontré una mordedera y también una sonaja, y me pregunté: ¿cuándo fue la última vez que la utilizaron? Recordé sus sonrisas sin dientes, sus cabecitas pelonas, sus soniditos que asemejaban risas, las carcajadas que les sacaba esa sonaja… todo eso se va en un santiamén, hoy ya corren, se pelean las muñecas, juegan a los helados, se avientan la pelota, todo eso que anhelé que ya pasara, si parpadeo me lo pierdo, no es broma que los hijos crecen rapidísimo.

También me di cuenta, cómo tendemos a acumular cosas “por si nos sirven después”, “pa’ luego”, cuando realmente solo estamos ocupando espacio que nos impide recibir cosas nuevas, creo que estas fechas son muy buenas para depurar, ver qué se va a la basura y qué objetos todavía pueden tener una segunda o tercera vida, pues se acercan las fechas donde los podemos compartir con los que menos tienen, y hacer espacio para lo nuevo que viene para nosotros.

Los invito a hacer esta práctica, a depurar todo lo que ya no sirva, que al final podemos tener recuerdos muy bonitos, pero esos se quedan en las fotos, en la mente y en el corazón, lo material es efímero y qué mejor que compartirlo con alguien a quien se le puede hacer muy feliz, háganlo, lloren conmigo recordando los momentos de sus hijos cuando eran más chiquitos, y que la ropa y los juguetes sigan circulando.

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