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  • ALEJANDRA OROZCO

La aventura de ser mamá: Los festivales de primavera

Comenzó la primavera, y con ella la última semana de clases -al menos para Elisa- que también nos trajo los festivales de primavera de las dos niñas… el pretexto perfecto para vestirlas de algo bonito, verlas bailar, o al menos intentarlo, siempre es una oportunidad para apoyarlas, disfrutarlas y estar con ellas.

A Elisa este año le tocó salir de abejita, desde hace un par de semanas mi mamá me ayudó a conseguir el traje, que uno siempre busca la opción más económica porque son trajes que usan nada más unos minutos, pero también hay que buscar algo que se les vea bonito y no se rompa a la primera.

En los mercados es donde siempre hay más variedad, hay desde trajes completos con todos los aditamentos hasta comprar cada parte por separado, el tutú, las mallas, el payasito, la diadema, las alas; todo ha subido de precio, por más sencillo que parezca, sí nos acabamos gastando unos 300 pesos por cada disfraz, sin incluir zapatos o maquillaje.

A Reno, nos pidieron que le buscáramos un traje de leona, aquí aproveché el payasito que usaría Elisa y lo compré de un color que le fuera a servir a las dos (color café), ya nada más le compré la diadema y el tutú, que también de haberme esperado, hubieran podido usar el mismo Elisa y ella… son las ventajas de que se lleven tan poco tiempo y sean casi de la misma talla, que ya pueden compartir ropa.

Otro gran tip, sobre todo para estos disfraces que se usan una sola vez, es buscar en los grupos de segunda mano, o de mamás, recomiendo hacerlo al menos un mes o dos semanas antes del evento para no confiarse, siempre acabas encontrando que alguna mamá está vendiendo el traje que usó su hijo o hija el año pasado y ya no le queda, o alguna oferta de hasta el 50 por ciento de su precio nuevo, no hay nada que una bu ena lavada no pueda solucionar.

Yo también recurro a vender lo que ya no les queda, bueno, al menos lo que Reno ya usó y sé que no le volverá a servir, porque lo que Eli va dejando sí le puede servir todavía a Renata, por ejemplo ya vendí un trajecito de duende, un disfraz de catrina, y ando ofreciendo el traje de ranita que Reno usó el año pasado… porque ya no le queda… mis hijas están creciendo muy rápido.

He de confesar, que en ambos festivales estuve muy sensible, no ha habido festival donde no llore desde el primero hasta el último, porque me emociona verlas bailar y participar, pero también cuando veo a los más bebés, y recuerdo cuando mis hijas cabían entre mis brazos, sus primeros festivales y sus primeros disfraces, y la nostalgia es inevitable.

Eli como siempre se lució bailando, creo que es una de sus habilidades y lo que más le gusta, después de natación estamos planeando meterla a baile, es “su mero mole”; con Renata por primera vez el festival fue por la tarde y fue de toda la guardería en general -siempre había sido por salas-, y aunque ya está más grande sigue muy apegada a mi, no me quiso soltar y tuve que echarme todo el número bailando con ella, cargándola, aunque en general fueron todos los niños de su sala los que no paraban de llorar.

Pero bueno, aún así se gozó, nos divertimos, lo disfrutamos y lo más importante: ambos estuvimos ahí presentes, ver su carita buscándonos, y verlas vestidas todas hermosas, hace que valga la pena mover cielo, mar y tierra para hacer cuadrar los tiempos entre el trabajo y la crianza, que últimamente se vuelve cada vez más complicado, pero siempre encontramos la forma de estar presentes.

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