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La aventura de ser mamá: Reconectando

  • ALEJANDRA OROZCO
  • 20 ago 2023
  • 3 Min. de lectura

Tuxtla.- Como en una montaña rusa… así me he sentido a lo largo de esta semana, entre logros personales de mis niñas y mucho trabajo, entre momentos en los que me rebasa el cansancio y sus travesuras, y esos momentos inolvidables de risas y ocurrencias… quien dijo que después de cierto tiempo ya dominas la maternidad, dijo una gran mentira, pues esto está cambiando todos los días.

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Han sido días muy cansados, de salir tarde o regresar a trabajar en la tarde, de dividirme por ratitos entre trabajo e hijas, e incluso entre ellas también me tengo que dividir, porque Elisa se queda en casa -aún está de vacaciones- y cuando llego quiere verme, pero Renata pasa toda la mañana en la escuela y también me pide cuando voy por ella, al grado de que llora cuando la quiero sentar en el auto asiento.

Por eso, he estado queriendo reconectar con ellas… llegar y no solo dar de comer, separar ropa sucia o seguir trabajando, sino darme al menos esos cinco minutos para abrazarlas, darles un beso, jugar con ellas en la medida de lo posible, tratar de no decirles “no” cuando me piden que juguemos, o chichi en el caso de Reno, tratar de posponer eso a lo que ya le dediqué gran parte del día y retomarlo después de atenderlas a ellas, que son mi prioridad.

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Y ahí es donde empieza el dilema al que muchas mamás nos enfrentamos: quiero estar con mis hijas por sobre todas las cosas, pero no puedo darme el lujo de no cumplir o desplazar mi trabajo, que es el que ayuda al sustento que entre Rodrigo y yo procuramos aportar para que a ellas no les falte nada, para cumplir nuestros planes a futuro y para cumplir con todos los roles, aunque también dicen por ahí, que después de todo, los únicos que van a recordar que trabajabas demasiado, van a ser tus hijos… qué fuerte.

Leí por ahí, que recuperarte después del parto te puede tomar hasta 10 años… ¡imagínate! Apenas y te dan 40 días para darte de alta, tres meses para volver al trabajo, y tienen que pasar al menos 10 años para que dejes de ser un subir y bajar en cuanto a emociones, las hormonas, tus pensamientos, hasta la libido, todo esto sigue fluctuando los primeros 10 años de la maternidad.

Así que he tratado de lidiar con el estrés, la fatiga, el dilema, el sentir que no estoy cumpliendo al 100 en ninguno de los dos lados, pero pensar que no soy la única y que a veces nos toca multiplicarnos para ser buenas trabajadoras y buenas mamás, rogando por que mis hijas me recuerden como una mamá presente y su lugar seguro, para reemplazar esa imagen de mamá estresada e histérica que les gritaba y las regañaba por todo; incluso, esta semana llegué a llorar en los brazos de Elisa, diciéndole que lo que más quería en el mundo era jugar con ella, pero que antes tenía que terminar unos pendientes.

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Y eso es lo hermoso de la maternidad, tener estos momentos de vulnerabilidad para romper con ese molde de que mamá es perfecta, de que mamá no llora, sufre ni se quiebra, yo quiero que Elisa vea que todos y todas tenemos derecho a sentir, que a veces está bien no estar bien, y que sus abrazos son de lo más bonito que me puede dar, que así como ella es mi lugar seguro, puedo serlo yo también.

Esta semana, Renata tuvo muy poquitos accidentes, ya prácticamente dejó el pañal y hasta por las noches el calzón entrenador permanece seco, ha estado diciendo más palabras o intentos de, ella y Elisa han estado jugando más juntas y haciendo sus primeras travesuras, fue una semana de mucha frustración pero también de muchas satisfacciones y de crear recuerdos con ellas, con mi familia, que al fin de cuentas es la que me llena el alma y por la que yo haría, o dejaría de hacer, cualquier cosa.

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