La aventura de ser mamá: Romantizando la maternidad en redes sociales
- ALEJANDRA OROZCO
- 10 ago
- 3 Min. de lectura
Cuando me convertí en mamá, cambió mi vida casi por completo, desde las rutinas, las prioridades, los tiempos y mis intereses, así fui buscando más contenido que me nutriera en cuanto a entretenimiento, sobrellevar la carga mental, aprender sobre las etapas de la primera infancia y sobre los cambios que comencé a ver en mi, y empecé a seguir cuentas que me abonaran precisamente a eso, algunas de expertos, y otras, de otras mamás.

Aunque me sentía muy identificada con muchas de ellas, al ver sus reels de humor o sus trends con situaciones con las que me identificaba, en otros casos, me empecé a frustrar: veía que llevaban estilos de vida casi perfectos, usaban productos que yo quería comprar, me puse a buscar vajillas de silicón para la alimentación complementaria, quise vestir a Elisa -la única en ese momento- como muchas de sus hijas, pero en la vida real, no era todo tan fácil como se veía.
Me di cuenta que me molestaba que subieran su mañana perfecta, yendo al pilates antes de que se despertara su bebé, o de los litros y litros de leche que se lograban extraer y congelar perfectamente en bolsas especiales para la lactancia, mientras yo hacía malabares por almacenarla en mis contados contenedores reutilizables, me enojaba al verlas vivir una vida perfecta y equilibrada, envidiable, en pocas palabras.
Pero luego dije: ¿y por qué me enoja eso? Ellas se dedican a eso, a crear contenido, a planear cada toma, obvio no van a subir los momentos de desesperación llorando en la madrugada, ni los berrinches marca diablo, ni el montón de trastes sin lavar porque no les ha dado tiempo, o porque seguro tienen quién se los haga, el problema estaba en mí, en estar idealizándolas y queriendo llevar una vida como la de ellas, lo más fácil era dejar de seguirlas y ya.

De hecho, así lo hice, dejé de seguir a algunas de ellas que no me aportaban gran cosa, que consideraba solo se dedicaban a presumir su vida perfecta, me quedé con las que compartían tips valiosos, información actualizada, o que me dieran buenas vibras, pero también me di cuenta que no era la única que se sentía así, había más mamás promedio, que también se frustraban, aunque algunas se desquitaban con comentarios groseros, burlándose de su físico, o del de sus propios niños, y pienso que eso sí es rebasar el límite.
¿A quién no le gustaría vivir de subir y crear contenido de su día a día? Suena atractivo, aunque también es bastante complicado, me puse a analizar que la mayoría de ellas eran amas de casa, o solo tenían un hijo, o tenían esa solvencia para mantener el estilo de vida que vendían, por eso tenían más tiempo y creatividad para hacer todo eso, además de mucha ayuda en casa para maternar y mantener todo limpio y ordenado.

En resumen, en redes sociales te encuentras de todo, hay maternidades reales, hay otras que son puro “bluff”, hay algunas que le echan muchas ganas y te identificas con ellas, que no todo es miel sobre hojuelas, pues un par de influencers a las que consideraba envidiables, terminaron divorciándose, encontrando diagnósticos de salud desfavorables en sus familiares, o pasándola mal de alguna manera, y es algo que te hace darte cuenta de que no todo lo que brilla es oro, y que cada mamá está librando sus batallas, por más facilidades que tenga.
Creo que hoy en día, las redes sociales son un buen espacio para compartir experiencias, para conocer otras realidades, pero a nosotros como seguidores nos toca poner los pies en la tierra, delimitar hasta dónde lo que vemos es real y dónde inicia lo producido, lo actuado, no clavarnos y agradecer lo que cada uno tiene en casa, las redes deben ser un espacio para distraernos y divertirnos un rato, no un patrón a imitar o una biblia de a qué debemos aspirar en cada hogar.
Así que bueno, hoy veo las redes más tranquila, sabiendo que no pasa nada si toda mi casa no está alfombrada, si las niñas a su corta edad no han salido del país, si no me he podido hacer un “mommy makeover” para transformar mi cuerpo, si no todos los días comen perfecto sus verduras o si no las he metido a mil clases en la tarde, mi familia está completa, sana, feliz, librando toda situación juntos, y eso es lo que importa.









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