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  • ALEJANDRA OROZCO

La aventura de ser mamá: Se nos acabó la pandemia

Tuxtla.- El notición de este fin de semana -aparte de la coronación del rey de Inglaterra, verdad- fue que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que por fin, luego de prácticamente tres años y cacho, se da por terminada la emergencia sanitaria por el COVID-19, una noticia que todos nosotros esperábamos, y que también es muy fuerte, si lo vemos en retrospectiva y nos acordamos todo lo que pasamos, a quiénes perdimos, y todo lo que sentimos aquel año de 2020.


Precisamente ese es un año que marcó mi vida, pues además de vivir mi primera pandemia, algo que nunca imaginé que me iba a tocar, fue el año que me convertí en mamá, les juro que si alguien me hubiera dicho que a mis 27 años iba a estar con una bebé recién nacida, confinada en casa viendo el mundo en esta situación, jamás lo hubiera creído, incluso en ese momento pensé que jamás volveríamos a la normalidad.

Y en cierto modo no lo hemos hecho, pues ya no hay vuelta atrás una vez que te conviertes en mamá, la Alejandra de 2023 es totalmente diferente a la Alejandra de 2019 o antes, antes de la pandemia, antes de Elisa, antes de ser mamá de dos niñas y de hacer tantas cosas a la vez, aquella mujer que dormía al menos seis horas de corrido y que tenía tiempo para hacer sus cosas sin la aflicción de que dos niñas la esperaban en casa.

Elisa nació el 4 de marzo de 2020, todavía nos tocó un nacimiento normal, donde Rodrigo pudo entrar al quirófano, todos nuestros amigos y familiares se amontonaron en el pasillo y en el cuarto del hospital, con globos, regalos, sin cubre bocas y sin ningún tipo de restricción, pues apenas se había conocido hacía un par de meses el primer caso de coronavirus en China, y jamás pensamos que nos fuera a llegar a México, mucho menos a Chiapas.

El plan, era quedarme en casa de mi mamá los primeros 40 días para que me ayudara con la niña y mi recuperación post cesárea, Rodrigo seguía trabajando en una agencia de autos y no le daban más que un par de días por convertirse en papá, pero tan solo un par de semanas después, comenzó el confinamiento obligatorio, y mi estancia se prolongó hasta casi cinco meses, entre que Rodrigo seguía en contacto con clientes, yo era grupo de riesgo por la lactancia, y un montón de cosas que jamás imaginamos vivir.


Primero, apareció el miedo, porque muy poco sabíamos de esta enfermedad y todo lo que veíamos en las redes o los medios no ayudaba mucho, mi mamá se iba al súper una vez a la semana y regresando se cambiaba la ropa, le echaba sanitizante a todo, las visitas para conocer a Elisa se tuvieron que restringir, al grado de que Rodrigo o mi suegra llegaban con cubre bocas, y los demás dejaron de llegar varias semanas porque no faltaba el que presentaba síntomas, o estuvo en contacto con alguien de su trabajo que salió positivo, así hasta que la enfermedad llegó a casa, Elisa apenas había cumplido el mes, y mi mamá empezó con los síntomas de una aparente gripe, a la semana perdió el gusto y el olfato, y comencé yo.

No saben el pavor que me dio que las dos tuviéramos COVID, el miedo a tener que alejarme de Elisa porque decían que no sabían cómo afectaba a los bebés, hasta que empecé a investigar en fuentes confiables, a hablar con doctores y pediatras y opté por no separarme de ella, pues decían que a esas alturas seguro ya estaba contagiada pero fue asintomática, puse toda mi fe en la lactancia materna exclusiva y de esa manera la protegí, pues decían que los anticuerpos que mi sistema estaba produciendo para luchar contra el virus, se le pasaban a través de la leche, protegiéndola y dándole inmunidad aún sin presentar síntomas… eso sí, con cubre bocas y lavándome las manos a cada rato.

Era difícil porque Rodrigo no podía vernos en esos días, yo estaba hormonal y lo extrañaba, pero también me daba mucho miedo que se fuera a contagiar, porque era fumador y yo sentía que a él sí se lo iba a llevar Diosito si le daba; pero estoy muy agradecida de que todos nos llegamos a contagiar pero nadie presentó síntomas respiratorios, estamos aquí, vivitos y contándola, aunque me duele que muchos amigos y conocidos perdieron a los suyos, o los vieron graves por esta enfermedad, o la racha en que a diario veíamos en las redes el fallecimiento de al menos un conocido, y la angustia no se hacía esperar.


Así que me encerré, solo salíamos al pediatra y por las vacunas con los cubre bocas, el gel antibacterial y con la niña toda tapada, cualquier pretexto para mí era como salir a pasear, la carriola de Elisa no la estrenamos hasta casi cuando cumplió el año, porque a la pobre no le tocó salir a pasear sus primeros meses… mi primer día de las madres lo pasamos encerrados, y cuando me tocó regresar a trabajar, me pidieron que trabajara desde casa, porque la lactancia me ponía en grupo de riesgo, y en parte esto me benefició porque pude estar con Elisa tres meses más de lo previsto, o sea casi sus seis primeros meses de vida.

Justo un mes antes de volver a la modalidad presencial, nos regresamos a la casa para adaptarnos a nuestra nueva vida en familia, Rodrigo, Elisa y yo, y para salir pues obvio teníamos que acatar todas las medidas, de hecho casi no salíamos… nuestro primer paseo familiar, fue ir a un Starbucks, que era de los pocos lugares que sí dejaban ingresar menores, aunque a la plaza ya no podíamos meter a Elisa, solo nos podíamos quedar ahí.

Sin duda fueron meses muy duros… años, incluso, pues su primer año, le pensábamos hacer una fiesta grande, misma que tuvimos que cancelar por una de las olas o repuntes de casos, perdiendo hasta el anticipo que ya habíamos pagado, pero al final fueron decisiones que tuvimos que tomar para proteger a nuestra hija y a los demás, que hoy parecen muy lejanas, pero que agradezco muchísimo a Dios porque no nos fue tan mal como a muchos otros que lamentablemente no pueden decir lo mismo.

Sí, nos enfermamos casi todos, pero aquí estamos vivitos y coleando; sí tuvimos que ponernos tres dosis de una vacuna nueva y sufrir sus consecuencias, pero ganamos inmunidad; sí, Rodrigo perdió su trabajo cuando la niña estaba recién nacida, pero eso le dio la oportunidad de cuidarla y pasar con ella sus primeros meses de vida para verla crecer y generar ese vínculo tan bonito que tienen, y yo pude conservar mi trabajo, informar sobre la nueva normalidad y todos los cambios que con ella iban surgiendo.

Desde mi trinchera, por mi incapacidad por maternidad no me tocó estar en el inicio de todo, pero sí documentar las historias… los que eran dados de alta tras ganar la lucha, los reconocimientos a los médicos que se partieron el lomo en el búnker, las trágicas historias de quienes perdieron su empleo, los testimonios de quienes perdieron a un familiar y no se pudieron despedir de el, así como se me puso la piel chinita al cubrir la primera vacuna que se aplicó a un abuelito aquí en Chiapas, o de informar que el búnker COVID estaba vacío, o cuando el semáforo pasó a verde y las restricciones se comenzaron a levantar… ha sido todo un recorrido. Pero me siento muy feliz y bendecida de poder decir, que sobreviví a una pandemia y en medio de ella, me convertí en mamá dos veces, es una historia que sin duda les contaré a las niñas cuando crezcan.

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