- Annete Lewis
La Columna: Esos malditos derechos
Muchos lamentos se han escuchado por los contratos de “exclusividad” de los atletas mexicanos en los Juegos Olímpicos, porque justo en la actualidad, hay demasiados reporteros “multitask”, que se trasladan a la sede, pero brindan información a diversos medios; sin embargo, la comunicación, los eventos importantes y las formas en las que se difunden, también ha evolucionado.
Habrá quienes puedan sentirse “desplazados” por no acceder a las “primicias”, a las “primeras impresiones” y alguien más si las tiene porque invierte dinero y sí, en los tiempos en los que se viven, de donde pueda salir dinero para los deportistas, los dirigentes aprovechan y más cuando la autoridad no cumple las funciones como debe y las problemáticas para acceder a los recursos es compleja.
Es entendible que no puedas competir con dinero, pero te ajustas y lo haces desde antes, adelantas el trabajo de manera tal que, cuando pase algo, alguna medalla o alguna actuación destacada, tú ya tengas cómo solventar ese tema.
Ahora bien, hay quienes ya han trabajado en medios con derechos y saben cómo funciona ese asunto, de la forma en la que cuidas tu inversión y que se deben respetar.
Ahí es donde se nota que, si te falta inversión, no te puede faltar creatividad; sin embargo, hay quien prefiere aventar la capacidad de distribución de la información en distintas vías, como que si eso pudiera suplir al dinero; es decir, nadie espera que se acepte como tal, pero es evidente que no hay manera de encontrar argumento en la queja de la “exclusividad”, eso se paga y aquí es donde la discusión sobre el “libre acceso a la información”, que se acaba cuando te dicen que hay exclusividad… queda esperar a que se cumpla ese tema y posteriormente buscar para lo que te alcanza, es feo, se escucha mal, pero se escucha peor la queja de alguien que sabe cómo funciona y con todo eso, lanza fuertes críticas sobre esos procesos.
No hay nada que pueda contra la creatividad, no hay dinero que alcance para suplir eso; es eso la zona de confort, la zona sencilla de hacer el trabajo y a los que no les alcanza para eso, deben ser creativos.
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