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La Columna: Messi… el político

  • Annete Lewis
  • 12 nov
  • 2 Min. de lectura
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Se sabe de la pasión de los barcelonistas, cuando de su equipo de futbol se trata. Su pasión aumenta cuando se trata de Lionel Messi, también aumenta la pasión y nadie deja de recordar cómo enamoraba cada juego a los catalanes… y a otros tantos por el mundo.

Pero, desde que hace un lustro el argentino puso a parir a Joan Laporta, cuando quería que jugara gratis, el jugador quería hacerlo, pero algo sucedió en el proceso y el argentino terminó en París, después, una guerra de dardos de ambos bandos, Messi hablando de las formas, Laporta hablando de su fondo y en ese tenor se han manejado durante los últimos años. Hasta esta última semana cuando a Messi se le ocurrió mencionar que, en una de esas se animaría a acompañar a algún candidato que pudiera tener posibilidades de quitar de la presidencia del Barcelona a Laporta y ahí comenzó una división entre los barcelonistas, hay quienes siguen pensando que a Messi no se le trató bien y en su salida, prometió tener este tipo de oportunidades, pues se percibe que trata de desquitarse del presidente que obligó su salida; además, cuenta con la venia de un gran sector del aficionado.

Ya después, está el otro bando que de manera inesperada vio la reacción de la gente, de ese sector que está siendo quizá no tan pasional, que analiza los movimientos y a la espera de conocer si Messi cumplirá su promesa y tomará parte en las elecciones del año que viene.

No es sencillo aceptar eso, pero es consecuencia que seguirá pagando el Barcelona que no supo manejar en su momento, las grandes cantidades que fueron empeñando al club, mismas deudas que han obligado a maniobrar bien y mal hasta que se van encontrando con estas cuestiones.

Messi se paró en el medio del Camp Nou y de inmediato cimbró a una dirigencia que sigue restando credibilidad, al menos para los barcelonistas no tan pasionales que quieren poner paños fríos y son pensantes. Parece que se avecina una tormenta más alrededor de un equipo que no encuentra paz. Los catalanes pareces destinados a ser víctimas de un tema que debe encontrar razones para surgir cada día con un nuevo frente, en el que no saben por dónde detener tanto y a la espera de no desencadenar una hecatombe que termine con las ilusiones de los aficionados.

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