La economía en Chiapas: entre la resistencia social y el reto estructural
- EDITORIAL
- hace 4 días
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Hablar de la economía en Chiapas es hablar de resistencia cotidiana. Es analizar cómo miles de familias sostienen su vida diaria en un entorno marcado por desigualdades históricas, informalidad laboral y limitadas oportunidades de desarrollo. A pesar de ello, la economía chiapaneca se mantiene en movimiento gracias al esfuerzo comunitario, al comercio local y a la fortaleza social que caracteriza al estado. Chiapas ha sido, durante décadas, una de las entidades con mayores índices de pobreza y rezago. Esta condición no es producto del azar, sino de un modelo económico que ha privilegiado la extracción de recursos sin garantizar beneficios equitativos para la población. El campo, por ejemplo, continúa siendo el sustento de muchas comunidades, pero enfrenta bajos precios, falta de infraestructura y escaso acceso a financiamiento. La consecuencia es una economía que sobrevive, pero que difícilmente despega. Desde el ámbito social, la informalidad es uno de los rostros más visibles de la economía chiapaneca. Mercados, tianguis, pequeños comercios y servicios familiares sostienen el consumo interno y generan empleo, aunque sin seguridad social ni estabilidad. Esta realidad exige políticas públicas que reconozcan y fortalezcan estos sectores, en lugar de ignorarlos o criminalizarlos. El papel del Estado es central. La economía no se dinamiza solo con discursos, sino con decisiones públicas firmes: inversión en infraestructura, apoyo a pequeños y medianos productores, impulso a la educación y capacitación laboral, así como condiciones de seguridad que permitan el desarrollo productivo. Sin estas bases, cualquier crecimiento será frágil y desigual. En los últimos años, el turismo y los programas sociales han funcionado como amortiguadores económicos. Sin embargo, depender de estos factores como motores principales implica riesgos. El desafío es transformar estas herramientas en palancas de desarrollo sostenible que generen valor agregado y oportunidades permanentes para las comunidades. La economía de Chiapas también está profundamente ligada a la migración y a las remesas, que representan un alivio para muchas familias, pero también reflejan la falta de oportunidades locales. Mientras la población joven siga viendo en la salida del estado la única vía de progreso, el desarrollo seguirá siendo incompleto. Hoy, Chiapas necesita una economía que ponga al centro a las personas, no solo a las cifras. Un modelo que reduzca desigualdades territoriales, que respete la riqueza natural y cultural, y que garantice condiciones dignas de trabajo. El crecimiento económico solo será verdadero cuando se traduzca en bienestar social y movilidad real para quienes históricamente han quedado al margen. La economía no puede seguir siendo un tema técnico distante de la realidad social. En Chiapas, es una cuestión de justicia, dignidad y futuro. Y ese futuro depende de que las decisiones económicas estén guiadas por el compromiso de no dejar a nadie atrás.





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