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  • EDITORIAL

¿LEEN tiene mecanismo de control?




Si pudiéramos resumir la política educativa de este sexenio en un solo programa, ese programa sería La Escuela es Nuestra (LEEN). Originalmente, LEEN transfería recursos directamente a las escuelas para que mamás y papás usaran ese dinero en mejoras de infraestructura para sus planteles. Tras la eliminación del Programa “Escuelas de Tiempo Completo” (PETC) y de idas y vueltas en tribunales (propiciadas en gran medida por Aprender Primero, brazo jurídico de Mexicanos Primero), LEEN se convirtió en un programa que atrapó todo: 1) mejoras de infraestructura, 2) la extensión del horario y 3) los servicios de alimentación. Desde Mexicanos Primero hemos asumido la tarea de vigilarlo, alzar la voz y judicializarlo, dada su importancia. Si bien es cierto que estamos lejos de lo que hasta 2019 fue el PETC, para 2024 LEEN mantiene, por lo menos en el papel, la posibilidad que este tipo de escuelas existan. La tarea pendiente con LEEN, sin embargo, es su fiscalización. En la más reciente sentencia de amparo que obtuvimos hace unas semanas, una jueza federal ordenó que LEEN tenga un mecanismo efectivo de fiscalización por parte de las autoridades, ya que, al día de hoy, son las mamás y papás los responsables del destino de los recursos. La Auditoría Superior de la Federación (ASF) ya ha señalado los graves problemas que esto ha implicado y los millones de pesos que han sido desviados. A solicitud expresa de la ASF, la Secretaría de Educación Pública (SEP) ha reconocido que no sabe exactamente en qué se han usado los recursos y que sólo sabe a qué escuelas se los ha repartido. Tampoco parece importarle porque LEEN es, en estricto sentido, un programa de subsidios. Al serlo, su principal objetivo es la transferencia de recursos y no alguno de política educativa. Así es, incluso, como lo comunica la SEP, resaltando la cobertura de planteles y no sus resultados.

Al cierre del sexenio, LEEN es el programa individual de política educativa más ambicioso en la historia de nuestro país, en términos de presupuesto y de alcance. Cuando acabe el año, LEEN se habrá gastado cerca de 90 mil millones de pesos y, a menos de que algo cambie radicalmente, no sabremos en qué. Desafortunadamente, este mega programa que atiende infraestructura, extiende el horario y permite la alimentación, en los hechos, se trata de una simulación. ¿Cuántas escuelas han mejorado su infraestructura y en qué rubros? ¿Estas escuelas resolvieron sus problemas de infraestructura siendo beneficiarias del programa? ¿Cuántas escuelas utilizaron sus recursos para extender la jornada escolar o establecer un servicio de alimentación? ¿Cómo sabemos si un programa de política educativa ha sido exitoso si no sabemos qué efectos han tenido los recursos destinados al mismo? No lo sabemos porque, desde su diseño, LEEN no es más que un vehículo para hacer transferencias directas. Para repartir dinero, ha sido muy exitoso; en términos de política pública educativa, no es más que un fracaso. El programa, que desde hace dos años se ha convertido en la estrategia estrella de la política educativa del gobierno federal y que incluso absorbió y extinguió al programa de Escuelas de Tiempo Completo, reportó por segunda vez consecutiva graves irregularidades y pese a esto, el gobierno federal anunció a principios de este mes la duplicación de los recursos para este año, con lo que 100 mil escuelas en condiciones de alta vulnerabilidad resultarán beneficiadas con el presupuesto de poco más de 27 mil millones de pesos, lo que representa una cobertura de más de mil 400 municipios.

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