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  • EDITORIAL

Poco avance en materia de anticorrupción 




A lo largo de nuestra historia, el país ha enfrentado profundas raíces de corrupción que han permeado todas las esferas de la sociedad y han erosionado la confianza de la población civil en las instituciones gubernamentales. Ante este panorama, las candidatas y el candidato a la presidencia para las elecciones de 2024 han presentado diversas propuestas y estrategias para abordar esta problemática. En este contexto, es crucial realizar un análisis exhaustivo de las propuestas para evaluar su viabilidad, efectividad potencial y coherencia con los principios de transparencia, rendición de cuentas y respeto por los derechos humanos. Aunque ya conocemos sus intenciones en cuanto a corrupción se trata gracias al primer debate presidencial, nos dimos la tarea de investigar los planes de gobierno de Xóchitl Gálvez, Claudia Sheinbaum y Jorge Álvarez Máynez. Aquí les va nuestro análisis. A través de un examen detallado de las propuestas presentadas, es posible identificar tanto fortalezas como debilidades, así como realizar comparaciones que arrojen luz sobre las diferentes visiones y enfoques para abordar esta problemática crucial. La propuesta de Claudia Sheinbaum es el llamado “plan en materia de gobierno honesto y combate a la corrupción” el cual consiste en ocho puntos: 1) Enfoque de Derechos, 2) Acuerdo nacional para un buen gobierno, 3) Agencia Federal Anticorrupción, 4) Rediseñar la Secretaría de Función Pública, 5) Modelo Nacional para investigar delitos de corrupción, 6) Enfrentar la corrupción en la cadena de seguridad-justicia, 7) Mejores contrataciones públicas y transparentes, 8) Criterios generales de la estrategia anticorrupción. Aunque hay tela para cortar en cada uno de los ocho puntos del programa de Sheinbaum, uno de los elementos que más ha llamado la atención es la Agencia Federal Anticorrupción, la cual se presenta como una institución altamente especializada y operativa, directamente dependiente del Poder Ejecutivo. En esta propuesta se destacan tres puntos principales: especialización y capacidades de investigación, selección y profesionalización del personal, y por último, supervisión de proveedores y contratistas. Algunos críticos sugieren que estas agencias requieren condiciones específicas para ser efectivas, como por ejemplo: autonomía e independencia, recursos adecuados, personal capacitado, tiempo suficiente para resultados concretos, apoyo político, y capacidades internas de coordinación. Sin embargo, la propuesta de Sheinbaum presenta problemas en varios de estos aspectos. Primero, una agencia anticorrupción adscrita al Poder Ejecutivo no sería autónoma y estaría sujeta a interferencias políticas. Igualmente, la llamada “austeridad republicana” del gobierno actual y la falta de apoyo a instituciones especializadas plantean dudas sobre si la agencia tendría los recursos necesarios. Por otro lado, la falta de crítica de Sheinbaum hacia las prácticas de nepotismo y favoritismo en el gobierno sugiere incertidumbre sobre si la agencia contratará  personal calificado. Además, la estrecha relación propuesta entre la agencia y la Fiscalía General de la República podría limitar su efectividad, dada la historia de impunidad y falta de rendición de cuentas de esta última. La falta de acción de Sheinbaum en casos de corrupción durante su gestión como jefa de Gobierno de Ciudad de México también genera dudas sobre su compromiso contra la corrupción, no solo en la narrativa oficialista sino en la efectividad de la gestión pública en la materia. Por su parte, la propuesta de Jorge Álvarez Máynez de consolidar los órganos garantes de la transparencia es una medida positiva para fortalecer las instituciones encargadas de contrarrestar la opacidad. La coordinación mejorada entre estas instituciones podría aumentar la eficacia en la prevención y detección de actos corruptos.

La propuesta de establecer tiempos acotados para la respuesta y resolución de casos relacionados con corrupción es igualmente prometedora, ya que podría agilizar la justicia y fortalecer la confianza en el sistema. Sin embargo, la falta de detalles sobre cómo se implementarán estas medidas y cómo se financiarán plantea incertidumbres sobre su viabilidad práctica. Asimismo, su propuesta de utilizar intensivamente las tecnologías de información y comunicación electrónica también es loable, pero es crucial garantizar que se utilicen de manera ética y responsable. La participación activa de la sociedad civil y la academia en el diseño e implementación de estas tecnologías es fundamental para evitar sesgos y discriminación. El candidato de Movimiento Ciudadano también propuso durante el primer debate presidencial de 2024 la iniciativa “3 de 3” como medida para combatir la corrupción en México y garantizar transparencia en las licitaciones gubernamentales. Esta iniciativa, tiene como objetivo principal fomentar la honestidad y la integridad en el gobierno, reduciendo así los riesgos de corrupción, al incluir la presentación pública y periódica de declaraciones fiscales, patrimoniales y de intereses por parte de todos los funcionarios públicos del país. Xóchitl Gálvez presenta un enfoque centrado en la transparencia y la protección de denunciantes, dos aspectos fundamentales para reducir la corrupción. La implementación de una Política General de Transparencia y Datos Abiertos es un paso positivo hacia un gobierno más accesible. Sin embargo, es necesario garantizar que esta política no sea solo un ejercicio superficial, sino que realmente permita un acceso significativo a la información y una supervisión efectiva de las actividades gubernamentales. La propuesta de establecer un Programa de Protección de Denunciantes y Testigos de Actos de Corrupción es igualmente crucial, ya que puede fomentar una cultura de denuncia y disminuir el miedo a represalias. No obstante, se requiere una infraestructura sólida y salvaguardias legales para proteger la identidad y seguridad de las personas denunciantes, así como una visión colectiva que pueda salvaguardar, por ejemplo, pueblos o barrios que son violentados sus derechos por los delitos de corrupción. En fin, en última instancia, hacer frente a la corrupción en México requerirá que las organizaciones civiles tomen el control sobre la narrativa de la corrupción. Es imperativo que la corrupción deje de entenderse como un mero ejercicio burocrático y se pueda abordar como lo que es: una violación de los derechos humanos.

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