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  • ALEJANDRA OROZCO

Maternar es luchar

Tuxtla.- Recién pasó el 8M, y aunque la mayoría de los años me toca cubrir la marcha -que hago con gusto y con el doble propósito de informar y participar-, este año fue la excepción… no tenía ganas de ir, porque el año pasado lloré mucho, y este año tuve la oportunidad de quedarme en casa con las niñas porque tenía unos días de vacaciones, así que decidí unirme desde mi trinchera, pues por ahí leí una frase de que las mujeres maternando, también estamos luchando.


El año pasado, me tocó escuchar a una niña, que se acercó al micrófono para preguntar qué le había pasado a su tía Claudia, que la extrañaba mucho, la quería mucho y era muy buena… Claudia fue víctima de feminicidio y es una más en la estadística que duele, uno de los rostros que no se borra de mi mente en estos más de 10 años de cobertura periodística, incluso en mi grabación se escucha cómo trato de reprimir mi llanto porque me partió el alma ver a esa pequeña niña… pensé en las mías, pensé en qué sentirían si le pasara algo a mi hermana, a mi cuñada, a cualquiera de mi círculo cercano, y no me pude quitar ese pensamiento de la cabeza.

Este año no marché, porque los pensamientos intrusos me han sobrepasado, me siento sobrecargada de malas noticias, de miedo de que la vida se nos puede acabar en cualquier segundo, preferí abrazar a mis niñas y jugar con ellas, y reitero que maternar también es un acto de lucha, porque estoy tratando de formar a dos niñas que se conviertan en mujeres de bien, que alcen la voz y que no se callen ante lo que está mal, que ellas tengan el carácter que a mí me falta, y también que les toque una sociedad más segura, más empática y más equitativa.

Seguramente dentro de pocos años saldré a marchar con ellas… quiero que vean lo que se puede lograr cuando las mujeres se unen, que se sientan poderosas y que se les enchine la piel al gritar al unísono, que sean parte de un cambio, porque si bien “no todo se arregla con marchas”, sé que muchas mujeres antes de nosotras hicieron su lucha gracias a la cual hoy tenemos muchos derechos.

Entre ellos, el derecho que tuve a decidir que quería ser mamá, la elección consciente que hice de mi maternidad deseada, y el hecho de ir evitando los patrones que quizá mi mamá, mis tías y abuelas no pudieron: mi abuelita se casó con menos de 20 años, nunca trabajó, fue parte de la estructura patriarcal, tuvo que aguantar muchas injusticias, muchas prácticas que antes se “tenían” que aguantar porque así eran los matrimonios, o el hecho de que mi mamá se tuvo que casar al quedar embarazada, porque era lo correcto, decisiones que agradezco hasta hoy en día pero que me hubiera gustado que tuvieran más opciones, más libertad.

Ser mamá hoy en día no es la única alternativa, me sé privilegiada porque pude elegir serlo y me hace feliz esta etapa de mi vida, pero creo que las mamás actuales estamos rompiendo estereotipos porque no nos limitamos a sólo ser mamás: también somos profesionistas, muchas veces nuestro sueldo es igual o mayor al de una pareja, podemos delegar responsabilidades en la familia, tenemos derecho a divertirnos, a tener tiempo para nosotras, a mantener nuestro rol de amigas, de pareja y de muchas cosas más, y no solo se nos ve como dadoras de vida o frágiles creaciones.

Ser mujer, en general, es un reto hoy en día… pues seguimos siendo víctimas de desigualdades, de abusos, de acoso, de violencia en sus distintas formas, y nos toca luchar por las que vienen detrás de nosotras, cada una luchando desde su trinchera, porque incluso pienso que las mamás de niños están siendo revolucionarias al estar criando hombres que respeten, que empaticen y que protejan a las mujeres en vez de aprovecharse de ellas, y para mí esa será la diferencia para una mejor sociedad.

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