Nombrar es transformar: alfabetizaciones múltiples y el derecho a construir salud desde el conocimiento
- VANESSA TRACONIS QUEVEDO
- hace 4 días
- 4 Min. de lectura
Siempre he creído que “lo que no se nombra, no se ve; lo que no se ve, no se comprende; y lo que no se comprende, no se transforma”. Hoy más que nunca vivimos una época que nos exige transformar: transformar vidas, transformar realidades y, sobre todo, transformar mentalidades, para que vivir con dignidad deje de ser un privilegio y se convierta en un derecho garantizado para todas las personas.

En el campo de la salud, la justicia social y la acción comunitaria, las palabras importan. Nombrar con precisión es el primer acto de reconocimiento, y por lo tanto, también el primer acto de reparación. A menudo hablamos de “grupos vulnerables” como si esa condición fuera inherente a las personas, cuando en realidad lo correcto sería hablar de grupos vulnerabilizados: comunidades, territorios o personas que han sido históricamente excluidas por estructuras desiguales, por políticas públicas insuficientes o por sistemas sociales discriminatorios.
Hablar de vulnerabilidad sin contexto puede reforzar la victimización. En cambio, hablar de desigualdad es asumir responsabilidad: implica reconocer que existen mecanismos de exclusión sistemática, y que para revertirlos no basta con el asistencialismo, sino que se requiere una transformación estructural de los marcos sanitarios, educativos, digitales y sociales que condicionan el acceso a los derechos más básicos.
Es en ese marco que la alfabetización cobra un sentido profundo y urgente. No se trata únicamente de enseñar a leer y escribir —aunque esto sigue siendo crucial—, sino de comprender la alfabetización como un proceso integral de empoderamiento. Según datos del Instituto de Estadística de la UNESCO, más del 86% de la población mundial sabe leer y escribir, frente al 68% registrado en 1979. Sin embargo, aún existen 754 millones de adultos que no poseen habilidades básicas de lectoescritura, dos tercios de los cuales son mujeres. A esto se suman más de 250 millones de niños y niñas que no adquieren competencias mínimas en lectura y escritura, incluso antes de la pandemia de COVID-19, que profundizó aún más esta crisis educativa.
La alfabetización es, en esencia, una puerta de entrada a la libertad. Permite comprender, participar, decidir y exigir. En el mundo actual, no basta con dominar la lectoescritura tradicional: necesitamos fomentar alfabetizaciones múltiples. Esto incluye la alfabetización digital, informacional, mediática y especialmente la alfabetización en salud, entendida como la capacidad de las personas para comprender información sanitaria, tomar decisiones informadas y participar en procesos de autocuidado y exigencia de servicios dignos y adecuados.
La brecha digital en América Latina, especialmente tras la pandemia, se ha convertido en una nueva forma de exclusión. Las personas que no tienen acceso a la tecnología —o que no saben cómo utilizarla críticamente— quedan fuera de oportunidades de educación, empleo, participación ciudadana e incluso del acceso a servicios médicos básicos. No se trata solamente de tener un dispositivo: se trata de saber navegar el mundo digital con pensamiento crítico, ética y conciencia.
Desde Fundación RedSalud Internacional, nos preguntamos con honestidad: ¿Qué estamos haciendo desde los espacios de poder que ocupamos? ¿Estamos realmente transformando o solo paliando? ¿Estamos promoviendo cambios sostenibles o sosteniendo modelos que perpetúan la exclusión?
Una de nuestras respuestas a estas preguntas ha sido la creación del programa Aulas de Alfabetización Digital, un proyecto piloto diseñado para fomentar áreas comunitarias de alfabetización múltiple. No enseñará lectoescritura convencional, sino que se buscará desarrollar competencias laborales, en salud, comunicación, ciudadanía, medios digitales e información confiable, con el objetivo de contribuir a una participación social más plena e informada.
Estas aulas iniciarán en comunidades de Chiapas, gracias a la colaboración interinstitucional entre Good Deeds Day, Fundación ADO, Mentors International y nuestra propia organización. Cada espacio será habilitado por aliados locales que proporcionarán conectividad, mobiliario y personal comunitario de acompañamiento. No se trata simplemente de instalar computadoras: se trata de crear ecosistemas de aprendizaje solidario.
Este proyecto no solo busca enseñar habilidades técnicas, sino empoderar integralmente a las personas, permitiéndoles acceder a oportunidades de formación, empleo, atención en salud y vida comunitaria. La alfabetización, cuando se articula con el desarrollo comunitario, tiene un potencial transformador inmenso.
No es casual que este programa piloto arranque precisamente en Chiapas, un estado que enfrenta rezagos estructurales históricos. Según el Índice de Competitividad Estatal (ICE) 2025, elaborado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), Chiapas ocupa el último lugar entre las 32 entidades del país, siendo la única clasificada con un nivel de competitividad “muy bajo”.
El informe señala desafíos críticos en innovación, educación, diversificación económica e inversión extranjera directa. Chiapas forma parte de dos regiones clave —Golfo e Istmo—, ambas marcadas por un bajo grado de escolaridad y escasa inversión en capital humano, lo cual limita su integración a estrategias nacionales como el Plan México o el Corredor Interoceánico.
Esta situación no es solo una estadística: es una alerta. Si no se invierte en educación, alfabetización digital e inclusión social, las brechas se ampliarán y las oportunidades seguirán concentradas lejos del sur del país y de su gente. La exclusión educativa y tecnológica se convierte, así, en un círculo vicioso que perpetúa la desigualdad territorial.
Creemos firmemente que invertir en filantropía comunitaria no es un lujo, sino una responsabilidad ética y colectiva. Las soluciones reales no nacen en escritorios: se construyen junto a las personas, escuchando sus voces y fortaleciendo su capacidad de acción. Y en ese camino, la salud y la educación no pueden seguir caminando separadas. El derecho a la salud incluye el derecho al conocimiento, y el derecho al conocimiento es la base de cualquier forma de justicia.
Agradecemos profundamente a Fundación ADO y Mentors International por sumarse a esta causa. Su generosidad y compromiso con el desarrollo humano son ejemplo de cómo la colaboración intersectorial puede abrir caminos reales; esperamos que cada vez seamos mas unidos para convertir la pobreza generacional en autosuficiencia sostenible.
Desde Fundación RedSalud Internacional y Good Deeds Day (Día de las Buenas Acciones en México) seguiremos trabajando en acciones que mueven, acciones que curan, seguiremos promoviendo un mundo en el que el conocimiento no sea un privilegio, sino una herramienta compartida al servicio del bien común.
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