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ALEJANDRA OROZCO

Pok'ok Baby, rescatando el porteo tradicional

Tuxtla.- A dos horas de la capital chiapaneca se ubica San Andrés Larráinzar, y todavía unos 20 minutos más adelante está Bayalemhó, una comunidad donde se encuentran los talleres de Pok'ok Baby, que en tsotsil significa "sapo" y es la forma que emula cada bebé porteado en los fulares que Katia confecciona y elabora, con ayuda de hombres y mujeres de este pueblo.


Katia González es ilustradora y creadora de esta marca, que nace hace cuatro años junto con su primer hija, con dos amigas más, deciden crear porta bebés occidentales de porteo o fulares, para difundir el porteo tradicional en el estado así como estos tejidos que encierran su magia.

“Utilizamos hilos de algodón peinado para la elaboración de los fulares y utilizamos mezclas con baby alpaca, modal y rayón para la creación de fulares con mezclas, la técnica que utilizamos va desde tafetán de calor, tafetán tradicional de ixil, sarga quebrada, sargas de innovación y sargas propias inventadas por nosotros", explica.

En esta zona de Los Altos de Chiapas, existen cargadores tradicionales que se implementan según las necesidades y gustos en cada comunidad, cuidando la colorimetría de los hilos, algo que para Katia era muy importante darles su nombre y no solo llamarles por el concepto de rebozo que está arraigado en el centro de México, sino resaltar la identidad maya de las comunidades originarias y otros nueve grupos etnolingüísticos mayas.


Cada pieza, desde su concepción, diseño, elaboración y revisión, se lleva dos meses de trabajo, aunque se tejen en conjunto y parece rápido, porque el telar de pedal es más rápido que el de cintura, encierra todo un proceso de planeación, gestión y toda la preparación de los hilos, que en total lleva más de mes y medio para concretar una sola idea son los hombres quienes ejecutan esta técnica por la fuerza que tienen, ya que en esta comunidad apenas saldrá la primera generación de mujeres tejedoras con pedal.

Cada modelo que llega a su hogar es especial, buscan que no se hagan los fulares al por mayor, sino que cada pieza se teje especialmente para una familia, incluso los modelos que sacan con anticipación, buscan que sean durables, estéticos y los conserven otras generaciones, que los puedan regalar a la hermana, la sobrina o la hija para que los siga utilizando y se preserve esta tradición, trabajan con modelos personalizados, o por preventa con piezas limitadas.

El trabajo de Katia y Sergio, su pareja y encargado de pasar horas en la acomodación de los hilos, se ha exportado a Japón, Alemania o Francia, cada pieza puede medir de 2.20 a 5.20 metros y buscan principalmente que la mamá tenga las manos libres, para hacer realmente cosas que cuando tienes un bebé recién nacido o pequeño no podrías con naturalidad, así como transportarte y moverte en geografías complicadas, como la de Bayalemhó, y la regulación emocional de los bebés, que permite que en sus desbordes o al estar cansados encuentren un punto medio para sentirse calmados o tranquilos, se puede utilizar desde recién nacidos hasta los tres o cuatro años.


Katia considera que los creadores o tinturistas han sido relegados, pues se habla de comercio justo pero no es así, por eso ella busca que su trabajo trascienda y a la vez, se conserve esta técnica, que por generaciones ha permitido a las mamás de zonas indígenas realizar sus tareas domésticas y profesionales, así como criar niños y niñas con apego seguro. “Poder apropiarnos y compartir con otros los saberes textiles y complementarlos con el porteo nos permite tener un proyecto auténtico, un proyecto que pueda contribuir no solo a las economías locales sino también a mejorar a lo mejor el estado de ánimo de una mamá que está sola, en otro lugar, en otro continente, y que necesite esta herramienta para llevar a su hijo cerca", añadió.

Tejidos diversificados

Pok'ok es el corazón de la Cooperativa Jolob, que aglomera a más de 80 familias tejedoras que elaboran otros artículos diversos y también son exportados, una actividad que permite generar economía local y que se conserven los tejidos tradicionales en telar de pedal o de cintura, dotándolos de otros usos, mostrando a todo el mundo el trabajo que se hace en Larráinzar.

Ernestina Gómez Gómez, administradora de este espacio -que en tsotsil significa "tejiendo", relata que en 2001, su papá trabajaba con las naguas, fallece y su hermano Alberto echa a andar este proyecto, que en 2013 comenzó a hacer además manteles, servilletas, edredones, cojines, bolsas de mano y mochilas, entre otros artículos, en telar de pedal, hombres y mujeres por igual trabajan con ellas y exportan hasta Los Angeles, la CDMX o Yucatán


"Es muy importante porque seguimos manteniendo la cultura, la tradición de nuestro pueblo, y es muy importante para nosotros dar a conocer nuestro trabajo ya que para nosotros es una fuente de ingreso tanto de hombres y mujeres, las mujeres muchas veces se llevan su trabajo a la casa, los niños ven el trabajo artesanal, van aprendiendo y ayudan en lo que pueden" señaló.

Precisamente, considera que esta actividad impacta directamente en la niñez de la comunidad, pues cerca de 20 niños y niñas desde los 3 hasta los 10 años de edad acompañan a sus padres y madres, en un sitio que puede resultar peligroso para ellos, por lo que buscan recaudar fondos para construir una ludoteca donde puedan aprender, jugar y que ellos como padres tengan la tranquilidad de que nada les pasará.

"Los niños entonces cuando están acá con nosotros y están jugando afuera, no sabemos si pueden sufrir algún accidente, entonces sí es muy importante un espacio para que puedan aprender los niños en nuestra lengua tsotsil, para esto necesitamos 90 mil pesos, pero llevamos muy poco", mencionó.


Alberto Gómez es el coordinador de esta cooperativa, y dice que le pusieron "tejiendo", en término presente, porque surge de la iniciativa de todos los hombres y mujeres tejedores de la comunidad, este proyecto inició hace más de 20 años, generando un impacto positivo a la comunidad, niños y niñas.

"La importancia de la cooperativa es que tiene el impacto principalmente a las familias, a la comunidad, a los niños y niñas, cada tejedor, cada tejedora lleva a su hogar algo para el sustento de la familia, al momento de estar trabajando, buscamos que las mujeres principalmente puedan tener un espacio donde sus hijos aprendan y jueguen en su lengua, queremos expresar nuestro agradecimiento a quienes nos apoyan, queremos que el mundo nos ponga atención, las familias lo necesitan", finalizó.

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