- EFE
¿Por qué hay que repensar ahora la IA? No es catastrofismo, sino precaución
La explosión de los modelos de inteligencia artificial generativa, capaces de "conversar" y crear textos, imágenes o música a partir de datos existentes, ha hecho que más de 5.500 expertos de todo el mundo hayan pedido una pausa, pero ¿por qué ahora? El ritmo al que avanza esta tecnologÃa preocupa, hay que repensarla.
Encabezados por Yoshua Bengio, premio Turing y profesor de la Universidad de Montreal, en Canadá, y Stuart Russell, de la Universidad de California en Berkeley, Estados Unidos, los expertos solicitan en una carta a los laboratorios que suspendan al menos seis meses el entrenamiento de sistemas de inteligencia artificial (IA) más potentes que GPT-4 (el último modelo de IA generativa de la empresa OpenAI).
Entre los firmantes hay varios españoles. Carles Sierra, director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del Consejo Superior de Investigaciones CientÃficas (CSIC), y Pablo Jarillo-Herrero, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), quienes coinciden en que no se han tomado "las precauciones necesarias" antes de trasladar masivamente esta IA a la ciudadanÃa.
Sierra, en declaraciones a EFE, admite tener "una preocupación creciente por esta especie de carrera armamentÃstica" en la que están las empresas tecnológicas. No solo es OpenIA la que está desarrollando modelos de IA generativa, también Google, con Bard, o Meta con LLaMa.
NO SE TRATA DE CATASTROFISMO
No se trata de catastrofismo, dice Sierra, sino que "hay compañÃas que han invertido mucho dinero, quieren monetizar lo que han hecho y están en la batalla por ver quién se lleva el trozo más grande del pastel", pero en "este proceso están siendo poco prudentes".
Falta evaluación y sin ella no sabemos qué consecuencias puede tener esta IA, afirma el experto del CSIC, quien lo compara con el proceso de investigación y aprobación de un medicamento; las agencias reguladoras tardan años en aprobarlos y solo tras la superación de las tres fases de los ensayos clÃnicos (hay una cuarta de farmacovigilancia).
"Las empresas están sucediendo sus versiones a un ritmo de una cada mes -OpenIA ya trabaja en ChatGPT-5-, poniendo a disposición de todo el mundo los nuevos modelos, y no de manera sectorial", lamenta.
Jarillo-Herrero también está preocupado por el ritmo al que está avanzando esta IA y recuerda que hace algún tiempo también hubo interés en una moratoria sobre el uso de la técnica de edición genética CRISPR, que progresaba "mucho más deprisa de lo que la humanidad podÃa 'digerir', y algunas aplicaciones se podÃan ir de las manos".
"Con tecnologÃas tan disruptivas es conveniente entender y anticipar las posibles consecuencias de su uso y regularlo", señala a EFE.
Ambos expertos coinciden en que la IA, también la generativa, puede proporcionar beneficios, pero, tal y como advierte Sierra, estos sistemas buscan que el resultado sea verosÃmil, no necesariamente cierto, y que parezca que lo ha dicho un humano; ahà está el riesgo.
Basados en el aprendizaje automático, estos sistemas, de los que también preocupa la privacidad y el uso de datos personales, aprenden de los millones de textos, imágenes o vÃdeos publicados en internet, y los desarrolladores se quedan con los datos de las miles de "conversaciones" de los usuarios para mejorar los siguientes modelos.
EL MAYOR TEMOR, LA DESINFORMACIÓN
Jarillo-Herrero, profesor de FÃsica en el MIT, concentra sus preocupaciones sobre todo en la desinformación. Imágenes hiperrealistas del papa Francisco con un plumas blanco o de Donald Trump resistiéndose a un arresto son dos de los ejemplos que han circulado estos dÃas en redes.
"Antes ya habÃa mucha desinformación, pero era bastante fácil darse cuenta y distinguir para una persona educada. Ahora, con el uso de la IA, es mucho más fácil publicar/diseminar información que en una primera lectura parece real pero que en realidad es falsa", resume Jarillo-Herrero.
Además, "la información/texto con el que se entrena esta IA contiene muchos 'biases' -sesgos-, los mismos que los humanos", con lo cual las respuestas generadas contienen todo tipo de estereotipos falsos.
El investigador reflexiona que la humanidad, en general, nunca ha sido muy efectiva en contener avances cientÃficos y técnicos no deseados, por ejemplo, bastantes paÃses han desarrollado bombas atómicas o nucleares.
"Sin embargo hay una gran diferencia entre la IA y otros avances peligrosos como las bombas nucleares. Para estas últimas se requiere una instrumentación y materiales muy complejos, no fácilmente disponibles incluso para gobiernos".
En cambio, apunta, cualquiera con unos cuantos ordenadores puede hacer uso de la IA. "Por ejemplo, los piratas informáticos deben estar planeando ya miles de ataques utilizando IA, que puede resolver fácilmente puzzles de verificación que antes requerÃan un humano".
"Esta moratoria de seis meses, si se produce, quizás ayude a los gobiernos a intentar entender mejor las posibles consecuencias negativas de la IA y a regularizar su uso. Las compañÃas más avanzadas pueden quizás pausar y pensar en cómo contrarrestar esos efectos negativos", concluye el cientÃfico del MIT.
Sierra, quien alerta del peligro de poner en manos de un adolescente un sistema que puede generar desinformación, también habla de regular su uso y recuerda que la soberanÃa siempre está en el pueblo: "no estoy de acuerdo en prohibir, pero sà en regular".
CÓDIGO DEONTOLÓGICO
Este experto, también presidente de la Asociación Europea de IA, apuesta por redactar un código deontológico claro. Hay antecedentes de documentos de buenas prácticas de la Unión Europea, de la OCDE o de sociedades e instituciones estadounidenses y británicas, pero ahora es necesario un código mundial, robusto y transparente.
En este sentido, explica estar en contacto con Stuart Russell, uno de los promotores de la carta, para estudiar cómo vehiculizarlo.
A nivel europeo, dice, habrÃa que llevar la ley de inteligencia artificial de nuevo a la mesa de discusión, para especificar los riesgos de la IA generativa y cómo poner lÃmites.
La ley, cuya aplicación se prevé este año, incluye la prohibición de prácticas como el reconocimiento facial en espacios abiertos y clasifica los riesgos de la IA en alto, moderado o de poco riesgo.
Identifica por tanto sectores, como el educativo, en el que hay que tener especial salvaguarda y control (el uso de IA para evaluar alumnos o asignarlos en las escuelas lo califica de alto riesgo).
Sin embargo, cuando se redactó la ley los sistemas de IA generativa estaban aún desarrollándose. Ahora que los hay muy avanzados, habrÃa que volver atrás y adaptar la norma, concluye Sierra.