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  • EDITORIAL

Reducción de la Jornada Laboral 




Estamos llegando a los últimos días de enero, pero me parece que aún estamos a tiempo de pensar en qué queremos este año en términos personales, sí, pero sobre todo colectivos. Este texto está a medio camino entre propósito de año nuevo y demanda laboral. Yo quiero que en México trabajemos menos. Esto, desafortunadamente, no requiere únicamente que pongamos límites personales y dediquemos más tiempo al ocio, requiere que presionemos a nuestros legisladores: que se apruebe la reducción de la jornada laboral. En octubre de 2022, la diputada de Morena Susana Terrazas presentó una iniciativa de reforma al artículo 123 de la Constitución. La reforma propone reducir la jornada laboral de 48 horas a 40 con dos días de descanso obligatorios. Nada especialmente radical cuando consideramos que México es uno de los países donde las personas dedican más tiempo al trabajo: 2,226 horas al año. Esta cifra está por encima de Chile, Costa Rica, Estados Unidos, Canadá, Corea y la Unión Europea, por mencionar algunos ejemplos. Sería interesante pensar en una reforma que buscara que el promedio de horas trabajadas en México se acercara más al promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE): 1752. Eso requeriría, por ejemplo, una reducción a 34 horas semanales. Imagina lo que haríamos con ese tiempo. Pero lo que se propone, repito, sólo son dos días de descanso y 40 horas semanales. ¿Te parece controversial?. Pues hay a quienes sí les parece controversial y se oponen a esta reforma. En octubre del año pasado, se convocó a un Parlamento Abierto en la Cámara de Diputados con personas trabajadoras y empleadoras. En estas mesas se habló de la falta de pagos por horas extra y del fuerte impacto físico y emocional que implican las jornadas largas. La última vez que modificó la jornada laboral en México fue en 1917, hace más de 100 años. Desde entonces ha habido intentos para reducirla, pero han sido bloqueados. Históricamente tenemos evidencia de que las demandas laborales no pueden esperar a que los empleadores consideren que es el momento adecuado porque entonces nunca avanzarían. Entre octubre y diciembre del año pasado se realizaron manifestaciones de trabajadores afuera de la Cámara de Diputados para exigir que se aprobara la reforma bajo el lema #YoPorLas40Horas, sin embargo no funcionaron. La Cámara determinó postergar el dictamen hasta 2024. Tenemos que apoyar estas manifestaciones, hacer sentir la presión, es ahí donde está el propósito de año nuevo: hay que unirnos en esta exigencia. Carlos Slim, uno de los multimillonarios de México, declaró en diciembre que prefiere que las personas “trabajen más” y “ganen más” a que trabajen 40 horas y ganen menos. Es fácil dar estas declaraciones cuando tienes una fortuna que equivale a lo que tienen los 64 millones de personas más empobrecidas de México. Slim no generó esa fortuna trabajando más, sino pagando menos. Además, su declaración es tramposa, porque la propuesta y la exigencia es que sean 40 horas con pago íntegro. Es decir que, por ejemplo, Slim pague a sus empleados lo mismo que paga ahora, aunque trabajen menos horas. Estamos en un país donde casi 4 de 10 personas trabajadoras vive en pobreza laboral.

En México trabajamos más que el promedio de los países de la OCDE pero, contrario a la lógica de Slim, no ganamos más ni vivimos mejor. ¿Por qué? Porque los salarios justos, las jornadas dignas y hasta la productividad tienen más que ver con una buena regulación que con una mayor cantidad de horas trabajadas. No hay necesidad de trabajar jornadas extenuantes para vivir mejor, hay que exigir salarios justos, reformas fiscales y, en este momento, una reforma laboral. Como ya mencioné, si de mí dependiera estaríamos discutiendo la reducción a una jornada de cuatro días o 32 horas semanales, tal como está ocurriendo en otras partes del mundo. Esta reducción tiene impactos positivos en la salud física y mental de los trabajadores y no disminuye la productividad. Esto sucede porque cuando obligamos a una persona a estar, por ejemplo, sentada frente a una pantalla durante 8 horas, 6 días a la semana, se cansa y se aburre, no se vuelve más productiva. Los argumentos respecto al aumento de precios, inflación e informalidad nos asustan, pero nos debería asustar más seguir dedicando más tiempo al trabajo que a la vida a cambio de salarios precarios. Si es verdad que todo va a colapsar cuando las personas trabajen 40 horas, ¿por qué no ha colapsado todo en el resto de los países de la OCDE? ¿Qué hacen bien los países donde se trabajan 800 horas menos que en México, como Alemania? Esto es lo que debemos preguntarnos, no si “es el momento”, porque sí lo es. Si estás de acuerdo, en este 2024 procura darle seguimiento a esta reforma que volverá a discutirse en febrero; únete a las manifestaciones, platica sobre este tema. El momento de las 40 horas debió ser hace años, pero tenemos la oportunidad de que sea ahora.

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