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Roberto Ramos Maza, entre libros y juguetes

ALEJANDRA OROZCO

Tuxtla.- Hoy nos acompaña en este espacio Roberto Ramos Maza, un apasionado de la escritura, aunque le gusta más leer, admite que si tuviera que escribir su autobiografía, comenzaría por un viaje a Islandia, que ha sido uno de los ejes de su vida y por lo tanto sería el eje de su historia, la ilusión de ir y de volver con el recuerdo; es apasionado de la lectura, de los viajes y de otras cuestiones, como los juguetes, de los cuales tiene una colección bastante grande, que debe de ser de las mayores, por lo menos en Chiapas.


“Yo creo que esta pasión empezó desde niño, porque además creo que también uno puede decidir, es una convención el que decidan casi por ti, los papás o los adultos en general, que debes dejar de ser niño y disfrutar del goce que significan los juguetes, la libertad, la creatividad, la imaginación que significan los juguetes, entonces yo creo que lo decidí desde niño porque dije, ¿por qué voy a dejar de lado algo que me gusta? Que además lo puedes compartir, y lo que tiene de simbolismo el juguete, con estos elementos que mencioné, de libertad, de creatividad, de imaginación, me parece que puede funcionar de niño, por supuesto, mucho más, pero también de adulto, el que deja de imaginar, jugar de alguna manera, realmente está entrando en una fase ya bastante sombría, por decirlo de una manera”, señaló.

Incluso, cree que de alguna manera, gran parte de la tecnología es jugar, ve a muchos papás asustados de que ahora quieren juguetes tecnológicos, pero son los juguetes de ahora, cada quien tiene los juguetes que le corresponden a su época y sigue jugando con la tecnología, de hecho piensa que todos los adultos seguimos jugando, algunos lo hacen conscientemente, otros no, y hay juegos para todo, pero es muy importante como síntoma de la libertad, tiene que ver con un derecho básico, que es el derecho al placer, al goce.

Roberto es tuxtleco de nacimiento, de su infancia recuerda muchas cosas, que además han sido fundamentales en su vida, es la época en que aprendió a leer y a escribir, y aprendió a leer de una manera que cree que fue un privilegio, porque vivió siempre en un mundo de libros, aprendió a leer cuentos que no estaban al alcance, o historias que no estaban al alcance de la mayoría de la población, así, de esa época, recuerda las lecturas, los juegos, especialmente los vinculados al teatro que siempre le ha gustado, o sea títeres, y desde luego cosas que al final serían fundamentales en su vida profesional, como las cuestiones patrimoniales, porque era vecino del Museo Regional de Chiapas, que estaba en ese entonces en la Avenida Central.



“Era yo visitante frecuente porque me permitían además jugar, de alguna manera, con muchas de las esculturas que había allí, ahora no se puede, y en ese momento lo podía hacer, también era vecino del río, o sea que mis intereses profesionales se fijaron en esos momentos de juego entre el río que observaba todo el año, en sus diferentes etapas, que todavía estaba más vivo que ahora, ahora sigue vivo, pero estaba más vivo, y lo que exhibía el museo, que conocía muy bien porque al ser mi vecino entraba yo todo el tiempo… tiene que ver con la curiosidad, por supuesto, insisto, así como mencioné antes del juego, lo que no deberíamos permitirnos como seres humanos es perder la curiosidad, muchas veces la rigidez de la vida adulta, la cotidianidad, las necesidades muchas veces que surgen cuando ya eres adulto, muchas veces por eso perdemos estos motivos de vida como la curiosidad, que siempre serán importantes, siempre hay algo que descubrir en tu entorno, yo creo que si uno mantiene la curiosidad, siempre se ayuda a un mejor vivir que el no tenerla”.

Él ya tenía determinado qué quería estudiar, porque había leído sobre eso y era lo que más le gustaba desde niño, que era la geografía: no hubo ninguna duda, eso quería estudiar, ya en la carrera, comenzó a trabajar en la UNAM, donde estudiaba, en la Dirección de Difusión Cultural, específicamente en el departamento de teatro, cosa que le llevó a algo que jugaba desde niño, evidentemente ahí se ligó a la difusión cultural, también profesional, fue el trabajo, y a partir de ahí hizo, por un lado, cosas que tenían que ver estrictamente con la geografía, como un diplomado en geografía urbana, pero también con cosas que ya tenían que ver con la cuestión de difusión cultural y del patrimonio, sobre todo cuando llegó al mundo de los museos, que también le ha gustado siempre, era normal, era un niño de museo desde que tenía muy corta edad.

“Es parte de la curiosidad, saber de dónde venimos, qué tenemos, qué somos, yo creo que una cosa importante es darse el lujo de ver el entorno, yo sé que la vida a veces es muy difícil, pero ¿no pueden observar cuando salen de su casa que en este momento hay una floración espectacular de los árboles? Hay que ver eso, sí hay que pensar en el problema de cómo pagar la renta, pero también hay que ver las flores en el árbol, yo creo que está en reconocerse en el entorno en que estamos parte de esta vinculación, no vayamos más lejos y pensar ¿qué ha pasado aquí antes? ¿Quiénes estuvieron antes que yo? ¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué tenemos estos problemas? Porque los tenemos y muchos, pero también ¿por qué tenemos cosas tan bonitas? Y no fijarse nada más en el problema, creo que es de los errores que cometemos a menudo”, comentó.

Dijo que Tuxtla es una ciudad no siempre apreciada, ni siquiera por sus propios habitantes, sin embargo hay muchas cosas que ver todos los días, una de ellas son precisamente sus árboles floridos, sus cerros, sus aves, sus danzas, su arquitectura tradicional, los colores con que pintan las casas, el ruido que acompaña todos los días la ciudad incluye parvadas de cotorras, cuando nos damos ese lujo, cambia un poco la perspectiva, y logramos, por lo menos en la medida de lo posible, vincular entorno pasado con nuestro presente, y algo muy importante, con el futuro, aunque parezca de alguna manera común en el discurso, pero sí es importante para tener una perspectiva hacia adelante.

“El Museo Conejo del Juguete es un proyecto que tengo, que por ahora es un museo virtual, con mi propia colección para que algún día tenga un lugar físico, se ha presentado ya en dos ocasiones en el Museo Regional de Chiapas como exposición temporal, para que la gente empiece a ver las posibilidades que tiene una colección de juguetes, y además disfrutarla, pero la idea es que algún día pase de las redes sociales a la realidad, aunque la colección sí es real, sí existe, es muy grande; hay momentos en que dices ¿qué me marcó? Yo siempre creo que los juguetes que son los que uno jugó, que son los que uno tuvo, que conservé desde niño, pero es difícil decir una pieza, el otro día alguien me pidió en un programa que llevara un juguete que le tuviera yo oficial cariño, y decidí llevar un muñeco guiñol, un pinocho que es un muñeco guiñol, por ahí va, porque además tiene que ver con muchos de los intereses que después he desarrollado… han sido decisivos varios juguetes, los que tenían que ver con la construcción, como el Lego, aunque no lo tuve de niño porque no había en México, pero sí había otros productos de construcción, ese tipo de cosas me marcaron mucho y me siguen marcando porque me siguen gustando”, mencionó.

Al ser geógrafo, la aplicación que le ha dado es el turismo, a partir de los años 90 empezó a escribir guías turísticas, que han sido una de las cuestiones profesionales más satisfactorias, incluyendo que, afortunadamente, la primera que hizo fue la guía turística de Chiapas, a partir de que fue bien recibida en el territorio, por el público, le encargaron guías de otros estados, que han sido grandes experiencias, Campeche fue la segunda, fue una gran experiencia conocer todo el estado, un estado maravilloso, por cierto, que le gustó especialmente porque es hasta la fecha, está un poco oculto, de zonas arqueológicas, de fiestas, de arte virreinal, mucho más allá de las playas de Acapulco y de Ixtapa, que es lo más conocido, pero que aún así, en el propio Acapulco, descubrió que había una ciudad con una gran historia de siglos, que no eran nada más los hoteles de la costera, y todo surgió a partir, desde luego, de la geografía y del interés en aspectos culturales.

“Me cuesta mucho levantarme, cuando me levanto y me veo al espejo, no veo nada, bueno, veo libros, que es lo que más tengo, libros y juguetes, cuando estoy sentado ya tomando mi café, tengo enfrente justamente libros, muchos tienen que ver con la actividad profesional, no son libros que, digamos, voy a leer ahora, pero que sí me sacan de apuros con cosas teóricas de ese aspecto, tengo también muchas guías turísticas, que es un género que me gusta mucho, que también me han ayudado mucho en la cuestión profesional, hay muchos, en realidad, y claro, literatura, que siempre me ayudará”, relató.

Si tuviera que escoger un escritor, elegiría uno mundial, Borges, en primer lugar, que además le emociona mucho haber sido su contemporáneo, porque por lo menos en los años 70 él estaba vivo y Roberto también, así que fueron contemporáneos en algún momento, le dio muchísimo gusto ir a la puerta de la iglesia donde vivía en Buenos Aires, pero no solo Borges; le gusta mucho Paz, como poeta y como ensayista, le parece que sus ensayos, el de Sor Juana es magistral, pero también le gustan mucho sus ensayos de cómo ve el arte, eso también le ha inspirado mucho.

“Yo creo que de entrada, la conversación es muy buena, los adultos solemos ser prejuiciosos con los jóvenes, y a veces pensamos que no les interesa esto, no les interesa aquello, y ya cuando platicas no es cierto, sí tienen muchísimos intereses y que a veces no saben cómo orientarlos, pero he tenido oportunidad sobre todo en la universidad y me han dicho que sí, hay muchos jóvenes que les interesa temas que de entrada tú hubieras creído que no, hay una retroalimentación porque también uno aprende, pero yo creo que la conversación es básica, y de ahí ellos sabrán también con todo derecho escoger qué leen, qué dejan de leer, y una de las principales cuestiones es despojarnos un poco del prejuicio de la juventud actual”, dijo.

Señaló que hay que seguir promoviendo, difundiendo, compartiendo, además, sus intereses, lograr que el Museo Conejo del Juguete tenga una sede fija, pero también desde el punto de vista profesional, seguir compartiendo sus intereses en la cuestión de la conservación, difusión, restauración del patrimonio, Chiapas tiene un enorme patrimonio que es bueno que se siga conociendo, conservando, porque hay otro detalle por el cual le interesa: todo el patrimonio es eventualmente un recurso turístico que también puede dar trabajo e ingreso a mucha gente, por allí es lo que seguirá intentando, promover en los museos, las zonas arqueológicas, que es una de sus especialidades en cuanto a investigación y a redacción de textos, porque cree que por allí está una de las grandes oportunidades de Chiapas.

“Los recorridos en el centro de Tuxtla los he hecho durante varios años, este año todavía no, pero espero anunciar pronto la primera fecha, es que mucha gente ni siquiera conoce que la ciudad tiene historia, y yo creo que sí es importante, estamos hablando de una ciudad de origen prehispánico, cuando muchos creen que es joven y que tiene mucho que contar, por eso se hace, ha hecho esos recorridos en el centro de la ciudad porque hay muchos edificios, personajes, hechos que yo creo que tiene que saber la gente de Tuxtla, que significa donde viven los conejos, se ha traducido muy fácilmente de manera literal a donde hay muchos conejos, entonces he oído incluso que aquí hay muchos conejos… claro, había muchos conejos, pero no es la existencia de los conejos animales lo que determina el nombre, sino que aquí viven los conejos y siguen viviendo”, mencionó.

La diferencia es que antes, cuando se puso ese nombre, eran cientos a lo mejor, y ahora son casi un millón, porque los conejos a los que se refieren son los tuxtlecos que tenían en ese momento una deidad tutelar, un patrono, que era el dios conejo, por ejemplo, una casa, una propiedad, una hacienda, donde viven los Maza, en su caso, es así, es decir, donde viven los conejos, porque el dios tutelar era el conejo, que es un dios vinculado a la luna, la mayoría de culturas, no solo las mesoamericanas, sino de muchas culturas del mundo, lo que ven es un conejo en la luna; la cultura sobre la que más ha leído son los Olmecas. ¿Qué los movió a hacer esas cabezas gigantescas? ¿Para qué? ¿Qué significaba? Eso fue lo primero que le llamó la atención, pero le encanta, le encanta la iconografía, los posibles significados, son los que más le gusta, y de lo que más ha leído, y un poco también de las culturas presentes en Chiapas, que se cree que son muy conocidas, porque realmente mucha gente no ve hacia adentro.


“Desde luego los zoques, que son muchísimo menos conocidos, pero que además tienen que ver con Tuxtla, porque era originalmente un pueblo zoque, era una cultura que dominó gran parte de lo que ahora conocemos como Mesoamérica, porque tenemos incluso presencia olmeca clarísima en lugares lejanos a lo que consideramos su zona, como Guerrero o Morelos, de hecho en Guerrero tuve la oportunidad de conocer una zona arqueológica olmeca impresionante, que para llegar hay que meterse por caminos un poco complicados y más ahora, pero que es impresionante, Teopantecuanitlán se llama… no te recomiendo repetir el nombre”.

A futuro, le gustaría haber concretado cosas como las que ya mencionó, como el Museo del Juguete, y seguir haciendo cosas para incidir en la difusión del patrimonio, de la historia, y en ese sentido conseguir de alguna manera estar ligado, aunque fuera por una gestión, de que se restaurara algún edificio, que cree que lo merece, de que se conociera alguna cuestión importante del patrimonio, ya también por el interés personal, porque ese ha sido un interés que ha tenido siempre, le da muchísimo gusto que cuando hace el recorrido en el centro, que son cientos que han participado, quedan con otra idea absolutamente distinta de la que tenían al principio de Tuxtla, eso le da mucha satisfacción.


“Es muy bonito ir a bailar, pero si sabes además qué significa, puede ser doblemente bonito, es respetable, cuando te permites saberlo te va a dar otras perspectivas, o como los parachicos, que son seguramente la reminiscencia de una danza solar, la montera que representa el sol, se ha ido forjando, pero su origen pudo haber sido ese, es entendible porque estamos entrando a lo que ha significado para las culturas estos pasos del sol a lo largo del año, el equinoccio y solsticio, la fiesta del carnaval zoque que me gusta tanto es solar, ni siquiera está oculto, el principal danzante es el sol, yo disfruto todo cuando me da pie a reflexionar sobre el patrimonio; acabo de conocer una en Berriozábal, que no era un pueblo en esa época, la gente que iba a la capilla seguramente era zoque, que coincidan con los de Ocozocoautla es natural, hay una serie de significados que uno pueda rastrear”, mencionó.

Finalmente, admitió que le tiene especial cariño a las fiestas tuxtlecas, no puede negar su origen, es una danza cósmica, el principal personaje es el sol, de la mano lleva a una niña que es la luna y lo rodean hombres vestidos de mujer que son las estrellas, una danza cósmica en las calles de Tuxtla le parece impactante; le gustan mucho las civilizaciones de medio oriente, pues gran parte de lo que somos viene de ahí, Mesopotamia, Jordania, le apasionan los vikingos, cómo todos esos países se convirtieron en altamente desarrollados, siempre le ha llamado la atención, me apasiona la exquisitez japonesa, su cultura, aunque le falta conocerlo, nunca ha ido pero no le gustaría dejar este mundo sin conocerlo.

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