Sin derechos para la niƱez
- NOĆ JUAN FARRERA
- hace 44 minutos
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El 10 de diciembre se conmemora el DĆa Internacional de los Derechos Humanos, una fecha que nos recuerda la adopción de la Declaración Universal de 1948, pero tambiĆ©n āy sobre todoā la urgencia de revisar quĆ© tan real es ese compromiso en la vida de millones de personas. Este aƱo, bajo el lema global āNuestros derechos cotidianosā, la reflexión nos invita a mirar no solo las grandes causas universales, sino los derechos que deberĆan acompaƱar a cada persona en su dĆa a dĆa. Y si hablamos de lo esencial, entonces no hay mejor lugar para empezar que en la infancia. Las niƱas, niƱos y adolescentes representan casi un tercio de la población mundial. lo que subraya su peso demogrĆ”fico y la responsabilidad global de garantizar su bienestar. En MĆ©xico, de acuerdo con el INEGI, hay 38.2 millones de niƱas, niƱos y adolescentes, es decir, cerca del 30 % de la población nacional. Sin embargo, su realidad evidencia que los derechos humanos no se ejercen plenamente desde el inicio de la vida. La violencia, la pobreza, la desigualdad, la discriminación y la falta de condiciones dignas continĆŗan marcando la experiencia de millones de niƱas y niƱos. En un mundo que se declara defensor de la dignidad humana, las vulneraciones hacia los derechos de la niƱez y adolescencia siguen siendo una contradicción inaceptable. Por su parte, la Declaración de los Derechos del NiƱo, adoptada por la ONU en 1959 y fortalecida con la Convención sobre los Derechos del NiƱo de 1989, establece principios fundamentales: el derecho a la vida, la supervivencia y el desarrollo; a un nombre y una nacionalidad; a la protección contra el maltrato; a la educación; a la salud; al juego; a la participación, y a crecer en entornos seguros y amorosos. Este marco normativo, aceptado prĆ”cticamente por todos los paĆses del mundo, establece que la infancia es un grupo prioritario y que su bienestar debe ser una responsabilidad compartida entre Estado, familias y sociedad. Pero los derechos, como recordamos cada 10 de diciembre, no se garantizan solamente declarĆ”ndolos. Se necesitan polĆticas, recursos, instituciones fuertes y una profunda convicción social. Es asĆ que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) ha seƱalado este aƱo: los derechos humanos deben estar al centro de cualquier polĆtica o respuesta pĆŗblica. Y, en ese sentido, las niƱas y los niƱos deben estar aĆŗn mĆ”s al centro. No hay verdadera polĆtica de derechos humanos si las experiencias de la niƱez quedan relegadas. En Save the Children lo vemos cada dĆa: cuando una niƱa puede ir a la escuela sin miedo; cuando un niƱo recibe atención emocional despuĆ©s de vivir violencia; cuando una familia accede a oportunidades para dar a sus hijos una vida digna; cuando un adolescente encuentra información confiable sobre salud mental; cuando una comunidad trabaja para erradicar prĆ”cticas daƱinas normalizadas. Todos estos logros no son abstractos: son la materialización concreta de los derechos humanos en la vida cotidiana. NiƱez en desventaja. pese a los avances legales, la realidad nos obliga a reconocer que la niƱez sigue siendo uno de los grupos mĆ”s vulnerados. En MĆ©xico, millones de niƱas y niƱos viven en condiciones de pobreza; muchos experimentan violencia fĆsica o psicológica en el hogar; otros enfrentan barreras para acceder a servicios bĆ”sicos de salud, educación o protección. A nivel global, se estima que millones de niƱas y niƱos viven en zonas de conflicto; las migraciones forzadas alcanzan cifras rĆ©cord; la crisis climĆ”tica amenaza directamente su futuro, y las desigualdades digitales amplifican brechas de aprendizaje. Estos desafĆos no son nuevos, pero se multiplican en el siglo XXI. Hoy, garantizar los derechos de la niƱez exige atender dimensiones que en 1948 ni siquiera podĆa imaginarse: el derecho a la privacidad digital, la protección frente a desinformación y discursos de odio, los riesgos tecnológicos, las crisis ambientales, las epidemias globales y la creciente desigualdad estructural. Hay muchos problemas que afectan a la niƱez, pero el mĆ”s grave es que no se les considera un grupo prioritario. Con frecuencia, los derechos de niƱas y niƱos se ven como un tema complementario y no como el eje que debe guiar las decisiones pĆŗblicas. Se habla de infraestructura, seguridad o crecimiento económico sin reconocer que ninguna polĆtica serĆ” sostenible si no prioriza a la niƱez y adolescencia. Entre mĆ”s temprano se vulneran los derechos de una persona, mayores son los efectos acumulados a lo largo de su vida. Poner a la niƱez en el centro implica reconocer que el bienestar de las niƱas, niƱos y adolescentes no es un tema secundario ni accesorio, sino un indicador esencial de la salud democrĆ”tica, social y económica de un paĆs. Significa entender que no basta con garantizar su supervivencia: es necesario asegurarles condiciones reales para desarrollarse plenamente, libres de violencia y con oportunidades equitativas sin importar su origen, contexto o condición. TambiĆ©n supone asumir que las decisiones pĆŗblicas āel presupuesto, las leyes, los programas y las prioridades del Estadoā deben partir de su perspectiva. Cuando las polĆticas se diseƱan pensando primero en la niƱez, se fortalecen las familias, las comunidades y el futuro comĆŗn. Y, sobre todo, implica reconocer que cada acción u omisión del mundo adulto impacta de manera directa en su presente y en su futuro, por lo que protegerles y escucharles no es una concesión, sino una responsabilidad Ć©tica impostergable. Cada aƱo, el DĆa de los Derechos Humanos pretende recordarnos que la dignidad humana es āo deberĆa de serā universal. Pero este recordatorio no puede ser retórico. Si realmente creemos en la esencia de la Declaración Universal, tenemos que empezar por asegurar que todas las niƱas y niƱos vivan en entornos que les permitan desarrollarse plenamente. Esto no es solo un principio moral: es una decisión estratĆ©gica. Las sociedades que cuidan a sus niƱas, niƱos y adolescentes garantizan su propio futuro. Invertir en educación, protección, salud mental, bienestar económico y prevención de la violencia es invertir en estabilidad, productividad y cohesión social. Hoy, la pregunta central no deberĆa ser āĀæquĆ© conmemoramos este 10 de diciembre?ā, sino āĀæquĆ© estamos dispuestos a transformar para que los derechos humanos se vivan desde la niƱezā. Porque cuando un paĆs protege a sus niƱas y niƱos, estĆ” protegiendo su humanidad.





