Trabajo Infantil, existe por la necesidad de un país pobre y explotador

Este fin de semana se celebró el Día Mundial contra el Trabajo Infantil y justamente es cuando se habla de querer erradicar el trabajo infantil, de acabar con ello pero a decir verdad parece que año tras año va en aumento. Las acciones han sido pocas, o más bien lo suficiente pero las necesidades de las familias son demasiadas que los niños están obligados a trabajar para que puedan comer. Incluso, la Organización de Naciones Unidas declaró al 2021 Año Internacional para Eliminación del Trabajo Infantil, con el compromiso de los Estados miembro de tomar medidas y ejecutar acciones que prevengan, concienticen, sensibilicen y pongan fin al trabajo infantil. En el mundo, millones de niños, niñas y adolescentes padecen de la violación de los derechos de la infancia, expuestos a las peores formas de trabajo infantil, como el trabajo realizado en entornos peligrosos, la esclavitud u otras formas de trabajo forzoso. Otros son obligados a realizar actividades ilícitas, son explotados sexualmente o forzados a participar en conflictos armados que los privan de la educación, la salud, el tiempo de ocio y las libertades elementales. En México, y como bien sabemos en Chiapas, el trabajo infantil obedece a causas comunes, la pobreza y la explotación. Pero ahora lo veamos desde otro punto de vista que a decir verdad es aceptable; la organización Melel Xojobal llamó a reconocer y dignificar el trabajo de las infancias como una acción transformadora frente a las situaciones de desigualdad e injusticia social que se viven en Chiapas. El deterioro del trabajo formal, la precarización de los salarios y el desempleo, ha implicado el crecimiento del trabajo informal y el aumento en la participación de las niñas, niños y adolescentes en el desempeño de actividades laborales. Justamente de lo que hablábamos al principio, sobre la reiterada postura de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en declarar el 2021 como el año internacional para la eliminación del trabajo infantil y, a la par, la ejecución del Tratado de Acuerdo Comercial entre México, Canadá y Estados Unidos (T-MEC), la organización Melel Xojobal reconoció a las niñas, niños y adolescentes trabajadores que, con su digno trabajo, buscan mejorar sus condiciones de vida. Y es que de verdad, los niños, niñas y jóvenes que salen a la calle arriesgando sus vidas poco se les reconocen la gran labor que manifiestan ante un mundo temible. En San Cristóbal de Las Casas, entre 2 mil 500 y 3 mil 500 niñas y niños de cero a 17 años trabajan o acompañan a sus familias en actividades laborales. Esta población ha enfrentado décadas de pobreza y discriminación con su trabajo, misma que ha sido criminalizado y estigmatizado por organismos internacionales, estatales y locales con medidas que violentan derechos y no garantizan el desarrollo y supervivencia de las infancias en la entidad. Los pequeños tiene que salir a la calle a jugarse el pellejo, a torear automóviles que se les vienen encima, a dormir a la intemperie o en las alcantarillas, para ganarse unas monedas y mitigar el hambre familiar. ¿Escuela? ¿Educación? ¿Diversión? Qué es eso. No tienen derechos. La prohibición de que los supermercados tuvieran niños, ayudando a la clientela a guardar sus compras en las bolsas de plástico, ya prohibidas, metió en verdaderos líos a las familias de estos pequeños, apodados “cerillos”

El INEGI advierte que la inclusión al mercado laboral a edades tempranas puede traer consecuencias que afectan el desarrollo de las niñas, niños y adolescentes. Un menor de edad que trabaja puede, por un lado, disminuir el tiempo y calidad invertido en el estudio (si es que fuera a la escuela. Usualmente, estos niños no van a ninguna institución educativa), u otras actividades que favorecen su crecimiento y, por otro, exponerse a sufrir algún problema físico o psicológico por realizar actividades no adecuadas. Ante este escenario el trabajo y las aportaciones económicas de las niñas, niños y adolescentes son cruciales para la reproducción y subsistencia de sus hogares y se prevé un aumento en su participación laboral para los próximos años.