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  • Redacción

Un sainete moreno en varios actos

Miguel Tirado Rasso


Las dirigentes de Morena, Yeidkol Polevnsky, secretaria general en funciones de presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) y Bertha Luján, presidenta del Consejo Nacional, continúan midiendo fuerzas, en una pugna interna que se prolonga ya por más de siete meses, sin que parezca existir poder político capaz de calmar sus ánimos, pero, sobre todo, su ambición de poder, que han demostrado no tener límites.

Para el partido en el gobierno, el proceso interno para la sucesión de su dirigencia se ha convertido en la gran encrucijada de su muy joven historia, sin que, a la fecha, hayan podido desentrañar el misterio de cómo renovar su dirigencia sin morir en el intento. O lo que es lo mismo, realizar el proceso estatutario sin perder el control del partido, porque, en su competencia para ocupar la presidencia del CEN de Morena, están dispuestas a utilizar, y así lo han hecho ya, todos los recursos al alcance de sus cargos, para imponerse a su contraparte, sin que importen las consecuencias.

El domingo pasado, el enfrentamiento entre ambas dirigentes alcanzó otro nivel, con la celebración del Vl Congreso Nacional Extraordinario en el que se tomaron varios acuerdos, los principales, la destitución de Yeidckol Polevnsky y el nombramiento del nuevo presidente del Comité Ejecutivo Nacional de Morena, Alfonso Ramírez Cuéllar, quien se presentó como candidato único, y al que se eligió al estilo de la 4T, en votación a mano alzada, el sello de la casa. Un Congreso contra el que, desde su convocatoria, cargaba ya 15 impugnaciones en contra, por lo que su cuestionada legalidad tendrá que determinarla el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).

Con anterioridad, el Tribunal había cancelado el proceso de elección interna de la nueva dirigencia, por falta de un padrón confiable, imponiéndole al partido un plazo de 90 días para reponer el procedimiento. Posteriormente, la misma autoridad anularía la sesión de Consejo Nacional Extraordinario celebrada el 30 de noviembre pasado, al no acreditar el quorum mínimo para tomar determinaciones, como la convocatoria al Congreso celebrado este domingo. Por esto, se cuestiona la legalidad del Vl Congreso, cuya validez, sin embargo, Bertha Luján alega estar fundamentada en la convocatoria de 18 Consejos Estatales, con el quorum necesario. 

La presidente del Consejo Nacional de Morena se queja de que líderes y militantes se han dedicado a sabotear la vida interna del partido, entorpeciendo su funcionamiento con la presentación de numerosos recursos ante la autoridad electoral. Esto, señala, ha impedido el desarrollo del proceso interno para la renovación de la dirigencia. Un reportaje del periódico Reforma, corrobora esta aseveración. Según la nota periodística, las impugnaciones morenistas contra decisiones de la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia (CNHJ), desde que se fundó el partido, en 2013, hasta la fecha, suman 391 quejas. Y es que el manejo político que se le ha dado a esta Comisión, ha distorsionado su función original, convirtiéndola en una especie de Santa Inquisición, al servicio de uno de los grupos de poder.

Y mientras en el Vl Congreso, Bertha Luján y sus partidarios celebraban la elección del nuevo presidente del partido y los nombramientos de los integrantes de su Comité, entre otros acuerdos, la “destituida” Polevnsky denunciaba la invalidez del Congreso, desconocía los acuerdos y nombramientos realizados por ese órgano “por estar fuera de toda norma, fuera del estatuto y fuera de la legalidad”; afirmaba que no dejará la presidencia de Morena, y que acudirá al TEPJF para impugnar la legalidad de dichos acuerdos.

Habría que señalar que unos días antes de la realización del Vl Congreso, la secretaria en funciones de presidente del CEN, había tomado sus providencias para fortalecer su posición, nombrando a personajes cercanos en las carteras acéfalas, para contar con la mayoría necesaria para dar legalidad a las designaciones y acuerdos de ese órgano de dirección. Con esto, se anticipaba a los nombramientos del Congreso, que de cualquier manera se hicieron, desconociendo, además, los realizados por Yeidckol Polevnski.

En esta pugna que no parece tener fin, las cosas se enredan y confunden cada vez más. Ahora Morena cuenta con dos presidentes que alegan, cada uno, legitimidad. Debido a los nombramientos de sus equipos de trabajo que han hecho los dos presidentes, también existen dos comités ejecutivos, que, obviamente, no se reconocen, por lo que, los órganos de dirección del partido, ahora, están duplicados.

Toca a la autoridad electoral intervenir, por tercera ocasión, en auxilio de este partido, para tratar de poner fin al sainete de los dirigentes morenos. Una intervención más del Tribunal que, como están los ánimos, tampoco garantiza que podrá poner orden porque el problema, no es de legalidad, sino de intereses y poder.

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