Viki Espinosa, una mujer brillante
Alejandra Soriano y Paulina Conde volvieron a estar juntas en este episodio donde tuvieron de invitada a María Victoria Espinosa Villatoro, “Viki”, una mujer indígena tsotsil, originaria de Venustiano Carranza, que porta una blusa con los textiles de su tierra, es profesora, investigadora, artesana, diseñadora, conductora, activista, licenciada en economía, maestra en administración, doctora en estudios regionales con mención honorífica… en fin, una mujer súper trabajadora y con múltiples reconocimientos, una mujer brillante.
“Es un orgullo enaltecer mi tierra natal, mis padres son hablantes de la lengua, siempre he tratado de enaltecer mi casa universitaria, la Unach, donde tengo el privilegio de servir desde una causa tan loable como la educación superior, donde mujeres indígenas hacemos incidencia, una de las líneas de investigación que tengo es visibilizar este desencuentro que tenemos las mujeres indígenas en el camino de la educación superior, pronto podrán tener en sus manos un libro donde pongo estos elementos sobre la mesa”, adelantó.
Esta Viki que ahora conocemos fue resultado de dos cosas: una herencia de lucha social, que fue adquirida por el ejemplo de sus padres, Santiago Espinosa -en paz descanse, de quien era cumpleaños el día de la grabación de este episodio-, fue un luchador social que enalteció a nivel nacional e internacional la defensa de los pueblos indígenas y posicionó en esos años en que las mujeres no eran visibilizadas en el arte textil, que las mujeres de su natal Carranza fueran precursoras, portadoras de su arte, reconocidas por ellas mismas y que se visibilizara del punto de vista cultural y económico, ella es ejemplo claro de esto, estudió la carrera a partir de esta actividad que le enseñaron sus padres.
“Fueron esas dos cosas con las que crecí y empezaron a alimentar lo que ahora soy, la lucha social con la que crecí, pues mi municipio tiene una especificidad sociohistórica importante a nivel nacional, y el arte textil que heredé de manera familiar, de lado paterno se dedican al telar de cintura y al bordado, le mando un saludo a mi hermana Guadalupe que es bordadora, todas esas mujeres con las que crecí me heredaron estas dos causas y les puse un sello particular por ser mujer, cómo viví, cómo me enfrenté”, señaló.
Hay una fecha muy importante para ella: el movimiento zapatista de liberación nacional, ella era estudiante de la Facultad de Ciencias Sociales Campus III de la Unach, donde se gestaba un movimiento antes y después del 94, a partir de ser universitaria y tener esta socialización de pensamiento epistémico y auto crítico de lo que prevalecía en la sociedad, se asumió de manera formal, aunque ya venía trabajando el activismo con mujeres indígenas a su corta edad, posteriormente al integrarse de manera dinámica y activa en diversas organizaciones ya feministas, antes campesinas o de ese tipo en su tierra natal, pues trabajaba con grupos de mujeres, después se encargó de atender estos módulos para resarcir un poco el daño hacia las mujeres siendo encargada de la zona Altos en materia de proyectos artesanales, productivos y agrarios de la Secretaría de Desarrollo Social, siempre involucrada en instituciones de atención a grupos indígenas, que era donde pensaban que tenían cabida.
“Es complejo, siempre he dicho que el primer espacio en el que te enfrentas para salir adelante son los paradigmas patriarcales de la familia, donde tus padres le apuestan al varón y no a las mujeres, hasta que les leen la cartilla, en mi caso a las mujeres nos dicen, vas a tener novio o te vas a casar, si te ven con novio ya es una cuestión seria, más en la preparatoria, mis papás me dijeron, si vas a estudiar necesitamos que nos garantices que no te vas a casar, y no casarse implica no novios, en una comida me dijeron, no tenemos dinero, pero si quieres estudiar vamos a hacer el sacrificio, pero danos una garantía, desde pequeña vi cómo era a diferencia de mis hermanos y romper esos esquemas, mis hermanas vivieron otra etapa más compleja que la mía, siendo yo la más chica apoyaron mi decisión en todo momento, para que la hija menor sí fuera a la universidad”, recordó.
Y es que desde chica tenía una meta clara, veía comó trabajaban su mamá y su papá, cómo vivían, cómo buscaban el sustento para los ocho hijos que eran en total, se esforzaban muchísimo, si ella tenía la oportunidad de estudiar y tener una vida mejor, más holgada, la única manera era estudiando, porque si te ven en el pueblo, lo que hay es novio y no hay más, no hay crecimiento, tenía la claridad de que sí quería estudiar, Viki fue madre a los 30 años, recuerda la presión familiar, comunitaria porque ya era “la quedada”, es una edad importante, pero estudiar significa cerrar el círculo, sus papás querían que trajera el título en mano, que no fuera pasante, sino licenciada en economía, y ella tenía claro eso, de tal manera que durante la carrera trabajó proyectos y toda la tarea la aprovechaba para investigación, era lo que quería hacer.
“A diferencia de mis compañeros que no tenían idea, o no querían hacer la tesis, yo sí sabía qué quería trabajar, no tenía las bases teóricas pero sabía para dónde, eso me ayudó mucho, teniendo la oportunidad de titularme por promedio no lo hice, decidí aprender algo más, aprovechar, no me interesaba tanto el promedio, hice la tesis sobre la desincorporación de la industria azucarera que se estaba dando en ese momento, habiendo un ingenio en mi municipio, tenía mucha vinculación a mi paso, me gusta hasta la fecha platicar con la gente, leía de política, la Constitución, no había televisión ni teléfono, mi papá aprendió a leer y escribir con la Constitución, era una persona muy culta, muy leída”, señaló.
Viki se visualizaba siempre apoyando a las mujeres, al empoderamiento económico, pero no haciendo pasarelas, el camino la fue poniendo en esos espacios porque una de las líneas de investigación es el empoderamiento y autonomía económica de las mujeres indígenas a través del arte textil y preservar la cultura, más allá de la comercialización, trata de preservar la cultura y herencia ancestrales, estos caminos, tanto de la línea de investigación de la universidad como de la vida cotidiana donde creció, fueron alineando su vasto conocimiento, conserva un libro importante de la antigua ciudad de Copanahuastla, del pueblo de San Bartolomé de los Llanos, toda esa dinámica en que se desenvuelve la actividad textil a través de una mirada en la época mesoamericana ha hecho que en todas sus intervenciones le ponga el ingrediente para preservar el arte a través de la promoción y difusión no solo física del telar, acompañada de una conferencia magistral que le permita a la audiencia conocer algo más que este textil.
“Para mí es importante siempre mencionarla, las personas me van escuchando, invitando hasta llegar a estas exposiciones de pasarelas pero también simbólicas, que le dan el valor agregado a una simple presentación de moda, yo expongo una cultura, tradición, preservación de la identidad y eso me llevó a Suiza, a la embajada de Berna, a Ginebra, fue una experiencia extraordinaria, he hecho vínculos con otros países pero virtuales, enviar el textil que nos encargan por paquetería pero no llegar al lugar, tuve una experiencia magnífica en Europa, uno puede salir pero con el respaldo de la Unach, que ha abrazado este saber, conocimiento y en todo momento ha procurado visualizarlo, visibilizarlo y reconocerlo, recibir sus reconocimientos es un gran halago que no le sucede a cualquiera y enaltece la actividad como mujer indígena y las mujeres que están detrás, mi historia puede motivar a las demás mujeres”, puntualizó.
Sin embargo, admitió que se sigue viviendo la discriminación, en el ámbito académico e intelectual, pues son espacios de poder, el conocimiento es poder, entonces cuando una mujer llegue a un espacio académico reconocido por las instituciones que avalan la credibilidad del conocimiento, es como estar invadiendo territorio estereotipado que el hombre piensa que solo le pertenece, pero están incidiendo, avanzando, a pesar de que se tiene una normativa bastante amplia, la realidad nos dice otra cosa, piensa que en la medida que las mujeres indígenas vayan explorando estos espacios, es la manera de ir entrando en el espacio que les corresponde.
“No es un regalo, tienes que entrar con las credenciales que tengas en tu productividad, con la rigurosidad científica que te solicitan y no es un regalo, es entrar en estas dimensiones, se requiere un compromiso personal, de carácter académico, de incidencia en estos espacios y esta visión, anidar en tu corazón que quieres un cambio en la sociedad y a través de las actividades que realizo, trato de enaltecer el trabajo de las mujeres indígenas, la vinculación comunitaria y la generación de conocimiento”, finalizó.
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