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  • ALEJANDRA OROZCO

Vive en riesgo de derrumbes 1 de cada 10 tuxtlecos

Tuxtla.- No es novedad que el suelo de la capital chiapaneca es inestable y sufre movimientos constantemente, sin embargo, investigadores chiapanecos han ahondado en el tema para encontrar soluciones de ordenamiento territorial.



Jorge Antonio Paz Tenorio, profesor e investigador de la UNICACH, desarrolló una línea de investigación asociada a los derrumbes en Tuxtla, son procesos gravitacionales cuyo factor determinante es la fuerza de gravedad, en donde las partes no consolidadas o frágiles de montañas se desprenden y caen por la gravedad, un proceso natural que se desarrolla para dar equilibrio a los asentamientos.


Sin embargo, si no están localizados o monitoreados, muchas ciudades crecen en sitios donde ocurren derrumbes, o ya hay derrumbes antiguos que pueden reactivarse debido a la construcción de casas o los servicios de agua y luz que interfieren con el suelo, causando daños a las viviendas.


“La ladera sur es más susceptible por su constitución geológica, por ejemplo en la ladera norte, si tú excavas, a los 20 centímetros puedes encontrar roca sólida, sin embargo, si lo haces al sur, del libramiento hasta Copoya, puedes llegar hasta los 30 metros y vas a seguir encontrando material suelto, las condiciones geológicas son distintas y por ende dictan distinto comportamiento”, mencionó.


Ante el desconocimiento de estas causas, la ciudad ha crecido de manera desordenada, por ejemplo, en esta ladera sur desde 1995 se empiezan a registrar daños en el fraccionamiento Zoque y no se atribuía a esto, sino a deficiencias en la construcción, sin embargo este estudio que data de hace 16 años muestra que la condición del suelo propicia estos fenómenos, así como reglamentos de construcción no estrictos o leyes no laxas.


“El fraccionamiento La cueva del jaguar hace 20 años sufrió este tipo de daños, el año pasado las casas fueron demolidas y aunque hubo desalojos previos, fueron invadidas por grupos indígenas, entrábamos y el techo estaba a metro y medio del suelo, pero a falta de vivienda tuvieron que ocuparlas”, señaló.


Lo mismo pasó con Lomas del oriente, que hace 30 años se regularizó después de ser una invasión, a pesar de que tanto Protección Civil estatal y municipal conocen estos datos, el censo de hace 10 años - que mantiene la misma proporción- arrojaba que el 14 por ciento de la población vive en zonas susceptibles a derrumbes.


“La ladera sur sí es viable para vivir, pero con técnicas de ingeniería adecuadas, sin embargo se siguen usando las convencionales, como en el centro y norte de la ciudad, cuando la Unach por ejemplo le está apostando a la geotecnia, que es el uso de información para reglamentos de crecimiento humano; sin embargo la presión de los movimientos sociales genera decisiones precipitadas”.


Este estudio arrojó que el saldo del sismo de 2017 fueron 31 derrumbes en Tuxtla por la sismicidad de un total de 120 derrumbes registrados por GPS; y es que toda la ciudad es susceptible a la sismicidad, así como el sur tiene tendencia a los hundimientos o la parte baja a las inundaciones.


Por ello, proponen que el ordenamiento y crecimiento vayan de la mano con los atlas de riesgos, así como desarrollar programas de desarrollo de la zona metropolitana pero de la mano con que las autoridades articulen las herramientas existentes, pues desde la academia ha habido un gran aporte al respecto.



“Hay una tendencia a apostarle a la construcción vertical como otras ciudades que agotaron sus espacios planos, en Tuxtla esto se agotó en 2010, aunque todavía se conservan las 149 manzanas del casco histórico del centro desde 1892, una zona plana lejos todavía del Sabinal e inundaciones, pero por ser capital creció de manera desmedida y en 2010 vino el boom de crecimiento horizontal, ocupando el sur poniente hacia la escuela de veterinaria, impulsado aún más por el nuevo libramiento federal, que favorece las invasiones”, mencionó.


Aún así, ya podemos ver opciones de crecimiento vertical desde casas de interés social que tienen hasta cuatro niveles para no necesitar elevador, así como las torres habitacionales o de oficinas, es necesario porque ya no nos queda espacio para crecer como antes, cuando había casas aisladas con una gran extensión de terreno.


“El problema es que seguimos teniendo las mismas vías y calles, afortunadamente no ha habido muertes por estos hundimientos pero sí pérdidas de patrimonio, sistemas colectivos que benefician a toda una colonia con agua y drenaje que con estos hundimientos, aunque sean movimientos lentos, provocan fugas y problemas de salud”, finalizó.

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