Activistas chiapanecos asistirán a diálogo por la paz en la ONU
- ALEJANDRA OROZCO
- hace 7 días
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Tuxtla.- Víctor y Laura son dos jóvenes originarios de San Cristóbal de las Casas, miembros fundadores de la ONG Jóvenes Articulando Territorios AC, ellos son habitantes precisamente de la zona sur de ese municipio, donde vivían en un contexto de conductas de riesgo, es la periferia de San Cristóbal donde usualmente las juventudes o las familias que emigran de las comunidades se asientan, una región en donde las adicciones, el pandillerismo, la violencia estructural que viven las familias porque no son de la zona urbana y vienen de las comunidades, los inmersa en esta sociedad en donde las oportunidades son menos en comparación de los que están en la urbe.

“Yo particularmente fui creciendo en ese contexto y todo indicaba que iba a estar en ese escenario de conductas de riesgo, pero afortunadamente, gracias a que conocí la música a los 14, 15 años, pude generar emprendimiento, me dediqué a la música, empecé a trabajar y eso me alejó de las adicciones, de ese futuro que posiblemente iba a tener, ahora después de la escuela ya no era ir a la calle, tenía que ensayar y luego al evento, ya me dedicaba a tocar, eso me permitió estudiar y terminar la carrera”, relató Víctor.
Entonces, se dio cuenta que pudo generar esa nueva ruta o alternativa de vida y que los vecinos y vecinas seguían en ese contexto, fueron como cuatro personas, incluida Laura, que dijeron ¿por qué no hacemos algo? Y empezaron a dar clases de música de manera gratuita en espacios públicos de la zona sur de San Cristóbal, fue así como inicia el sueño de tener incidencia social, como en el 2012, y en 2015 deciden constituirse como asociación civil porque tenían respuesta.
“A mí lo que me llevó a conformar este grupo es que ya estaba estudiando la carrera en Antropología social, y algo que me movió dentro de las clases fue el tema del compromiso, yo me preguntaba ¿por qué hacer servicio social? ¿cuál era el objetivo? Eso en particular me inquietaba, yo sabía de muchos compañeros que su actividad del servicio social desafortunadamente era sacar copias, hacer uno que otro mandado para alguien, entonces me puse a reflexionar y con otros compañeros, dentro de ellos Víctor, ya en el proceso de formación profesional, decíamos, el servicio social tendría que impactar o generar en la sociedad”, añadió Laura.
Como su sociedad periférica eran las juventudes, ya sabían el tema de la música, ella sabía cantar, entonces le parece una buena idea que lo vean como servicio social, pagarle a la sociedad por lo poco o mucho que les está dando, entonces decidieron unirse, a ella de manera particular le motivaba la figura femenina, el tema de la mujer, porque al principio en el colectivo empezaron a acceder a espacios públicos, al principio el propósito era practicar canciones para la serenata, la mamá era el centro, ahí muchos se unieron.
“Llegó un momento en el que a mí sí me impactó, el impacto que tuvimos, porque éramos poquitos y fue la primera serenata, creo que al segundo año teníamos una gran lista, entonces dijimos, la música es un gancho, y nuestro pretexto es cantarle a mamá, podemos generar otras acciones, es cuando empezamos a planear incluir otros temas, desde esa parte así lo viví yo, estos 10 años ha estado cargado de muchas emociones, de muchos viajes”, dijo Laura.
La intención era hacer algo por la sociedad, y cuando dijeron que podían constituir una AC para acceder a recursos, y eso es lo que necesitaban, lo vieron como una alternativa y lo hicieron, pero no se imaginaban lo que implicaba hacer una AC, hasta ahorita siguen aprendiendo temas administrativos, de proyectos, de incidencia, de cabildeo, al final de cuentas cuando se hacen las cosas con buena intención, van surgiendo, hay una frase que dice Dios provee y eso es lo que ha pasado, ellos han intentado hacer algo por la sociedad y han tenido resultados que no imaginaban.
“El año pasado estuvimos en la cumbre del futuro en Nueva York, fue un evento en septiembre pasado en donde buscamos construir una agenda mundial para acelerar el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible, me impactó por dos razones, una, porque vi que en Nueva York las personas que están generando la política mundial están inmersos en un contexto de trabajo, en una sociedad en donde se desenvuelven, que a veces no permite ver la realidad que se vive en las comunidades indígenas sobre todo, que es el sector donde trabajamos”, comentó Víctor.
Por lo tanto, a veces las políticas mundiales están enfocadas en ciertos lugares, y a veces no son tan inclusivas como quisieran que fueran, si están inmersos en un contexto así, a veces es difícil que comprendan de una manera real lo que viven las juventudes indígenas, por otro lado, le impactó porque no se imaginaba estar en un espacio así, incidiendo en una agenda mundial.
“Yo terminé la carrera y me he estado formando, he seguido, pero ahora en la práctica ha sido más con las juventudes, yo me casé desde la carrera con el compromiso de apoyar, de contribuir, eso ha hecho que mi andar en la organización esté muy comprometido, pero me doy cuenta que necesito formarme más, porque sigo aprendiendo y es necesario seguir profesionalizándome, hay muchos temas en que hay que actualizarse y que lo seguimos haciendo, al final estamos contribuyendo desde la práctica, pero en la teoría habría que seguir reflexionando muchos temas, tampoco se ha avanzado mucho sustantivamente, en teoría sí, pero en la práctica vamos rezagados”, comentó Laura.
Se puede pensar en tres dimensiones para la participación de las juventudes: que quieran, que sepan y que puedan, pero cuando empiezan a hablar de construcción de paz, a los jóvenes no es que no les interesara, es que tenían que trabajar, muchos jóvenes que están en Chiapas, su índice de desarrollo humano, al menos en comunidades indígenas, es de pobreza extrema, para poder participar en movimientos sociales, se requiere que las juventudes tengan las necesidades básicas cubiertas, de lo contrario, el joven tiene que trabajar, salir de su comunidad a buscar esa oportunidad laboral.
“Los jóvenes que sí participan, que son activistas, que tienen incidencia en proyectos sociales, son jóvenes que de cierta manera pueden ser voluntarios, porque en su casa alguien los sostiene, yo soy uno de ellos, cuando estudiaba decía, yo también quiero ir a las marchas, yo también quiero hacer eso, pero tengo que trabajar, yo no tengo esa necesidad cubierta, entonces creo que sería un factor interesante”, añadió.
Muchos jóvenes en este momento, en la región Altos de Chiapas, están liderando proyectos, lo hacen quizás no como activismo meramente, pero sí desde una ONG, porque la ONG también permite generar una especie de incentivos económicos, muchos están trabajando porque tienen cierto pago, eso es algo necesario, porque quieren hacer algo, pero si pueden tener una retribución económica, que sería como un modelo financiero, lo hacen doble o triplemente con gusto, es un enfoque que les ha tocado ver, que hay algo estructural, que si no está cubierto es más difícil.
“Son tres temas los que trabajamos, acción climática, emprendimiento y construcción de paz y derechos humanos, el cambio climático que todos vivimos está pegando más fuerte en las comunidades indígenas, porque hay más inequidad, hay más desigualdad y más injusticia social, lo que sucede es que los medios de vida, el recurso natural, el capital social, la infraestructura, no son suficientes para que las juventudes se desenvuelvan, muchas juventudes tienen que salir de su comunidad, con las juventudes que trabajamos, más del 70 por ciento de una ruta de vida fuera de su comunidad, pero no es porque quieran, es porque no hay opción, porque el cambio climático está generando sequías, incendios, deslaves, inseguridad alimentaria, lo que hace la organización es tratar de contribuir para que las juventudes se reconozcan como líderes ambientales, como esas personas que tienen el territorio, y que reconozcan su potencial”, añadió.
Es decir, que la migración no sea la única opción, sea una alternativa más, Jovenarte trabaja con la transición agroecológica, que es una forma de decirle al joven, la agroecología es sinónimo de hacer comunidad, de prácticas que no dañen el ambiente, y es una forma de hacer política, porque en la medida en que se decida no usar agroquímicos, se define la política pública, pudiendo incidir desde muchas maneras, porque quienes sufren más la desigualdad son las juventudes y mujeres.
“Es el tema de la posición de la mujer dentro de la familia, la desigualdad porque no se reconoce el valor del trabajo, todo el sostén de la familia, los cuidados que implica, tenemos este cargo, que si bien estamos ya reflexionando que no sólo nos corresponde a las mujeres sostener la familia, al final el trabajo sí lo estamos haciendo nosotras, por ejemplo, en el trabajo de las parcelas, tenemos el trabajo del campo, de la familia, de la casa, pero no se nos da el valor, lo que hacemos es reflexionar el tema, dándole un valor, si nos pagaran a nosotras como las productoras, ¿cuánto nos pagarían? Vas al mercado y te compras algo, eso nos correspondería, pero no les alcanzaría a los compañeros o a las familias pagar el trabajo de las mujeres”, consideró Laura.
Sin embargo, es necesario reconciliarse con esta parte, reconocer su valor, lo que aportan en la familia y al campo, al final, las comunidades campesinas son el sustento no solo de su familia, sino de las comunidades y de la ciudad, algo importante es justo cómo trabajan y se reconcilian con su tierra, las mujeres, la tierra, la familia, porque no es pelear con los hombres, es necesario establecer este vínculo desde el respeto, desde el equilibrio, y es necesario trabajarlo.

“Nosotros trabajamos directamente con el huerto, que es una especie de también de terapia colectiva con las juventudes, ellos están casados con la idea de que los mandaron a la escuela, sobre todo a las mujeres, a las niñas que sí tienen acceso a la educación, que las mandaron para que no sean como las mamás o que no sean como la familia de campesinos de las que vienen, tienen tan casada esta idea que en algún momento hasta la hacían como de chiste sarcástico, de que me mandaron a la escuela para no trabajar en el campo y véanme aquí trabajando en el huerto”.
Justo ellos se ponen a reflexionar, y esa es la idea, que trabajar la tierra es darle valor al trabajo que sostiene el mundo, porque al final el trabajo de las comunidades es lo que sostiene al mundo, y es lo que ha hecho posible también que se preserven algunos pulmones de la tierra, no es que estemos acabando con todo, a veces se nos deja la tarea desde lo pequeño, de trabajar para el cambio climático, para mantener el equilibrio, sí se puedes aportar algo, pero hay otros entes que están contaminando más, en dimensiones más grandes.
“Trabajamos con el tema de los huertos, es lo más próximo que tenemos, trabajamos el tema del modelo de la Nueva escuela mexicana en colaboración con los docentes, que les ayude también a su formación educativa dentro de un marco, estamos trabajando con los viveros rescatando semillas o plantas de árboles nativos, la idea es, queremos contribuir y reforestar, pero qué tipo de árbol, todo tiene una lógica, todo contribuye en algo, un poco con la perspectiva de la restauración o la conservación del ambiente, es rescatar lo nativo y no introducir plantas invasoras o que no favorezcan a la diversidad biológica del suelo, eso es de manera general lo que estamos trabajando con los juventudes, mucho más es la reflexión”.
Son jóvenes estudiantes de educación formal, trabajan en alianza con el Colegio Bachilleres de Chiapas, son de centros educativos a distancia, parte de las actividades son de formación, talleres donde se reflexionan los temas, pero algo distintivo es que el arte está inmerso como un medio, entonces desde la música, pintura, teatro, lo que a las juventudes les interese, porque no les imponen, sino que hacen un diagnóstico de qué les interesa a ellos, y a partir de ese gancho introducen los temas, y lo hacen dinámico, porque el aprendizaje tiene que ser significativo, y experimentarlo.
“A lo largo de los procesos que estamos encaminando o acompañando con las juventudes, es pensar en la paz primero interior, individual, porque si no tenemos las necesidades básicas cubiertas, no estoy en paz, estoy sintiendo hambre, tengo preocupaciones, entonces la paz individual también refleja y eso lo vuelve colectivo al final, de manera personal y la visión de la organización es que las juventudes, que es una población que no tiene acceso a la participación sustantiva como tal, somos una población amplia, sin embargo no estamos tomando decisiones, es necesario que las juventudes, desde donde estén, porque no vamos a esperar a llegar a un lugar para poder generar cambios o hacer propuestas, tengan esta paz”.
A partir de que ya tengan cubiertas las necesidades básicas, que no viene de fuera, sino que cada uno tiene que construirlas o buscarlas, la autogestión es algo que miran que las juventudes puedan desarrollar, pero teniendo sus habilidades fortalecidas, teniendo capacidades o herramientas que les permita construir la autogestión desde donde están, como sea posible, una vez teniendo fortalecidos, van construyendo la paz colectiva y la relación con el ambiente, porque podrá haber paz individual, pero si nuestro planeta está acabando, de nada sirve, estamos todos conectados, no estamos separados, aunque así lo parezca o así lo quieran hacer creer, somos una parte de todo esto que se llama vida, planeta, tierra.
“Ahorita las problemáticas nos están tocando, quizás el cambio climático lo sentimos más, hay más afectación en nuestro territorio, y siento que las juventudes y las personas están siendo las que se involucran en acciones sociales, porque nuestros derechos de repente son afectados, desafortunadamente a veces no nos sumamos en las causas porque si no me toca a mí, me da igual, pero ya la sociedad se está involucrando, y tenemos que hacer que la cooperación suceda, cada sector, en su dinámica, puede aportar teniendo responsabilidad social, ambiental, haciendo equipo, lo que nos toca como ciudadanos, si no puedo sumarme a una ONG, hago lo que me toca, respeto los derechos, cuido el ambiente, si puedo sumarme a una ONG, adelante, pero si no, como un ciudadano, el garante de derechos”.
En Facebook e Instagram los encuentras como Jovenarte Asociación Civil, y la página www.jovenarte.org, la asociación tiene un programa de construcción de paz, que desarrolla desde el Centro de Aprendizaje y Reconciliación Comunitaria, es un proyecto que se impulsa en alianza con diferentes actores, fundaciones, aliados, juventudes, y están construyendo la paz, que también se refiere a que no somos violentados de cierta manera, hay violencia estructural con la pobreza, la inseguridad alimentaria, hay violencia cultural con los estereotipos de género, y hay violencia directa, que es cuando alguien te roba, esa es la última de las partes, la que se visualiza.
“Lo que hace Jovenarte es trabajar con juventudes para que podamos fortalecer las habilidades de construcción de paz, de resolución y de transformación de conflictos, hay algunos datos interesantes de por qué es importante hablar de paz: según el Banco Mundial, el 80 por ciento de la guerra surge en países donde ya había habido una guerra por lo menos 30 años atrás, por lo tanto, capacitar o formarnos en conflictos tiene que ver con que casi todos los territorios viven violencia, entonces es necesario trabajar”.
Esto porque la ONU dice que por cada dólar invertido en prevención de conflicto, se ahorran 16 dólares en reconstrucción o ayuda humanitaria en zonas de guerra, lo que hace la organización es fortalecer estas habilidades con juventudes desde una visión sistémica, la construcción de paz no es únicamente capacitar para que construyas o sepas transformar el conflicto, sino ver qué necesitas e iniciar un programa de emprendimiento para que generes ingresos si estás en una situación de extrema pobreza, educación ambiental para reconocer territorio y ahora sí hablar de paz desde tu persona.
“En la organización, desde 2015 estamos trabajando estos temas, y fuimos convocados a participar en el Tercer diálogo anual sobre construcción de paz entre organizaciones de la sociedad civil y la ONU, este 10 y 11 de diciembre en la sede de Ginebra, Suiza, ya hemos hecho trabajo previo en la construcción de recomendaciones, porque hay una realidad, así como representamos a la región Altos, otras organizaciones representan a América latina y el Caribe, el pasado 20 y 21 ya tuvimos un encuentro con la Coalición latinoamericana de paz sistémica, red a la que ya pertenecemos, ya hicimos esas recomendaciones para la ONU, ahora como grupo o colectivo de América latina vamos a ir a entregarlas, ya hicimos ese ejercicio”, explicó.

Cabe reconocer que es un espacio loable que abre la ONU, porque a veces queremos decirle algo, visualizando que la ONU tiene un sistema para estados los miembros que se unen después de la Segunda Guerra Mundial para construir paz, es un sitio emblemático, buscan decirle, estoy viendo de esta manera y las necesidades son estas, buscamos que nos escuchen y conozcan la realidad, por ello las recomendaciones en tema de juventudes y a veces no sabemos cuántos jóvenes trabajan ahí, cuántos indígenas, no cualquier joven llega a la ONU, muchos tienen mucho potencial pero hay una barrera: el idioma, no todos hablan inglés, hay indígenas en Chiapas que quieren hablar con ellos y como un sistema que promueve la paz mundial es interesante que los escuchen, es un diálogo que esperan sea considerado.
“Sigamos construyendo paz desde nosotros mismos, pero desde la reflexión analicemos qué consumimos, cómo nos estamos formando, contribuyan a la paz mundial desde cuidar el ambiente, de nada sirve lo que soñemos si solo es consumir y no ver el planeta que nos sostiene, siempre una relación sana, los sueños se pueden cumplir sin que afectemos a ningún ser vivo, y es que solo una persona es capaz de detenernos, nosotros mismos, hay que trabajar en la paz interior y colectiva, un mundo más justo, equitativo es posible, lo tenemos que construir y hacernos parte, sí se puede”, consideraron.
Después del 94, consideran que hubo un boom de organizaciones no gubernamentales, pues unos necesitaban atención médica, otros temas de desarollo rural, económico, vieron en las figuras organizativas un medio de trabajo, muchos con la intención de apoyar, pero cuando se ve realmente el trabajo en comunidades, no muchas han logrado un cambio sustantivo y siguen estando ahí, si bien se avanzó en el reconocimiento de las personas indígenas, aún existe racismo, discriminación, ya nacimos con ello, son prácticas casi cotidianas, en la familia se van formando, pero no es culpa suya, sino históricamente han dicho que esto es así, la discrminación, el color de piel son temas que siguen latentes ,en algunos momentos se notan má,s pero es importante la intención, al final no se logra un impacto como tal pero lo importante es cómo llegamos a la gente, cómo perciben ellos, no van a cambiarles la vida pero hay algo que les queda.
“Yo sueño con que las ONG no existan porque no haya igualdad ni injusticia, sino oportunidades para todos, que no tengamos que luchar, porque sí cuesta, tan bonito es vivir tranquilamente, con acceso a alimentación adecuada, empleo digno, me hubiera gustado ser de la NASA, irme a la luna, pero no puedo, tengo el compromiso de poder acompañar a otras juventudes, que vean que otro mundo es posible, que ser de un pueblo originario no nos limita a eso ni debemos dejar de ser eso para ser una gran persona, sin dejar de ser lo que somos tener la oportunidad de vivir”, finalizaron.









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