El otro “Piojo”

Annete Lewis

“Primero casa y después coche…” rezó Miguel Herrera en una entrevista realizada hace unos días, en la que el estratega de Coapa detallaba la forma en la que trata de encaminar a los jóvenes, para que sepan qué hacer con su dinero, pues como dice el “piojo”, el futbol es una carrera tan corta y que un chavo de 21 años tenga tanto dinero en las manos, termina siendo contraproducente.

Tiene toda la razón, porque los casos de jugadores que no saben qué hacer con el dinero y terminan limosneando entre ligas inferiores, es cada vez más común y basta con remontarnos al verano pasado, donde los jugadores no aguantaron la desaparición del Ascenso MX y el surgimiento de la Liga de Expansión, en la que muchos de los “veteranos” se quedaron sin acomodo y tuvieron que buscar por dónde, muchos engordan ahora las cartas abiertas en clubes de la LBM, pidiendo salden adeudos.

Un caso del que quizá poca gente se acuerda, pero que fue un jugador surgido de una cantera importante, relata cómo fue su ascenso de inferiores al primer equipo, relatando que de la nada, de ganar 15 mil pesos, pasó a ganar 130 mil al mes y al no tener quién lo orientara con lo que debía hacer, terminó despilfarrando lo que pudo ser una fortuna y como al no saber qué hacer con el dinero te expone, terminó siendo víctima de una “promotor” que lo hacía firmar contratos por un monto, pero le pagaba menso de la mitad.

Hay jugadores que tienen buenos hábitos y se nota desde que son muy jóvenes. La disciplina deportiva a veces tiene como consecuencia la disciplina financiera, no suelen ser fáciles para soltar centavos y después buscan quién los pueda ayudar con las inversiones; no son muchos casos, pero hay otros que hacen tan buena carrera que, a pesar de ya no ser activos en cancha, ni vincularse con algún equipo en algún puesto directivo, sigue siendo atractivos para las marcas, para las televisoras y siguen cotizándose para vivir cómodamente, sin tocar los ahorros que les dejó el futbol.

Pero los hay también quienes piensan en que “no pasa nada si…” y cada vez que el depósito llega a la cuenta, entre pagos y despilfarros, apenas y pueden llegar al siguiente mes, se malacostumbran a un nivel de vida exigentemente alto y cuando se termina el futbol, comienzan los problemas.

Ya de estudiar ni hablamos, de buscar una profesión que ayude a saber qué hacer con el poco o mucho dinero después. La escuela y el futbol son una combinación cada vez más rara, escasa y que parece nunca será compatible, aunque debiera.

El consejo de Herrera no solamente es bueno, debería ser una regla básica; después, habría que enseñar finanzas y cuidar que el futbolista sea íntegro, tan bueno en la cancha, como fuera de ella y comenzaríamos a tener mejores seres humanos.

IMAGEN DEL DÍA

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