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En Entrevista ; Ángel Galindo, diseñando sobre planos y pieles

  • ALE OROZCO
  • 2 jul
  • 12 Min. de lectura

Ángel Galindo es un joven tuxtleco de 25 años, conejo de corazón, es del 2000, muy joven, actualmente se dedico al tatuaje e independientemente también un poco a la arquitectura, carrera que terminó, él era el niño de la primaria muy distraído, el que siempre se la pasaba dibujando, ahí ya había cosas de arquitectura y de tatuaje encubierto.

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“Principalmente para el tatuaje no me imaginaba, yo no tenía una visión de quiero ser tatuador de adulto, es más, yo decía, quiero ser arquitecto y eso es muy bueno, desde niño lo pensaba, pero todos mis amigos de primaria, de secundaria, me recuerdan como el que siempre se la pasaba dibujando, yo prefería poner atención en clases, pero también estar dibujando.


Recuerda que dibujaba muchas cosas, por ejemplo algo de anime, retratos también, variedad de cosas, fue a los 19 años cuando como cliente de tatuaje llegaba con algún tatuador y tenía dudas, preguntaba cómo le hacía, cuál era el proceso, algunos sí, con las puertas abiertas le daban tips o consejos, y otros no, muy cerrados, pero hay de todo.

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“En ese entonces yo tenía tal vez unos sie7e u ocho tatuajes, tal vez, el primero fue por la muerte de mi abuelito, que fue un impacto fuerte para mí, tenía creo que 17 años -no digan qué estudio fue porque yo dije que tenía 18-, hay que ser mayor de edad, o simplemente también con el consentimiento del adulto que le acompañe y que firme una responsiva, sí se puede, pero que esté seguro de lo que se quiera hacer”, recordó.


Y es que en la última década, el tema de los tatuajes ha cambiado muchísimo, ya son otro tipo de máquinas, otro tipo de motores, por ejemplo, cuando Gastón se hizo  su primer tatuaje, la máquina sonaba como una máquina de cortar césped en su oreja, era complicado, y dolía bastante, también el primer tatuaje de Ángel, se lo hicieron con una máquina de bobinas, que viene con dos tamborcitos, en realidad son bobinas de alambre, de cobre, entonces el golpe como tal, que es ese ruido del martillo, causa muchos nervios porque es muy fuerte y todavía se usa.


“Yo por lo menos las tengo guardadas, ya casi no las uso, poco a poco, se están desplazando porque ahorita las máquinas actuales ya son como un lápiz, siento que la diferencia más radical fue esa, las tintas no tanto, pero las máquinas sí han variado mucho, antes se ocupaba una fuente como un mini radio, y la máquina con su cable, y ahora ya son recargables, son como un lápiz prácticamente, un plumón grueso”, describió.



Las agujas también son como un cartucho de plástico que viene con una membrana de lápiz que hace que entre y salga la aguja, y antes no, era una varilla, los tatuadores más antiguos soldaban sus propias agujas para que pudieran tatuar, era muy clandestino antes, pero ahora cada vez más personas se animan a hacerse un tatuaje por primera vez.


“Primero, que garantice bien la idea que quiere tener, que se aseguren de que quieren hacer esto, y también ver a futuro más en su cuerpo, si se ven de aquí a 10 años, por ejemplo un proyecto completo en el brazo, hay que visualizarlo de una vez y platicarlo con el tatuador, porque muchas veces se nos acaba la piel, a veces con los años ya no tenemos lienzo, por decirlo así, nosotros queremos el brazo, pero hace cinco o sie7e años me hice esto y ya no lo quiero”, señaló.

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Ahí es donde recomienda llegar con un tatuador decirle, me quiero cubrir esto y también añadir esto, entonces se vuelve más complicado para ellos poder trabajar algo así, porque están cubriendo y al mismo tiempo añadiendo otra cosa, entonces, estar bien seguro de qué ve a futuro en su cuerpo, porque principalmente se le puede acabar la piel.


“El último tatuaje, este proyecto me lo estoy haciendo también, es un proyecto neo-japonés, ahí vamos, de hecho tengo sesión con un amigo de aquí también, que se llama Jorge, él es el que me lo elabora, estoy en un colectivo donde somos cinco o seis tatuadores, se encuentra en la 14 Poniente, entre la Avenida Central y Calle Tapachula, en la Moctezuma, atrás del Hotel Bonampak, se llama Mínima el espacio de trabajo, estamos desde las 10 de la mañana hasta las 8 o 9 de la noche”, señaló.


Aparte de eso, hace unos meses empezó su emprendimiento, es un estudio privado, pero es un proyecto independiente, ese tiene nombre como Galart Tattoo y sólo atiende clientes privados, ya conocidos o familia muy cercana, es para un trabajo más formal y que sobre todo atiende en horarios extenuantes, que el estudio ya no puede cerrar tan tarde.


“Primero es que encuentres a alguien que esté dispuesto a enseñarte, porque lo más difícil es eso, encontrar un maestro o un doctor ya con experiencia, por ejemplo, yo actualmente podría recibir a alguien y enseñarle porque ya sé, pero de primera es lo más difícil, yo recuerdo que estábamos en una expo en San Cristóbal con un amigo, de los que me enseñó, yo llegaba como asistente, no tanto como tatuador, y como se llenó mucho, ocupaban manos, me puse a tatuar y tatué como tres personas ese día, y ya me dijeron, felicidades, ya es tatuador, yo me acuerdo de eso, qué loco, ya me recibí, pero no, en realidad estaba empezando”, señaló.


Para estar preparado, considera que pueden ser de cuatro a seis meses, pero en realidad, para sentirse un profesional del tatuaje, un artista como tal, sí tienen que pasar varios años practicando, sobre todo proponiendo, tener propuesta artística para ofrecer, en su caso, ya hace años que se quedé como en 200 tatuajes hechos contabilizados, ya no siguió el conteo, pero sí ha hecho muchos, tal vez llevaba como un año y sí llevaba como 150 o 200, ahorita ya lleva cinco años.


El tatuaje más difícil que le ha tocado hacer, por la etapa en la que estaba, fue un cuello, para una señora ya mayor, además es doloroso el cuello, ya tenía como cuarenta y tantos años y quería unas rosas, fue muy complicado por la posición, estaba tragando mucha saliva, se movía mucho, además, entre más adulta sea la persona, la piel es más delgada, se pone más sensible, más blanda, recuerda que lo terminó muy tarde y fue muy tedioso de hacer, en contraste, el más simple que hizo fue un punto y una coma.


“Cuando empiezas a tatuar, entras como en un estado del arte, depende si también tiene un poco que ver con esta química con el cliente, porque igual puedes ser un tatuador muy introspectivo, en el que te pones los audífonos, no hablas nada con él y comienzas a trabajar, pero también puedes estar en este modo abierto en el que el cliente quiere platicar, tú no tienes por qué cerrarte a él y vas trabajando conforme va la plática también, puede ser que cuando empiezo a tatuar pienso en las emociones de la persona, qué está sintiendo en ese momento, cómo reflexiona sobre lo que se está haciendo y también cómo va a quedar la obra al final, por decirlo así”, dijo.


Otro tip es que lleguen bien alimentados, que no estén trasnochados, desvelados, que no consuman sustancias también, además, suele pasar que las mujeres son mejores clientas, porque se cuidan mejor los tatuajes, tienden a estar más decididas sobre lo que van a trabajarse o quererse tatuar, y al mismo tiempo no dudan tanto con el precio, no se dejan guiar tanto por el precio, porque haya un costo de 200 pesos de diferencia, se van más que nada porque le lata cómo es el trabajo del artista, y es que en el mercado de hoy en día encuentras una gama extraordinaria, que va de 200 pesos y te pone un dinosaurio, hasta el que te dice, sí, pero ese dinosaurio te lo hago por 20 mil pesos.


“La experiencia es vasta entre un tatuador de 10 mil a uno de 500, en realidad, cada tatuador o cada artista es relativo, pone su precio como él sienta, como él crea que su trabajo vale realmente, aquí siento que hay que analizar las cosas económicas, en el estado en donde estamos, en dónde nos encontramos para dar nuestras cotizaciones, por ejemplo, yo no podría igualar mis cotizaciones actualmente con las de hace cuatro años, cuando estaba comenzando, normalmente si el cliente llega a encontrar un precio muy bajo, de 200 o de 500 pesos, suele ser porque el artista realmente no se siente consolidado, no se siente seguro todavía de lo que está cobrando, o recién está empezando”, explicó.


Además, depende de factores como el cuerpo, por ejemplo, una anatomía de una persona alta de 1.90 con una de 1.60 no es lo mismo, no es el mismo tamaño del lienzo, si dice que quiere todo el brazo, no es lo mismo, la escala es distinta, depende de eso, de la complejidad, de los detalles del diseño y de qué tanto él realmente o ella quiera abarcar la zona de su piel, si dice, lo quiero realmente pequeño, él lo adapta, le quita detalles y entonces ya es un precio menos.


“A veces un cliente permite que nosotros le demos una opinión y a veces no, a veces ya llegan muy cerrados a que quieren esto, también se entiende, si ya es una seguridad de lo que quieren, pues así, yo nada más doy mi opinión si le digo, tal vez este tamaño ya roce en el mínimo que se puede perder en unos años, mejor lo aumentemos un centímetro o dos más y ya, pero cuando llega una perspectiva de, hagamos este, y sugiéreme tú este, yo entro también en un estado más creativo en el que puedo ofrecer un poquito más de mi experiencia y mejor trabajo”.


El proyecto de la manga, por ejemplo, lleva tres sesiones, dejando pasar unos dos o tres meses entre cada una, por eso deben estar seguros de lo que se van a tatuar, porque cuando son tatuajes grandes que llevan mucho tiempo, ya los seis meses no puedes decir no, ahora yo quiero otra cosa, ya está la estructura, por eso, cuando un tatuador propone un proyecto grande, por ejemplo, hace poco acaba de realizar un halcón en todo el pecho, y fueron cuatro días de trabajo, no pararon.


“Para ese proyecto, primero trabajé el freehand o mano alzada, puedo ver un boceto del ave primero, luego hacer un diseño, ya después comienzo a dibujar sobre la piel, luego paso al tatuaje, la línea, la estructura de todo el ave, y luego ya comienzo con algunos detalles, metiendo el fondo, las plumas, el siguiente día así con el cuerpo, luego la cara, luego más detalles, ese no fue muy largo, porque la disposición del cliente era a partir de la tarde hasta la noche, comenzábamos como a la 1:30 con el freehand, me llevaba como una hora dibujarlo, pasado eso, comenzábamos con unas cinco o seis horas de sesión diaria, es bastante, pero en realidad pudo haber quedado en tres días, solo que por los horarios, porque estábamos comprometidos a trabajar no mucho tiempo, fue que se hizo en cuatro”, explicó.


Lo que más le gusta de su trabajo es estar abierto a todo, a las ideas de las personas, saber que su trabajo está repartido en varias partes del mundo, él no es un tatuador que haya participado en muchas expos, realmente ha sido un poco más cerrado y hermético, pero a nivel nacional hay muchas donde puedes ofrecer tu trabajo, está abierto a todas las personas, se capacita con algunos cursos en línea, sobre todo, o con algunos tatuadores que han venido a impartir seminarios.


En redes lo encuentras como @galart.tattoo en Instagram y en Facebook aparece como Eduardo Galindo, él puede garantizar que tiene un plus, que es ofrecer un diseño o un trabajo de buena calidad, siente que se encuentra en un punto de quiebre, en el que tiene que apostar por una carrera, en el tatuaje y al mismo tiempo seguir capacitándose como arquitecto, porque eso también lo hace.


“Puedo decir que el trato con el cliente es casi el mismo, para un tatuador llega un cliente, cotiza, platican sobre la idea, se conocen, intervienen muchos factores y al final le da una cotización, en la arquitectura es algo similar, el cliente llega, te platica sus ideas, muestra su terreno, que es su lienzo, y también al final tú le entregas una cotización del proyecto, sí tienen ciertas similitudes”, explicó.


A él le gusta mucho trabajar con el cliente, cuando es una idea muy compleja, por ejemplo una manga, entonces sí tiene que verlo, conocerlo, le gustaría platicar con él en persona para saber su idea, qué es lo que él tiene en mente, qué escala, para poder darle una consideración más certera, porque puede decirte, cuatro mil pesos, pero en realidad no lo sabe, porque llegar el día de la cita, tiene que empezar de cero.


“Yo sí recomendaría una visita personal, nos ponemos de acuerdo y trabajamos el diseño, cuando son cosas más sencillas, como un nombre o una inicial, sí trabajo vía remota, entonces ya podemos platicar brevemente sobre lo que quieres y llegar directamente a tu cita, lo que no trabajo son zonas genitales, hay gente que no tatúa la parte del cuello, por ejemplo, porque muchas veces no hay tolerancia al dolor y queda mal, es algo que se expone y que además después la gente se enoja”.


Parece que no, pero si la persona tiene impurezas en la piel o es muy frágil, muy blanda o muy dura, a veces el cartucho o la aguja rebota mucho, el pigmento no entra y hay que pasar más veces, el estado como tal de la salud de la piel sí tiene mucho que ver en el resultado final; el cuello es una zona dolorosa, los pliegues de los brazos, los que están aquí detrás de la rodilla también son muy dolorosos, hay que estar bien seguro de pasar por ahí, porque sí es un dolor fuerte.


“Una vez que ya está hecho el diseño y el dibujo, hay que continuarle, porque si no esa parte va a quedar inconclusa ahí, también actualmente existen algunas anestesias locales, bálsamos de anestesia, yo no usaría anestesia local, simplemente un bálsamo, algo tópico, sí lo he llegado a usar para casos como los pliegues o cosas muy extremas, no lo uso en todo el lienzo, solamente en zonas en donde sé que el dolor va a ser muy focal, ahí la aplico como 30 minutos antes de que empiece por esa zona, para que haga efecto y ya pueda trabajar, sé que tal vez a mí se me enrojezca un poquito más, pero he visto los resultados sanos y en realidad no afecta tanto”.


Hoy ve a muchos chicos jóvenes que tienen tatuados el mismo anime, por ejemplo, esa es la parte en la que a veces ya le llega un diseño y ya sabe que viene de Pinterest y que no le han cambiado nada en mucho tiempo, hay varios que se repiten mucho, como la araña que tiene destellos neones, y repetitivos, tal vez algo que sí está lindo, como las huellas o el corazón, esas suelen cotizarse de cajón, o corazones pequeños, eso ya es repetido, el más tierno puede ser un osito de peluche pequeño.


“Sí he realizado varios trabajos con clientes en los que llegan con una idea que les han trabajado un poco mal y yo los reestructuro, las reconstruyo, las retoco y quedan bastante mejor, yo no recomendaría comenzar a borrar las cosas, sino acercarse y brindar una idea para que se pueda arreglar el tatuaje, hay cosas que tienen solución y otras que no, cuando es así, yo les digo”, mencionó.


Cuando se ve al espejo, dijo que le gusta ser libre, verse como alguien de perspectiva abierta, que disfruta de dibujar una piel y al mismo tiempo escuchar música rock, él tiene veintitantos tatuajes, en los brazos, en el pecho, en las piernas, tal vez 30, cuando se tatúa realmente estás abierto a decir, estoy en un ritual, pasando por un proceso que es ardoroso para su cuerpo, pero al mismo tiempo dejando una huella para de aquí a 10 años darse cuenta en qué momento de su historia se encontraba, reflexiona, por ejemplo, cuando se hizo uno fue cuando comenzó tal vez a decidir que iba a ser tatuador.


“De los cuidados se ha hablado extensamente, pero una cosa es la que escuchan y otra la que hacemos, tiene que ver con cómo te encuentres físicamente, cómo está tu metabolismo, si eres una persona que consume tabaco o alguna sustancia tu cuerpo se va a encontrar en mal estado, le puedes poner bálsamo pero tu piel no trabaja de buena manera, los cuidados primordiales deben ser los primeros cuatro a cinco días, lavar bien con abundante jabón y secado inmediatamente, porque entre más húmeda esté la zona, proliferan bacterias, si haces ejercicio hay que esperar el mismo lapso, porque se puede infectar y eso es perjudicial para el tatuaje”, recomendó.


En su experiencia, recomienda aplicar una crema básica neutra, como Lubriderm, para ayudar a desprender la piel muerta, cuando la técnica es agresiva se enrojece o irrita, cuando es suave y bien trabajada, a los cuatro o cinco días empieza a tirar la piel células muertas pero pequeñas, no causa gran molestia; y es que la salida que tiene la aguja, antes con la bobina se podía regular con golpe de martillo, era de 3.5, ahora con las máquinas que son de lápiz o pen, solo se gira y cambia a 4, 4.5, depende qué estes haciendo, por ejemplo para la sombra se maneja un 3, para algo más bajo o una línea, más salida para que trabaje más, depende de la pieza… no olvides seguirlo como @galart.tattoo en Instagram y Eduardo Galindo en Facebook, o visítalo en la 14 poniente entre Av. Central y calle Tapachula, o bien, en su estudio privado de la quinta oriente entre 13 y 14 norte, no sacrifiquen costo por calidad.

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