Juegan al destino

Annete Lewis

¿Qué le pasa al Cruz Azul?, tarea para eruditos en materia futbolera para descifrar los detalles de una tendencia negativa a la que se le suman temas mentales, históricos y que terminan redundando en un término que está a nada de ser oficial, la “cruzazuleada”, que podrá usarse para cada vez que alguien que tenga algo ganado, lo pierda de último minuto.

Pero, quizá no hay necesidad de encontrar en algún científico la razón que podría evidenciar lo que pasa. Basta con ver cómo consiguió Cruz Azul su último título en Liga MX, aquella vez en la que una “locura” de Ángel David Comizzo terminó inclinando la balanza a su favor; es decir, quizá en aquella final no había cómo Cruz Azul ganara, fue alguien más quien se preocupó por hacer el trabajo y la Máquina obtuvo como consecuencia, un título por el que no hizo mucho, quizá.

Y ahí podemos ir viendo que sucede cada vez que se cruzazulea. Sin necesidad de ir tan lejos, la pasada final que disputaron Cruz Azul y América, con la que podía romperse a maldición y de paso cobrar revancha por aquel cabezazo de Moisés Muñoz, pero los dirigidos en aquel entonces por Pedro Caixinha, mostraron su versión más mezquina, esperando más que el título le cayera por consecuencia de los errores de alguien más.

¿Podía aquel Cruz Azul hacer algo mejor?, claro, pero prefirió morir de nada, a la espera de que el rival se equivocara y que pudiera llegar el trofeo a sus manos y esa tendencia la han adoptado de modo tal que, lejos de ir a buscar que se acabe la maldición, están esperando que el destino los beneficie, que alguien más haga lo que les corresponde; por ejemplo, lo de la vuelta de este domingo, con media tarea hecha, lejos de ir a buscarla, esperaron a que Pumas no remontara, antes de ir a matar al rival, de “ganarse” por sus méritos el pase a la final; además, dejar la responsabilidad al de enfrente, cuando lo que toca es adoptar la postura de autoridad.

Y de aquí en adelante, el Cruz Azul va a brillar en la temporada regular, porque ahí no hay obligación, no hay temor y puede arriesgar a lo de los puntos, razón que lo ha colocado en la Liguilla, pero se le olvida asumir el rol protagónico y espera que alguien se equivoque, que alguien se encargue de terminar con su sequía y no tener los méritos para acabar con esta malaria que cada vez vive capítulos más deplorables.

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Belleza kazaja

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